Domingo 15º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 



 

DÉCIMO QUINTO DOMINGO – CICLO C
                 
 

Meditamos los misterios del Rosario con la Virgen María. Expresan el amor que Dios nos tiene: se ha hecho hombre y ha muerto en la Cruz porque nos ama. Nos mueven a hacer de toda nuestra vida una respuesta de amor y a cumplir amorosamente los Mandamientos de la Ley de Dios.

 

PRIMERA LECTURA. Deuteronomio, 30, 10-14.

Llamada a la conversión.

Dios llama a su pueblo a la conversión: Conviértete al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda el alma. Dios pide una conversión sincera y total. Se trata de dejar el pecado, especialmente la idolatría, el paganismo, la injusticia, el odio, el desprecio fraterno…
 

El camino de la conversión.

El camino positivo de la conversión es el cumplimiento de los Mandamientos: Escucha la voz del Señor tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley.

El cumplimiento de la Ley de Dios no es algo excesivo ni inalcanzable: lo tenemos al alcance de la mano. No es algo que está en el más allá ni lejano porque está escrito dentro de nosotros. Dice la Palabra de Dios: El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
 


 

Nuestra conversión:

Cristo nos seguirá marcando el camino de la conversión en el Nuevo Testamento: cumplir los Mandamientos divinos que se resumen en el amor a Dios y al prójimo, como veremos en la tercera Lectura.
 

Invocación mariana.

Santa María: Tú nos invitas a la conversión, especialmente por el rezo del Rosario. Ayúdanos a dejar el pecado y a convertirnos al amor que mueve al cumplimiento de los Mandamientos.

 

SEGUNDA LECTURA. Colosences. 1, 15-20

Jesucristo es el centro del Nuevo Testamento.

Jesucristo es el centro del Nuevo Testamento. Es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura porque es el Verbo –la Palabra- .que se ha hecho hombre: una Persona divina con dos naturalezas, la divina y la humana. Es Dios que habló a los hombres por medio del Hijo. Todas la cosas, en el cielo y en la tierra, han sido creadas por él y para él. Es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Todos los bautizados somos de Cristo porque somos miembros de su cuerpo, de la Iglesia. Es el primero en todo porque es el principio de toda criatura y el primogénito de entre los muertos. Es el gran reconciliador porque causa la paz por la sangre de su cruz.
 

Jesucristo es nuestro modelo.

Jesucristo es nuestro modelo por su ejemplar cumplimiento de la voluntad del Padre: por amor, se anonadó, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. ( Cf. Fil. 2, 5-9)

Nosotros participamos del amor de Cristo al Padre por el don de la gracia santificante recibida en el Bautismo. Por amor al Padre, en comunión con Cristo, fieles al Espíritu Santo, nos comprometemos a cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios.
 

Invocación mariana.

Santa María, modelo del amoroso y fiel cumplimiento de los Mandamientos de Dios y de su voluntad en todo momento. Enséñanos a guardar los Mandamientos divinos en comunión con tu Hijo Jesucristo, siguiendo tu ejemplo.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 10, 25-37.

El mandamiento más importante.

Un letrado preguntó a Jesús: ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús respondió: ¿Qué está escrito en la Ley?. El Letrado contestó: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo. Jesús le dijo: Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.

La respuesta de Jesús es de singular importancia. Si amamos a Dios con todo nuestro ser y al prójimo como a nosotros mismos, tenemos asegurada la vida eterna.
 


 

¿Quién es nuestro prójimo?

El letrado vuelve a preguntar a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús ilustra la respuesta con la parábola del buen samaritano. Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó es asaltado por unos bandidos que lo desnudan, lo apalean y lo dejan malherido en el camino. Pasan junto a él un sacerdote y un levita que no le prestan atención. Por fin, un samaritano se acerca al herido, le venda las heridas, lo monta en su cabalgadura, lo lleva a una posada y costea los gastos que pueda ocasionar hasta que se recupere.

Jesús pregunta quién es el prójimo del hombre malherido al letrado que responde: El que practicó la misericordia con él. Le dijo Jesús: Anda, haz tú lo mismo.

O sea, no podemos sentirnos ajenos y pasar de largo ante la desgracia del hombre que sufre violencia en el alma o en el cuerpo, que padece hambre espiritual o material, que no tiene vivienda digna, que pasa hambre… Tenemos que hacer lo que nos pide Jesús: practicar la misericordia.
 

Invocación mariana.

Santa María, modelo de amor a Dios sobre todas las cosas y de amor al prójimo como Madre y Corredentora. Enséñanos cómo amar a Dios con todo nuestro ser y cómo amar al prójimo como a nosotros mismos.

        



 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.