PASCUA - CICLO B

Sexto Domingo


 

 

 

DOMINGO DE PASCUA
Ciclo B

 

Con María, meditamos los misterios gloriosos del Rosario. El triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, nos ayuda a profundizar en el amor que nos tiene. Es amor universal que abraza a todos los hombres de cualquier raza, pueblo y nación.

 

PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 10, 25-26. 34-35. 44-48.

Dios es amor universal.

Dios sale al encuentro de cada hombre y de cada mujer con un amor más fuerte que el pecado y la muerte. No tiene límites ni fronteras. Sale al encuentro del pueblo elegido, y también al encuentro de los paganos.
 


 

Cristo es la revelación del amor del Padre. Por amor se hizo hombre y salió al encuentro de los enfermos de alma y de cuerpo. Por amor murió en la Cruz y resucitó. Por amor sigue saliendo a nuestro encuentro y nos ofrece el sacramento del Bautismo en la Iglesia. Por la fuerza del Espíritu Santo, participamos de la vida divina, somos hijos adoptivos de Dios y herederos de la gloria.
 

Amor con amor se paga.

¡Amor con amor se paga! Hagamos de nuestra vida de bautizados una respuesta de amor, esto es, guardar los Mandamientos de la Ley de Dios, cumplir nuestros deberes cristianos por amor.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres Medianera entre Cristo y nosotros. Por eso, sales maternalmente a nuestro encuentro y nos ofreces a Cristo. Enséñanos a salir al encuentro de Cristo, abrirle nuestro corazón y perseverar en su gracia.

 

SEGUNDA LECTURA. Primera carta de San Juan, 4, 7-10.

La señal del cristiano.

La señal de que amamos a Dios y gozamos de su amistad, es el amor sincero entre hermanos porque somos hijos de Dios.

Si el amor que Dios nos tiene se manifiesta en Jesucristo que nos perdona el pecado y nos hace portadores del gozo de su intimidad, nosotros tenemos que reflejar ese mismo amor en la entrega caritativa.
 


 

La revolución del amor.

El mundo, los pueblos, las familias, las comunidades... necesitan la revolución del amor. Es la única fuerza capaz de superar las guerras, el terrorismo, los odios, las divisiones, las incomprensiones... Es la única fuerza capaz de ofrecer perdón, reconciliación, paz.

No lo olvidemos. Dios es amor, es, por lo tanto la clave de la verdadera paz. Si somos portadores sinceros de la vida de Dios, seremos constructores de la civilización del amor, de la paz.

La condición para la paz es la conversión del corazón, esto es, abrirnos al amor de Dios que es dejarnos inundar por la paz verdadera.
 

Invocación mariana.

Santa María, eres Madre y portadora de la paz de la Paz porque eres la Madre de Cristo. Concédenos la paz interior para ser sembradores de la paz que el mundo necesita.

 

TERCERA LECTURA. San Juan 15, 9-17.

Dios es Amor.

Dios es Amor. Estamos llamados a vivir en la intimidad de su amor. Cristo nos pide que permanezcamos en su amor como El permanece en el amor del Padre. Que experimentemos la alegría de ser sus amigos.
 

Somos amigos de Dios.

Somos amigos de Dios, llamados al gozo íntimo de su presencia si vivimos en su gracia que es amistad de comunión: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en nosotros; y nosotros en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Entonces, nuestra alegría llegará a su plenitud.

El mundo que nos rodea tiene crisis de amor, por eso está como triste, como crispado. Necesitamos una verdadera conversión: dejar la cultura del pecado y de la muerte, recuperar la gracia, vivir como hijos de Dios, ser portadores del verdadero amor, fuente de paz y alegría.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres la Madre de la paz verdadera que es Cristo. Somos discípulos de tu escuela. Enséñanos cómo abrir el corazón al amor de Dios, cómo expresarlo en el amor al prójimo y cómo ser constructores de la paz.

Recemos el Rosario para abrirnos al misterio de Cristo, para contemplarlo con la mirada de María y comprometernos con las exigencias del amor que Dios Padre nos da en Jesucristo por obra del Espíritu Santo.

 

 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.