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EXHORTACIONES
DEBEMOS REZAR EL ROSARIO PERSONALMENTE, EN FAMILIA Y EN COMUNIDAD
Reflexión del papa Benedicto XVI durante el rezo del Ángelus
VATICANO, domingo 7 octubre
de 2012
(www.zenit.org).-
Al finalizar la santa misa celebrada en la plaza de san Pedro por la proclamación como Doctores de la Iglesia, de san Juan de Avila y de santa Hildegarda de Bingen, así como la inauguración de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el santo padre Benedicto XVI se dirigió a los fieles antes del rezo del Ángelus.
Destacó de manera especial la fiesta de la Virgen del Rosario que celebra hoy la Iglesia Universal, invocando a todos los fieles a valorizar más el rezo del santo
Rosario durante el próximo Año de le fe, que será inaugurado por él mismo este jueves 11 de octubre.
“Con el Rosario –dijo el papa--, nos dejamos guiar de María, modelo de fe, en la meditación de los misterios de Cristo, para que día a día, podemos asimilar el Evangelio, de tal forma que modele toda nuestra vida”.
Y recordó que hace diez años, el hoy beato Juan Pablo II firmó la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, invocando a los fieles –en continuidad con su predecesor--, “a rezar el
Rosario personalmente, en familia y en comunidad, asistiendo a la escuela de María, que nos conduce a Cristo, centro vivo de nuestra fe”.
Ante una gran cantidad de fieles venidos de España y de América Latina, el santo padre dirigió un saludo en la lengua de san Juan de Ávila:
“Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. Invito a todos a orar por los trabajos del Sínodo de los Obispos, que en los próximos días reflexionará sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Hoy he declarado Doctores de la Iglesia al sacerdote español san Juan de Ávila y a la religiosa alemana santa Hildegarda de Bingen. Que sus figuras y obras sigan siendo faros luminosos y seguros en el anuncio del Reino de Dios, y nos ayuden a todos a crecer cada día en la auténtica vida de fe. Que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos propósitos”.
S. S. BENEDICTO XVI EN LA EXHORTACIÓN
APOSTÓLICA POSTSINODAL Nº 88
11 de Noviembre de 2010
DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL
"VERBUM DOMINI"
DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI AL EPISCOPADO, AL CLERO, A LAS PERSONAS
CONSAGRADAS Y A LOS FIELES LAICOS SOBRE LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA Y
EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA
Palabra de Dios y oración mariana
88. Al recordar la relación inseparable entre la Palabra de Dios y María
de Nazaret, junto con los Padres sinodales, invito a promover entre los
fieles, sobre todo en la vida familiar, las plegarias marianas, como una
ayuda para meditar los santos misterios narrados por la Escritura.
Un medio de gran utilidad, por ejemplo, es el rezo personal y
comunitario del santo Rosario, [302] que recorre junto a María los
misterios de la vida de Cristo, [303] y que el Papa Juan Pablo II ha
querido enriquecer con los misterios de la luz [304]. Es conveniente que
se acompañe el anuncio de cada misterio con breves pasajes de la Biblia
relacionados con el misterio enunciado, para favorecer así la
memorización de algunas expresiones significativas de la Escritura
relacionadas con los misterios de la vida de Cristo.
El Sínodo, además, ha recomendado promover entre los
fi eles el rezo del Angelus Domini. Es una oración sencilla y
profunda que nos permite « rememorar cotidianamente el misterio del
Verbo Encarnado ».[305] Es conveniente, además, que el Pueblo de Dios,
las familias y las comunidades de personas consagradas, sean fieles a
esta plegaria
mariana, que la tradición nos invita a recitar por la mañana, a mediodía
y en el ocaso. En el rezo del Angelus Domini pedimos a Dios que,
por intercesión de María, nos sea dado también a nosotros el cumplir
como Ella la voluntad de Dios y acoger en nosotros su Palabra. Esta
práctica puede ayudarnos a reforzar un auténtico amor al misterio de la
Encarnación.
302 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA
DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la piedad popular.
Principios y orientaciones (17 diciembre 2002), 197-202.
