Domingo 29º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

    

MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.
 


 

 DOMINGO VIGÉSIMO NOVENO – CICLO C
          

El Rosario es fórmula sencilla y profunda de oración. Podemos hacer oración vocal recordando los misterios de Cristo. Oración mental profundizando en el contenido de los mismos misterios. Y oración contemplativa dejándonos amar y amando silenciosamente a Cristo.
 

PRIMERA LECTURA. Éxodo 17, 8-13.

La oración de Moisés.

Moisés pide ayuda a Dios orando con los brazos extendidos por la salvación de su pueblo, para liberarlo del enemigo Amalec. Aarón y Jur le sostienen los brazos hasta la puesta del sol, hasta ganar al enemigo.
 

Necesitamos orar.

Necesitamos orar, estos es, levantar la mente y el corazón a Dios para pedir la salvación eterna, la perseverancia en la gracia santificante, la fuerza de voluntad para ganar la batalla del bien sobre el mal. Hemos de orar también por el mundo para que Dios Creador y Redentor sea respetado, para que reine la paz y vivamos como hijos de Dios.
 


 

Invocación mariana.

Santa María: Tú eres la Omnipotencia suplicante que intercedes continuamente por los hermanos de tu Hijo. Enséñanos a orar en comunión contigo para alcanzar las gracias que necesitamos para nuestra salvación y la salvación del mundo.

 

SEGUNDA LECTURA. Segunda Timoteo 3, 14-4,2.

El camino de la oración.

El camino de la oración es la Palabra de Dios. Es el medio para ir adquiriendo la verdadera Sabiduría. Nos ayuda a conocer el plan del Padre que quiere la salvación de todos los hombres; la obediencia del Hijo que realiza la salvación nuestra salvación y el amor del Espíritu Santo que la impulsa.

Nuestra oración se encuadrará siempre dentro de este plan de salvación tratando de alcanzar su aplicación. Orar por la salvación personal y la de todos los hombres.

La oración nos ayuda, también, a profundizar en el conocimiento, amor e imitación de Cristo. Nuestra oración será pedir que nuestra vida sea conforme a las enseñanzas de Cristo bajo la guía del Magisterio de la Iglesia. Entonces, la oración nos hará fuertes para dar testimonio valiente de nuestra fe con la vida, con las palabras.
 

Invocación mariana.

Santa María: eres la Virgen orante que vives habitualmente sumergida en la contemplación del misterio de Dios. Enséñanos a orar, a dialogar con Dios como hijos con su Padre, a experimentar el amor que nos tiene, a vivir unidos a Él y a encontrar las fuerzas que necesitamos para ser sus testigos.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 18, 1-8.

Perseverar en la oración.

Jesús explica a sus discípulos la necesidad de orar siempre, sin desanimarse. Se sirve para ello de la parábola del juez que no temía ni a Dios ni a los hombres y que no escuchaba la demanda de una viuda que pedí justicia frente a su adversario. Pero el juez cede ante la insistencia de la viuda.

Dios escucha siempre nuestra oración y nos hace justicia. A veces no nos concede lo que pedimos. Pero es que no sabemos pedir lo que nos conviene para la salvación eterna. Dios busca siempre nuestra salvación y en función de ella nos concede lo que pedimos.
 


 

Orar confiadamente.

Oremos confiadamente. Dios es el Padre que escucha a sus hijos y nos concede lo que necesitamos para salvarnos. Así, Dios nos escucha siempre cuando pedimos bienes espirituales porque se refieren a la salvación. Cuando pedimos bienes materiales, Dios lo concede o no, según nos convenga para la salvación, aunque no lo entendamos en este mundo.

Oremos confiadamente, siempre y en toda circunstancia, porque Dios es el Padre que nos ama y siempre nos dará lo mejor.
 

Invocación mariana.

Santa María: Dios siempre te concede lo que pides porque tu oración es en plena conformidad con la voluntad del Padre. Enséñanos a orar en sintonía con la voluntad de Dios y a darle gracias porque siempre escucha nuestra oración y nos concede lo que necesitamos para la salvación.

 



 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.