Domingo 25º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 



 

DOMINGO VIGÉSIMO QUINTO – CICLO C
                 
  

La oración del Rosario nos alcanza la gracia que necesitamos para dejar las injusticias, para vivir el Evangelio coherentemente, unidos a Jesucristo y para perseverar en la gracia.

 

PRIMERA LECTURA. Amós 8, 4-7.

La predicación de Amós.

La predicación de Amós es una llamada a la justicia social. Denuncia el enriquecimiento injusto por medio de la explotación del pobre, el fraude en la venta del trigo con medidas injustas, de productos adulterados, de engaños, de préstamos abusivos… Anuncia que el Señor pedirá cuenta de todo e invita a una conversión sincera.
 

El Señor pedirá cuentas porque Él es el dador de todos los bienes espirituales y materiales. Nosotros somos administradores de esos bienes que hemos de usar correctamente. Él nos pedirá cuentas del uso que hemos hechos de los bienes que nos ha dado. Abusar del prójimo y enriquecerse a costa del pobre no responde al plan de Dios.

Invocación mariana.

Santa María, modelo de justicia porque los bienes espirituales que recibiste, los pusiste al servicio de la Redención y los escasos bienes materiales los compartiste con los más necesitados. Enséñanos a saber administrar lo que Dios nos ha dado con los más pobres de alma y de cuerpo.

 

SEGUNDA LECTURA. Primera carta a Timoteo 2, 1-8.

La exhortación de San Pablo.

San Pablo nos exhorta a orar por la justicia y la paz, encomendando a todos los hombres, especialmente a los gobernantes y a los que tienen responsabilidades públicas, para que trabajen por el bien común y vivamos en paz: que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro...
 

La eficacia de la oración.

La eficacia de nuestra oración se apoya en Jesucristo que se hizo hombre y murió en la cruz por nosotros. Él es el Mediador entre Dios y los hombres, escucha nuestra súplica y quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
 

La necesidad de la oración.

Hoy tenemos necesidad y urgencia de oración. Nos dice San Pablo: Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones.
 

Estamos viviendo momentos difíciles y desconcertantes. Oremos intensamente para que el Señor nos conceda el amor, la reconciliación, la justicia y la paz.
 

Invocación mariana.

Santa Madre de Dios y Madre nuestra, nos acogemos bajo tu amparo y te presentamos nuestras suplicas. Sabemos que las acoges como Madre y las recomiendas ante tu Hijo. Alcánzanos la conversión que necesitamos para vivir como hermanos, hijos de nuestro Padre Dios que está en los cielos.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 16, 1-13.

El administrador injusto.

La parábola del administrador injusto nos enseña cómo hemos de usar de los bienes materiales.

El administrador derrocha los bienes. El amo le pide cuentas y lo despide. El administrador teme quedarse sin trabajo y tener que mendigar. Entonces llama a los deudores de su amo y les reduce notablemente la deuda. De esta manera ganará amigos a los que podrá acudir cuando pierda el trabajo. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
 

Somos administradores.

Nosotros somos administradores de los bienes que Dios nos ha dado. Para ser buenos administradores hemos de tener en cuenta al dueño de los bienes y a los que trabajan con nosotros.

El dueño de los bienes es Dios. Hemos de administrar los bienes de tal manera que nos sirvan para alcanzar el Reino de los cielos. No dependemos del dinero. Dependemos de Dios. No podemos servir a Dios y al dinero.

Hemos de tener en cuenta a los que trabajan con nosotros, pero tienen menos que nosotros. Son los pobres. Hemos de compartir con ellos los bienes que hemos recibido y ganarlos para el Reino de los cielos.
 


 

Invocación mariana.

Santa María: Tú eres privilegiadamente rica en bienes sobrenaturales y pobre en bienes materiales. Tú nos hace partícipes de los bienes de la gracia. Enséñanos a subordinar los bienes materiales a los bienes del espíritu, esto es, a servir a Dios, no al dinero, y a compartirlo con los pobres para alcanzar la salvación.


 



 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.