303 Cf. Propositio 55.
304 Cf. JUAN PABLO II, Carta ap. Rosarium Virginis Mariae
(16 octubre 2002); AAS 95 (2003), 5-36.147
305 Propositio 55.
EL PAPA PROPONE "RECUPERAR" EL REZO COTIDIANO DEL
ROSARIO
Durante los saludos tras la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 6 de octubre de 2010 ( ZENIT.org ).-
Antes de concluir sus saludos en los distintos idiomas, durante la
Audiencia General celebrada hoy en la Plaza de San Pedro, el Papa
Benedicto XVI animó a los fieles a “redescubrir” el rezo del Rosario.
“Octubre es el mes del Santo Rosario, que nos
invita a valorar esta oración tan querida a la tradición del pueblo
cristiano”, afirmó el Pontífice, durante su tradicional saludo a los
enfermos, los jóvenes y los recién casados.
Recordando que mañana la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del
Rosario, el Papa invitó a los jóvenes a “hacer del Rosario su oración de
todos los días”.
“Os animo a vosotros, queridos enfermos, a crecer, gracias al rezo del
Rosario, en el confiado abandono en las manos de Dios”, prosiguió.
A los recién casados, el Papa concluyó exhortándoles “a hacer del
Rosario una contemplación constante de los misterios de Cristo”.
BENEDICTO XVI PROMUEVE EL REZO DEL ROSARIO EN
OCTUBRE
Al rezar el Ángelus en Palermo
PALERMO, domingo, 3 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la
intervención que pronunció Benedicto XVI antes de rezar la oración
mariana del Ángelus este domingo en el Foro Itálico de la capital
siciliana, tras haber celebrado la eucaristía junto a unos doscientos
mil peregrinos.
¡Queridos hermanos y hermanas!
En este momento de profunda comunión con Cristo, presente y vivo en
medio de nosotros y dentro de nosotros, es hermoso, como familia
eclesial, dirigirnos en oración a su Madre y Madre nuestras, María
Santísima Inmaculada. Sicilia está sembrada de santuarios marianos, y
desde este lugar me siento espiritualmente en el centro de esta "red" de
devoción, que enlaza todas las ciudades y pueblos de la Isla.
A la Virgen María deseo ofrecer todo el pueblo de Dios que vive en esta
amada tierra. Que sostenga a las familias en el amor y el compromiso
educativo; que haga fecundos los brotes de vocaciones que Dios siembra
ampliamente en los jóvenes; que infunda el valor en las pruebas,
esperanza en las dificultades, que renueve el impulso para hacer el
bien. Que la Virgen consuele a los enfermos y a todos los que sufren, y
ayude a las comunidades cristianas para que nadie en ellas sea marginado
o tenga necesidad, sino que cada quien, especialmente los más pequeños y
débiles, se sientan acogidos y valorados.
María es el modelo de la vida cristiana. A Ella pido sobretodo que os
permita caminar con decisión y alegría por el camino de la santidad,
siguiendo las huellas de tantos luminosos testigos de Cristo, hijos de
esta tierra siciliana. En este contexto quiero recordar que esta mañana,
en Parma, ha sido proclamada beata Anna Maria Adorni, que en el siglo
XIX fue esposa y madre ejemplar y después, cuando quedó viuda, se dedicó
a la caridad con las mujeres encarceladas y en dificultad, para cuyo
servicio fundó dos institutos religiosos. La Madre Adorni , con motivo
de su constante oración, era llamada "Rosario viviente". Me complace
subrayarlo en el inicio del mes dedicado al santo Rosario. Que la diaria
meditación de los misterios de Cristo en unión con María, la Virgen
orante, nos fortalezca a todos en la fe, en la esperanza y en la
caridad.
[©Libreria Editrice Vaticana]
SU SANTIDAD BENEDICTO XVI EXHORTA AL REZO DEL ROSARIO EN EL SANTUARIO DE
POMPEYA
19-10-08
"Para ser apóstoles del Rosario es necesario tener
experiencia en primera persona de la belleza y profundidad de esta
oración, sencilla y accesible a todos. Es necesario ante todo dejarse
conducir de la mano de la Virgen María a contemplar el rostro de Cristo:
rostro alegre, luminoso, doloroso y glorioso. Quien, como María y junto
a Ella, custodia y medita asiduamente los misterios de Jesús, asimila
cada vez más sus sentimientos, se conforma a Él. Me gusta, al respecto,
citar una hermosa consideración del beato Bartolo Longo: “Como dos
amigos -escribe-, que se tratan a menudo, suelen conformarse también en
las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la
Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una
misma vida con la Comunión, podemos llegar a ser, en cuanto sea capaz
nuestra bajeza, parecidos a ellos, y aprender de estos grandes ejemplos
a vivir humildes, pobres, pacientes y perfectos” (I Quindici Sabati del
Santissimo Rosario, 27 ed., Pompei, 1916, p. 27: cit. en Rosarium
Virginis Mariae, 15).
