Guía
didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
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- LA ORACIÓN DEL ROSARIO.
NECESITAMOS ORAR.
Ante tantas circunstancias difíciles como estamos viviendo, recordamos
la expresión del Siervo de Dios Juan Pablo II: “El Rosario es mi oración
predilecta”.
El
Rosario es “oración sencilla y profunda”.
El Rosario oración sencilla en su estructura
material. Esta compuesta por las oraciones vocales más excelentes. El
Padre Nuestro que nos lo enseñó Jesucristo. El Ave María que contiene la
salutación del Arcángel Gabriel a la Virgen María y de Sta. Isabel a la
Virgen Madre. Y finalmente, el Gloria: alabanza secular de la Iglesia a
la Santísima Trinidad.
El Rosario es oración profunda en su estructura
formal porque es una síntesis bíblica de los principales misterios de la
Redención, de la Iglesia y de María.
El Rosario es oración adaptada a cada persona y
comunidad de cualquier origen, condición y nivel cultural. Es el
Evangelio de bolsillo, abreviado, fácil de memorizar. Es como una suma
teológica popular...
El
Rosario es oración cristológica y mariana.
Rezando
el Rosario, recordamos, meditamos o contemplamos la vida de Jesús por
medio de María, con Ella y en Ella. Son los misterios gozosos,
luminosos, dolorosos, gloriosos que nos permiten ver a Cristo con el
corazón y la mirada de su Madre. Es, recordar sentados a los pies de
María los misterios del Hijo como nos enseñaba el Siervo de Dios Juan
Pablo II. Por el Rosario, María nos lleva a Jesús, y Jesús nos lleva a
María.
El
Rosario es, también, oración de súplica.
Rezando el Rosario, podemos presentar a Dios, por
medio de María, las necesidades propias, las del matrimonio y la
familia, las de España y las de la humanidad. También podemos presentar
peticiones por la salud espiritual y corporal…
Igualmente, pedimos las fuerzas que necesitamos
para un compromiso evangélico más coherente, generoso y valiente.
Rezando el Rosario practicamos las virtudes.
Se afianza nuestra fe en Jesucristo y en sus
misterios. Jesucristo es el Hijo de Dios, Dios como el Padre, que se ha
hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. ¡Es muestro Redentor!
El Rosario nos ayuda a conocer más y mejor a Jesucristo.
Se robustece nuestra esperanza. Esperamos alcanzar
la salvación porque nos apoyamos en la plena glorificación de Cristo, en
su ascensión al Cielo y en la Asunción de María como fruto privilegiado
de la Redención.. Repetimos en el Rosario: “Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Aumenta nuestro amor a Cristo y al prójimo porque
si Él se entregó “hasta el extremo” por amor a nosotros, también
nosotros debemos entregarnos. El Rosario nos ayuda a profundizar en el
amor que Cristo nos tiene.
RECUPEREMOS EL REZO DEL ROSARIO EN FAMILIA.
La
oración del Rosario en familia aleja los gérmenes de disgregación y une
los corazones. Es vínculo seguro de comunión y de paz. Por eso se afirma
que “Familia que reza permanece unida”.
La oración del Rosario construye la paz
porque fomenta la paz interior. Ayuda a vivir en estado de gracia
santificante y a perseverar en el bien.
CONSERVEMOS EL ROSARIO.
Conservemos el Rosario en el corazón: grabando a
fuego el recuerdo-meditación-contemplación de los misterios de Cristo,
nuestro Redentor, Hijo de María Virgen.
Conservemos el Rosario en los labios: repitiendo
litánicamente las mejores oraciones que tenemos: Padre Nuestro, Ave
María y Gloria.
Conservemos el Rosario en las manos como arma
segura para la conversión, la santificación, la paz… como arma
privilegiada para defender la pureza del corazón y del cuerpo.
Vivamos predicando, transmitiendo y contagiando el Rosario como la mejor
manera de expresar nuestro amor filial a María.
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