Guía
didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
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- EL ROSARIO, ORACIÓN MEDITATIVA
(Según
Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae nn. 12-17).
1-EL ROSARIO, ORACIÓN MEDITATIVA.
1.1- El Rosario es oración
meditativa. Quiere decir que hemos de rezarlos con serenidad, tratando
de recordar y meditar los misterios de la vida Cristo. Así nos ayuda a
profundizar en el conocimiento, amor e imitación de Cristo, a
configurarnos con Él, a interceder por medio de Él y a poder anunciarlo
con el testimonio de vida y con la palabra.
1.2- Desde la experiencia y el
recuerdo de María, el Rosario es oración marcadamente meditativa. La
meditación es dimensión esencialmente necesaria. Lo contrario sería un
cuerpo sin alma, rutina, locuacidad (Mt.6,7). Requiere un ritmo
tranquilo, reflexivo... ver, recordar, meditar. contemplar... haciendo,
al menos, unos instantes de silencio al enunciar cada misterio.
Entonces, estamos celebrando el Rosario con los sentimientos del Corazón
de María.
2-RECORDAR A CRISTO CON MARÍA.
2.1- En el Rosario, meditamos la
vida de Cristo con María, actualizando los misterios de la salvación.
Dicha actualización se realiza eminentemente en la Liturgia, pero no
exclusivamente (S.C.10) porque no agota la riqueza de la vida
espiritual. Sigue siendo necesaria la oración personal incesante (S.C.12).
Véase la Ficha: el Rosario en la doctrina de los Papas.
2.3- El Rosario es oración
incesante. El Rosario es oración que brota de la Liturgia, la acompaña,
la enriquece y la sigue. El Rosario es recuerdo, meditación o
contemplación personal de los misterios de Cristo que ayuda a la
comunión y configuración con Cristo y a celebrar los tiempos litúrgicos.
3-COMPRENDER A CRISTO DESDE MARÍA.
3.1- El Rosario meditado nos ayuda
a comprender a Cristo desde María. María Madre es la criatura que mejor
conoce a Cristo. Por lo tanto, es la que mejor nos puede conducir a
conocerlo en su vida, en sus misterios y en su doctrina, a comprenderlo,
desde la Encarnación a la Resurrección, desde el anonadamiento a la
exaltación.
3.2- Para aprender a meditar la
vida de Cristo en el Rosario, vayamos a la “escuela de María” María es
la Maestra eficaz que mejor nos enseña a conocer y amar a Cristo, a leer
su vida en los misterios del Rosario. Así como María orientó a los
invitados de Caná hacia su Hijo, así nos orienta a nosotros en el
Rosario. Así como María perseveró en oración con los discípulos en
Pentecostés, así nos alienta a perseverar en la oración por medio del
Rosario. María es la “Maestra eficaz” que nos enseña a ser fieles a
Cristo con su ejemplo desde la Anunciación hasta la Resurrección y
Ascensión en la meditación del Rosario y que nos obtiene las gracias que
necesitamos para grabar y asimilar los misterios del Hijo y ser
cristianos consecuentes.
4.-CONFIGURARSE A CRISTO CON MARÍA.
4.1- La meditación del Rosario nos
configura a Cristo con María. Ella respira el misterio del Hijo porque
vive en intima comunión con Él. María se parece al Hijo y el Hijo,
también se parece a la Madre como dos amigos íntimos.
4.2- La espiritualidad cristiana
tiene como centro la configuración con Cristo: vivir las exigencias del
Bautismo según el Evangelio, vivir según la lógica de Cristo.
El Rosario ayuda a ello porque crea una asiduidad amistosa con Cristo,
con sus costumbres, sentimientos, palabras y gestos que van calando en
el alma. De esta manera, María, Madre y Educadora, nos va educando y
modelando según el Corazón de su Hijo.
4.3- Por eso, ser totalmente de
María ( que vive en Cristo y en función de Cristo) es la mejor manera de
ser totalmente de Cristo.
5-ROGAR A CRISTO CON MARÍA.
5.1- Cristo nos invita a orar con
insistencia (Mt. 7,7; Rom.8,26). María, cuando meditamos el Rosario,
viene en ayuda de nuestras necesidades como en Caná. Nos apoyamos en
Ella que nos muestra el camino (Jo.2, 3). María, “omnipotencia por
gracia”, intercede, ruega por nosotros, sale a nuestro encuentro.
6-ANUNCIAR A CRISTO CON MARÍA.
6.1- El Rosario meditado es
itinerario de anuncio de los misterios de Cristo en la oración,
catequesis, predicación, momentos difíciles... que ha marcado la labor
pastoral de la Iglesia durante siglos como lo confirman la vida y
predicación de Sto. Domingo de Guzmán y de los dominicos.
CONCLUSIÓN.
Hagamos el propósito de rezar el Rosario con serenidad, meditativamente,
como sentados a los pies de la Madre recordando la vida del Hijo,
haciéndola nuestra y propagándola.
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