El Rosario es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista,
podría parecer una oración que acumula palabras, y por tanto
difícilmente conciliable con el silencio que se recomienda justamente
para la meditación y la contemplación. En realidad, esta cadenciosa
repetición del Ave Maria no turba el silencio interior, sino que lo
busca y alimenta. De la misma forma que sucede con los Salmos cuando se
reza la Liturgia de las Horas, el silencio aflora a través de las
palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de
sentido último que trasciende las mismas palabras y junto a a ellas
habla al corazón. Así, recitando las Ave Maria es necesario poner
atención para que nuestras voces no “cubran” la de Dios, que siempre
habla a través del silencio, como “el susurro de una brisa ligera” (1 Re
19, 12). ¡Qué importante es entonces cuidar este silencio lleno de Dios,
tanto en la recitación personal como en la comunitaria! También cuando
es rezado, como hoy, por grandes asambleas y como hacéis cada día en
este Santuario, es necesario que se perciba el Rosario como oración
contemplativa, y esto no puede suceder si falta un clima de silencio
interior.
Quisiera añadir otra reflexión, relativa a la Palabra de Dios en el
Rosario, particularmente oportuna en este periodo en que se está
llevando a cabo en el Vaticano el Sínodo de los Obispos sobre el tema:
“La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”. Si la
contemplación cristiana no puede prescindir de la Palabra de Dios,
también el Rosario, para ser oración contemplativa, debe siempre emerger
del silencio del corazón como respuesta a la Palabra, sobre el modelo de
la oración de María. Bien mirado, el Rosario está todo entretejido de
elementos sacados de la Sagrada Escritura. Hay ante todo la enunciación
del misterio, hecha preferiblemente, como hoy, con palabras tomadas de
la Biblia. Sigue el Padrenuestro: al imprimir a la oración un movimiento
“vertical”, abre el alma de quien recita el Rosario en una justa actitud
filial, según la invitación del Señor: “Cuando rezáis decid: “Padre...”
(Lc 11, 2). La primera parte del Avemaría, tomada también del Evangelio,
nos hace cada vez volver a escuchar las palabras con que Dios se ha
dirigido a la Virgen a través del Ángel, y las bendiciones de la prima
Isabel. La segunda parte del Avemaría resuena como la respuesta de los
hijos que, dirigiéndose suplicantes a la Madre, no hacen otra cosa que
expresar su propia adhesión al diseño salvífico revelado por Dios. Así
el pensamiento de quien reza está siempre anclado en la Escritura y en
los misterios que en ella se presentan."
"Quiero recordar la dimensión apostólica del Rosario, una dimensión que
el beato Bartolo Longo vivió intensamente tomando de él inspiración para
realizar en esta tierra tantas obras de caridad y de promoción humana y
social. Además, él quiso que este Santuario se abriera al mundo entero,
como centro de irradiación de la oración del Rosario y lugar de
intercesión para la paz entre los pueblos. Queridos amigos, ambas
finalidades, el apostolado de la caridad y la oración por la paz, deseo
confirmar y confiar nuevamente a vuestro compromiso espiritual y
pastoral. A ejemplo y con el apoyo de vuestro venerado Fundador, no os
canséis de trabajar con pasión en esta parte de la viña del Señor por el
que la Virgen ha mostrado predilección."
Fuente:
www.zenit.org
BENEDICTO XVI AL INAUGURAR EL MES DE MARÍA: "EL
ROSARIO TRAE PAZ Y RECONCILIACIÓN"
05-05-2008
Dijo el Papa al abrir el mes de la Virgen en Santa María la Mayor ROMA,
lunes, 5 mayo 2008 (ZENIT.org).-
«El santo Rosario no es una práctica relegada al
pasado» sino que es una oración que «trae paz y reconciliación», dijo
Benedicto XVI al concluir la oración mariana que presidió el 3 de mayo
en la basílica de Santa María la Mayor.
