Domingo 20º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 



 

VIGÉSIMO DOMINGO – CICLO C
                 
 

         La Virgen María nos ofrece el Rosario como instrumento para obtener la conversión. Recemos el Rosario para dejar el pecado, para acoger la gracia de Cristo  y estar preparados para que la muerte sea un encuentro con el amor y la misericordia de Dios.

 

PRIMERA LECTURA. Jeremías 38, 4-6. 8-10.

El rechazo del Profeta Jeremías.

         Los príncipes piden al rey la muerte del profeta Jeremías porque no toleran su predicación: denuncia el pecado con valentía, anuncia el castigo de Dios e invita a la conversión.

         El rey entrega el profeta a los príncipes que lo arrojan a un aljibe  de lodo para que muera de hambre y el mismo rey lo rescata para que no muera.
 

Figura de Jesucristo.

         El Profeta Jeremías es figura de Jesucristo que no será aceptado porque denuncia el pecado y llama a la conversión. También, los príncipes y los sacerdotes rechazarán a Jesús, pedirán su muerte y les será entregado para que lo crucifiquen y muera en la cruz.
 

Invocación mariana.

         Santa María: Tú eres nuestra Madre y nos invita a la conversión, esto es, a creer en la palabra de tu Hijo Jesús, a convertirnos al Evangelio, a abrirnos a la gracia. Enséñanos cómo dejar el pecado para acoger a tu Hijo y abrirnos a su gracia.

 

SEGUNDA LECTURA.  Hebreos 12, 1-4.

Corramos al encuentro de Cristo.

         Aceptemos las exigencias del Evangelio de Cristo quitando lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos.

         Corramos al encuentro de Jesús con el esfuerzo de los corredores. Corramos con la mirada puesta en Jesús. Es la meta a alcanzar. Es el premio para siempre.
 

Sin cansancio ni desaliento.

         No os canséis ni perdáis el ánimo, nos dice el Apóstol. Miremos a Jesús  que soportó la oposición de los pecadores y murió en la cruz, sin miedo a la ignominia. No tengamos miedo, aunque tengamos que sufrir incomprensión y persecución. Cristo, muerto en la cruz, está de nuestra parte.
 

Invocación mariana.

         Santa María, entregada a tu Hijo sin reserva desde Nazaret hasta la Cruz. Alcánzanos la valentía que necesitamos para correr al encuentro de tu Hijo por el camino de la conversión y la gracia.

 

TERCERA LECTURA.  San Lucas 12, 49-53.

Abrir las puertas a Jesús.

         No tengamos miedo. Abramos las puertas a las exigencias del Evangelio de Jesús en la Iglesia.        

         Jesús quiere prendernos en su fuego. Es el fuego de su Espíritu. Que el fuego del Espíritu de Cristo prenda en nuestros corazones y encienda en nosotros la llama de su amor.
 


 

         Jesús quiere bañarnos en su sangre derramada hasta la última gota. Y su sangre nos lava, perdona y purifica en el Sacramento del Bautismo.         
 

Vivamos nuestra fe.

         Vivamos nuestra fe coherentemente. Sabemos que comporta división y persecución  porque el mundo no acepta los criterios de Cristo y su Evangelio. Pero seamos valientes: Cristo ha muerto por nosotros en la cruz y nos ofrece su gracia.
 

Invocación mariana.

         Santa María, Madre de la valentía desde Nazaret a la Cruz. Por eso, eres Corredentora. Sabemos que tu presencia maternal y tu mediación no nos faltan para recorrer el camino de Cristo con fidelidad hasta la muerte.

 



 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.