Fueron muchos los fieles que acudieron el primer
sábado de mayo, mes tradicionalmente dedicado a María, para seguir esta
antigua práctica de devoción mariana, dedicada en esta ocasión a la
reflexión sobre los misterios gozosos: de la Anunciación a María al
episodio de Jesús en el templo, sentado entre los doctores.
Con las notas del «Tu es Petrus» (Tu eres Pedro), el Papa hizo su
entrada en la más antigua basílica mariana de Roma, erigida por Sixto
III, cuya construcción está ligada al Concilio de Éfeso que en el año
431proclamó a María Theotòkos, Madre de Dios. Antes de iniciar la
oración del Rosario, el Santo Padre se detuvo a venerar en silencio el
icono de Nuestra Señora, «Salus Populi Romani». La imagen que, según la
tradición, fue pintada por el evangelista Lucas, y que actualmente se
custodia en la Basílica, era en el pasado llevada en procesión por la
población para dar gracias a la Madre de Jesús por la protección
concedida durante calamidades naturales.
«En la experiencia de mi generación --dijo el Papa
abandonándose a algunos recuerdos de la infancia--, las tardes de mayo
evocan dulces recuerdos ligados a las citas vespertinas para rendir
homenaje a Nuestra Señora». Benedicto XVI se detuvo en la fuerza todavía
viva de esta devoción mariana: «Hoy juntos confirmamos que el Santo
Rosario no es una práctica relegada al pasado, como oración de otros
tiempos en la que pensar con nostalgia».
«El Rosario está en cambio experimentando casi una
nueva primavera --añadió--. Este es sin duda uno de los signos más
elocuentes del amor que las jóvenes generaciones nutren por Jesús y por
su Madre María». «En el mundo actual tan dispersivo, esta oración ayuda
a poner a Cristo en el centro, como hacía la Virgen, que meditaba
interiormente todo aquellos que se decía de su Hijo, y lo que Él hacía y
decía».
El Papa elevó una invocación a la Virgen a acoger la
gracia que mana de los Misterios del Rosario «para que a través de
nosotros pueda ‘irrigar' la sociedad, a partir de las relaciones
cotidianas, y purificarla de tantas fuerzas negativas abriéndola a la
novedad de Dios». «En efecto -añadió--, el Rosario, cuando se reza de
modo auténtico, no mecánico y superficial sino pro-fundo, trae paz y
reconciliación. Contienen en sí la potencia resanadora del Nombre
santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada
Avemaría».
De aquí la invitación del Papa a todos los fieles
para que, durante el mes mariano, se sientan «cercanos y unidos en la
oración», para formar, con la ayuda de Nuestra Señora, «un solo corazón
y una sola alma».
Traducido del italiano por Nieves San Martín.
ÁNGELUS 07-10-2007
Queridos hermanos y hermanas:
El día 7, sábado próximo, celebraremos la fiesta de la Virgen del
Rosario, y es como si, cada año, Nuestra Señora nos invitara a
redescubrir la belleza de esta oración, tan sencilla y profunda. El
amado Juan Pablo II fue gran apóstol del Rosario: le recordamos
arrodillado con la corona entre las manos, inmerso en la contemplación
de Cristo, como él mismo invitó a hacer con la Carta Apostólica «Rosarium
Vir-ginis Mariae».
El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la
meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que
avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús,
precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas, a
rezar el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en
las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia
y por la paz del mundo.
.......
[Después de rezar el Ángelus, el Papa dirigió su saludo en varios
idiomas a los peregrinos. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española que parti-cipan en esta oración mariana del Ángelus,
particularmente a los jóvenes de la Obra de la Iglesia. En este mes de
octubre, tradicionalmente dedicado al Santo Rosario, os invito a rezarlo
con devoción y a pedir por las necesidades de la Iglesia, especialmente
por quienes dedican su vida a las Misiones. Gracias.
EL CORAZÓN DE MARÍA, SEGÚN BENEDICTO XVI
Intervención en la conclusión del mes mariano
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 1 junio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos
íntegramente la intervención de Benedicto XVI, pronunciada en la noche
del jueves, ante numerosísimos fieles que participaron en la celebración
mariana de conclusión del mes de mayo, una tradicional convocatoria en
los jardines vaticanos. En ese día, la liturgia celebraba la Visitación
de la Virgen María a su prima Isabel.
¡Queridos hermanos y hermanas!
Con alegría me uno a vosotros al término de esta vigilia mariana,
siempre sugestiva, con la que se concluye en el Vaticano el mes de mayo
en la fiesta litúrgica de la Visitación de la Santísima Virgen María.
Saludo con afecto fraterno a los cardenales y obispos presentes, y doy
las gracias al arcipreste de la Basílica, monseñor Angelo Comastri,
quien ha presidido la celebración. Saludo a los sacerdotes, las
religiosas y religiosos, en particular a la monjas del Monasterio Mater
Ecclesieae del Vaticano; igualmente, a las muchas familias que
participan en este rito. Meditando los Misterios Gozosos del Santo
Rosario, habéis subido a esta colina donde habéis revivido
espiritualmente, en el relato del evangelista Lucas, la experiencia de
María, que desde Nazaret de Galilea «se puso en camino hacia la montaña»
( Lc 1,39) para llegar a una aldea de Judá donde vivía Isabel con su
marido Zacarías.
¿Qué impulsó a María, una muchacha joven, a afrontar aquel viaje? ¿Qué,
sobre todo, le empujó a olvidarse de sí misma para pasar los primeros
tres meses de su embarazo al servicio de su prima, necesitada de ayuda?
La respuesta está escrita en un Salmo: «Corro por el camino de tus
mandamientos, [Señor], pues tú mi corazón dilatas» ( Sal 118,32). El
Espíritu Santo, que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de María,
dilató su corazón a las dimensiones del de Dios y le impulsó por la vía
de la caridad. La Visitación de María se comprende a la luz del
acontecimiento que le precede inmediatamente en el relato del Evangelio
de Lucas: el anuncio del Ángel y la concepción de Jesús por obra del
Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue sobre la Virgen, el poder del
Altísimo le cubrió con su sombra (v. Lc 1,35). Aquel mismo Espíritu le
impulsó a «levantarse» y a partir sin tardanza (v. Lc 1,39), para ser de
ayuda a su anciana pariente. Jesús apenas ha comenzado a formarse en el
seno de María, pero su Espíritu ya ha llenado su corazón, de forma que
la Madre comienza ya a seguir al Hijo divino: en el camino que de
Galilea conduce a Judá es el mismo Jesús el que «impulsa» a María,
infundiéndole el ímpetu generoso de salir al encuentro del prójimo que
tiene necesidad, el valor de no poner por delante las propias y
legítimas exigencias, dificultades, peligros para su propia vida. Es
Jesús quien le ayuda a superar todo dejándose guiar por la fe que actúa
por la caridad (v. Ga 5,6).
Meditando este misterio, vemos bien qué significa que la caridad
cristiana sea una virtud «teologal». Vemos que el corazón de María es
visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del
Espíritu e impulsado interiormente por el Hijo; esto es, vemos un
corazón humano perfectamente introducido en el dinamismo de la Santísima
Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en María es perfecta y se
convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestación del
amor trinitario (Encíclica Deus caritas est, 19). Todo gesto de amor
genuino, también el más pequeño, contiene en sí un destello del misterio
infinito de Dios: la mirada de atención al hermano, hacerse cercano a
él, compartir su necesidad, atender sus heridas, la responsabilidad por
su futuro, todo, hasta en los más mínimos detalles, se hace «teologal»
cuando está animado por el Espíritu de Cristo. Que María nos obtenga el
don de saber amar como Ella supo amar. A María confiamos esta singular
porción de la Iglesia que vive y trabaja en el Vaticano; le confiamos la
Curia Romana y las instituciones a ella ligadas, para que el Espíritu de
Cristo anime todo deber y todo servicio. Pero desde esta colina
ampliamos la mirada a Roma y al mundo entero, y oramos por todos los
cristianos, para que puedan decir con San Pablo: «el amor de Cristo nos
apremia», y con la ayuda de María sepan difundir en el mundo el
dinamismo de la caridad.
Os agradezco nuevamente vuestra devota y calurosa participación. Llevad
mi saludo a los enfermos, a los ancianos y a cada uno de vuestros seres
queridos. A todos imparto de corazón mi Bendición Apostólica.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit.
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
ÁNGELUS 08-10-2006
Benedicto XVI: Los
esposos cristianos, «misioneros del amor y de la vida»
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, especialmente a
los feligreses de la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, de
Granada. Reitero la invitación a rezar el Santo Rosario también en
familia, para que la intercesión maternal de la Virgen María ayude a los
esposos a vivir fielmente su compromiso matrimonial y a fortalecer la
unidad en todos los hogares. ¡Feliz domingo!
ÁNGELUS 01-10-2006
Benedicto XVI: El Rosario y las Misiones, ejes de la Comunidad eclesial en
octubre
Intervención en el rezo del Ángelus. CASTEL GANDOLFO
(ZENIT.org).
Benedicto XVI este domingo, ante miles de fieles y peregrinos en
la residencia pontificia de Castel Gandolfo, con ocasión del rezo de la
oración mariana del Ángelus.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, primer día de octubre, desearía detenerme en dos aspectos que, en
la Comunidad eclesial, caracterizan este mes: la oración del Rosario y
el compromiso por las misiones. El día 7, sábado próximo, celebraremos
la fiesta de la Virgen del Rosario, y es como si, cada año, Nuestra
Señora nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración, tan
sencilla y profunda. El amado Juan Pablo II fue gran apóstol del
Rosario: le recordamos arrodillado con la corona entre las manos,
inmerso en la contemplación de Cristo, como él mismo invitó a hacer con
la Carta Apostólica «Rosarium Virginis Mariae».
El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la
meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que
avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús,
precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas, a
rezar el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en
las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia
y por la paz del mundo.
.......
[Después de rezar el Ángelus, el Papa dirigió su saludo en varios
idiomas a los peregrinos. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan
en esta oración mariana del Ángelus, particularmente a los jóvenes de la
Obra de la Iglesia. En este mes de octubre, tradicionalmente dedicado al
Santo Rosario, os invito a rezarlo con devoción y a pedir por las
necesidades de la Iglesia, especialmente por quienes dedican su vida a
las Misiones. Gracias.
DISCURSO DE BENEDICTO XVI EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DEL AMOR
DIVINO
Misterios Gozosos
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 2 mayo 2006
(ZENIT.org).-
Publicamos el discurso que pronunció este lunes, 1 de mayo de 2006,
Benedicto XVI, después de haber rezar el Rosario en el Santuario de la
Virgen del Amor Divino en Castel di Leva, cerca de Roma.
Queridos hermanos y hermanas:
Para mí es motivo de consuelo estar hoy con vosotros para rezar el santo
Rosario, en este Santuario de la Virgen del Amor Divino, en el que se
expresa el devoto cariño por la Virgen María, arraigado en el espíritu y
en la historia del pueblo de Roma. Suscita una alegría particular el
pensamiento de renovar así la experiencia de mi querido predecesor, Juan
Pablo II, que hace exactamente 27 años, en el primer día del mes de mayo
de 1979, realizó su primera visita como pontífice a este santuario.
....
Hemos rezado el santo Rosario, recorriendo los cinco misterios
«gozosos», que pasan ante los ojos de nuestro corazón los inicios de
nuestra salvación, desde la concepción de Jesús por obra del Espíritu
Santo, en el seno de la Virgen María, hasta encontrarle, cuando ya tenía
doce años, en el Templo de Jerusalén, mientras escuchaba e interrogaba a
los doctores. Hemos repetido las palabras del ángel: «Alégrate, María,
llena de gracia, el Señor está contigo», así como las expresiones con
las que Isabel acogió a la Virgen, que inmediatamente había ido para
ayudarle y ponerse a su servicio. «Bendita tú eres entre las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre». Hemos contemplado la fe dócil de
María, que se fía sin reservas de Dios y se pone totalmente en sus
manos. Nos hemos sentido también nosotros, con los pastores, cerca del
Niño Jesús, que yace en un pesebre y hemos reconocido y adorado en Él al
Hijo eterno de Dios, que por amor se hizo nuestro hermano, y de este
modo, nuestro único salvador.
También nosotros hemos entrado con María y José en el Templo para
ofrecer el Niño a Dios y cumplir con el rito de la purificación: y se
nos han anticipado, con las palabras del anciano Simeón, la salvación,
la contradicción y la cruz, y esa espada que, bajo la cruz del Hijo,
atravesará el alma de la Madre y, de este modo, hará que no sólo sea
madre de Dios, sino también nuestra madre común
AUDIENCIA GENERAL
Benedicto
XVI invita a rezar el Rosario para crecer espiritualmente
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 17 mayo 2006
(ZENIT.org).-
Benedicto XVI se despidió de los 45.000 peregrinos presentes este
miércoles en la audiencia general invitándoles a rezar el Rosario, como
«momento de crecimiento espiritual».
Antes de dejar la plaza de San Pedro, el Papa saludó en particular a los
jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, que habían venido con
sus trajes de bodas, para exhortarles a todos «a intensificar» esta
oración, «especialmente en este mes de mayo, dedicado a la Madre de
Dios».
«Queridos jóvenes --dijo--, os invito a valorar esta tradicional oración
mariana que ayuda a comprender mejor los momentos centrales de la
salvación realizada por Cristo».
«Queridos enfermos --añadió--, os exhorto a dirigiros con confianza a la
Virgen, a través de este ejercicio de piedad, confiándole todas vuestras
necesidades».
Por último, a los recién casados, les invitó a «hacer del rezo del
Rosario en familia un momento de crecimiento espiritual bajo la mirada
de la Virgen María».
EL PAPA BENEDICTO XVI ENSALZA LA IMPORTANCIA DEL
ROSARIO AL RECORDAR LA ELECCIÓN AL PONTIFICADO DE JUAN PABLO II
Ángelus, 16 Octubre 2005 (27º aniversario de la elección de Juan Pablo II como Papa)
Queridos hermanos y hermanas:
Hace 27 años, un día como éste, el Señor llamó al
cardenal Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, para suceder a Juan Pablo
I, fallecido poco después de un mes de su elección. Con Juan Pablo II
comenzó uno de los pontificados más largos de la historia de la Iglesia,
durante el que un Papa, «venido de un país lejano», fue reconocido como
autoridad moral incluso por muchas personas no cristianas y no
creyentes, como lo demostraron las conmovedoras manifestaciones de
cariño con motivo de su enfermedad y de profundo pésame después de su
muerte. Ante su tumba, en las grutas vaticanas, continúa todavía sin
interrupción la peregrinación de muchísimos fieles y esto constituye
también un signo elocuente de hasta qué punto el querido Juan Pablo II
ha entrado en el corazón de la gente, sobre todo por su testimonio de
amor y de entrega en el sufrimiento. En él hemos podido admirar la
fuerza de la fe y de la oración, y la manera en que se encomendó
totalmente a María Santísima, quien siempre le acompañó y protegió,
especialmente en los momentos más difíciles y dramáticos de su vida.
Podríamos definir a Juan Pablo II como un Papa totalmente consagrado a
Jesús por medio de María, como lo manifestaba claramente su lema: «Totus
tuus». Fue elegido en el corazón del mes del Rosario, y el Rosario, que
con frecuencia llevaba entre sus manos, se convirtió en uno de los
símbolos de su pontificado, sobre el que veló la Virgen inmaculada con
materna solicitud. A través de la radio y de la televisión, los fieles
del mundo entero pudieron unirse en muchas ocasiones a él en esta
oración mariana y, gracias a su ejemplo y enseñanzas, redescubrir su
sentido auténtico, contemplativo y cristológico (Cf. carta apostólica «Rosarium
Virginis Mariae», 9-17).
En realidad, el Rosario no se contrapone a la meditación de la Palabra
de Dios y a la oración litúrgica; es más, constituye un complemento
natural e ideal, en particular como preparación y como acción de gracias
a la celebración eucarística.
Contemplamos al Cristo encontrado en el Evangelio y en el Sacramento en
los diferentes momentos de su vida gracias a los misterios gozosos,
luminosos, dolorosos y gloriosos. En la escuela de la Madre, aprendemos
así a conformarnos con su Hijo divino y a anunciarlo con nuestra misma
vida.
Si la Eucaristía es para el cristiano el centro de la jornada, el
Rosario contribuye de manera privilegiada a dilatar la comunión con
Cristo, y educa a vivir manteniendo fija en Él la mirada del corazón
para irradiar sobre todos y sobre todo su amor misericordioso.
Contemplativo y misionero: así fue el querido Papa Juan Pablo II. Lo fue
gracias a la íntima unión con Dios, alimentada cotidianamente por la
Eucaristía y por prolongados momentos de oración.
En el momento del Ángelus, para él tan querido, es dulce y un deber
recordarle en este aniversario, renovando a Dios la acción de gracias
por haber dado a la Iglesia y al mundo un sucesor tan digno del apóstol
Pedro. Que la Virgen María nos ayude a hacer un tesoro de su preciosa
herencia.
ÁNGELUS, APERTURA DEL SÍNODO SOBRE LA EUCARISTÍA
Domingo 2 Octubre 2005
Encomendémonos con confianza, sobre todo a la bienaventurada Virgen
María, a quien veneraremos el próximo 7 de octubre con el título de
Virgen del Rosario.
El mes de octubre está dedicado al santo Rosario, singular oración
contemplativa con la que, guiados por la celestial Madre del Señor,
fijamos la mirada en el rostro del Redentor para ser conformados en su
misterio de alegría, de luz, de dolor y de gloria.
Esta antigua oración está experimentando un providencial
reflorecimiento, gracias en parte al ejemplo y a la enseñanza del
querido Papa Juan Pablo II. Os invito a releer su carta apostólica «Rosarium
Virginis Mariae» y a llevar a la práctica sus indicaciones a nivel
personal, familiar y comunitario.
Confiamos a María las labores del Sínodo: que ella conduzca a la Iglesia
entera a una conciencia cada vez más clara de su propia misión al
servicio del Redentor, realmente presente en el sacramento de la
Eucaristía.
DECÁLOGO DEL PAPA SOBRE
EL ROSARIO |
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El Rosario
contribuye de modo privilegiado a dilatar la comunión con
Cristo, y enseña a vivir teniendo la mirada del corazón fija
en él, para irradiar su amor misericordioso sobre todos y
sobre todo.
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El próximo día
7 de octubre, celebraremos la fiesta de la santísima Virgen
del Rosario, y es como si, cada año, la Virgen nos invitara
a redescubrir la belleza de esta oración, tan sencilla y tan
profunda.
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El amado Juan
Pablo II fue el gran apóstol del Rosario: lo recordamos
arrodillado, con el rosario entre las manos, sumergido en la
contemplación de Cristo, como él mismo invitó a hacer con la
carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae".
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El Rosario es
oración contemplativa y cristo-céntrica, inseparable de la
meditación de la Sagrada Escritura.
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El Rosario es
la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de
la fe, siguiendo a Jesús, precedido por María.
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Queridos
hermanos y hermanas, quisiera invitaros a rezar el Rosario
durante este mes (y durante toda vuestra vida) en familia,
en las comunidades y en las parroquias por las intenciones
del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz en el
mundo.
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Este primer
domingo de octubre nos ofrece la memoria de la
Bienaventurada Virgen María del Rosario, que se celebra
precisamente hoy. La imagen tradicional de la Virgen del
Rosario representa a María que, con un brazo sostiene al
Niño Jesús y, con el otro, presenta el Rosario a santo
Domingo. Esta significativa iconografía muestra que el
Rosario es un medio que nos ofrece la Virgen para contemplar
a Jesús y, meditando su vida, amarlo y seguirlo cada vez con
más fidelidad.
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El rezo del
Rosario es la consigna que la Virgen dejó también en
diversas apariciones en Fátima y en Lourdes.
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Pienso, de modo
particular, en las apariciones de Fátima, acontecidas hace
90 años. A los tres pastorcillos Lucía, Jacinta y Francisco,
se les presentó la Virgen María, como “la Virgen del
Rosario”, les recomendó, con insistencia, rezar el Rosario
todos los días, para obtener el fin de la guerra.
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También
nosotros queremos acoger la petición materna de la Virgen,
comprometiéndonos a rezar el Rosario, todos los días, con
fe, por la paz en las familias, en las naciones y en el
mundo entero.
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