LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Solemnidad

Ciclo B
 

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.
 

 



MEDITACIONES
 


Solemnidad
 
de la
Santísima Trinidad


DÉCIMO DOMINGO - CICLO B

 

Celebramos la Solemnidad de la Stma. Trinidad. Nuestra primera actitud es adorar el misterio de Dios, uno en la Trinidad, Trino en la Unidad.

Con la Virgen María, adoramos a la Stma. Trinidad después de cada misterio del Rosario: Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo...

Nuestra vida debe ser alabanza y gloria de Dios, Uno y Trino. Toda nuestra eternidad será conocer claramente a Dios en su unidad y en su trinidad, y rendirle gloria consiguiente.
 


 

PRIMERA LECTURA.
Libro del Deuteronomio, 4, 32-34. 39-40.

La grandeza de Dios.

La lectura del Deuteronomio nos invita a reflexionar sobre la grandeza de Dios. ¡Dios!. Es la palabra más grande que podemos pronunciar.

Dios ha hablado a su pueblo, lo ha guiado, lo ha salvado, y lo ha constituido para Él. Dios ha hecho maravillas: Reconoce y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro.

Dependemos totalmente de Dios en la niñez, en la juventud y en la ancianidad; en la salud y en la enfermedad; en la vida, en la muerte y en la eternidad. Él es nuestro Señor.

Dios nos marca el camino a recorrer: Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos.
 

Dios nos hace felices.

¡La felicidad! ¡Cuánto la necesita la sociedad de nuestro tiempo! Precisamos acercarnos a Dios, reconocer nuestra dependencia de Él y cumplir sus mandamientos. Solamente así ayudaremos a los hombres a encontrarse consigo mismo a la luz de Dios y a descubrir el camino de la verdadera felicidad.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres Virgen orante, adoradora excepcional del misterio de Dios. Participas privilegiadamente de su naturaleza divina por que eres la llena de gracia. Por eso, conoces y experimentas la verdadera felicidad.

Enséñanos cómo nuestra vida ha de ser adoración del misterio de Dios y cómo hemos de ser fieles a la gracia para alcanzar la verdadera felicidad.
 


 

SEGUNDA LECTURA. Romanos, 8, 14-17.

La cercanía de Dios.

El Misterio de Dios no es algo distante y extraño a nosotros mismos. Como nos enseña S. Pablo, somos hijos adoptivos de Dios por la fuerza del Espíritu Santo. No hemos recibido un espíritu de esclavitud para recaer en el temor; sino un espíritu de adopción que nos hace exclamar: ¡Abba! (Padre). Porque somos hijos, somos también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo.
 

La comunión trinitaria..

Somos hijos adoptivos de Dios por la gracia recibida en el Bautismo. O sea, participamos de la naturaleza divina, vivimos en comunión: Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, habita en nosotros; y, nosotros, en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el núcleo de la vida cristiana. ¡Somos morada de Dios!. ¡Estamos inhabitados por la Stma. Trinidad.
 

Cultivar la comunión trinitaria.

Vale la pena cultivar la presencia sobrenatural de la Stma. Trinidad en el alma. Así lo hacemos cuando frecuentamos los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía. Cuando nos ejercitamos en la virtud sobrenatural. Cuando rezamos y hacemos oración. Cuando aceptamos la centralidad de la Cruz. Cuando reconocemos la presencia maternal y medianera de la Virgen María con el Rosario en el corazón, en los labios y en las manos.
 

Invocación mariana.

Dios te salve María, llena eres de gracia, de toda la gracia que necesitas para ser Madre de Dios. Por eso, vives privilegiadamente la comunión trinitaria. Enséñanos a ser fieles al don de la gracia que hemos recibido para perseverar en la comunión trinitaria. Ésta es la gran urgencia que experimentamos.

 

TERCERA LECTURA. San Mateo 28, 16-20.

La misión principal de la Iglesia.

La misión principal de la Iglesia según el mandato recibido de Cristo es: ir por el mundo entero ofreciendo el conocimiento y el amor de Jesucristo, bautizando en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñando el camino de la salvación.
 

Nuestra acción de gracias.

En la Solemnidad de la Stma. Trinidad, damos gracias a Dios porque hemos recibido el conocimiento y el amor de Jesucristo; porque hemos sido bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; porque nos sentimos en el camino de la salvación si somos fieles al don recibido.
 

Jornada de oración por la vida contemplativa.

La Iglesia nos pide que hoy recordemos a los monjes y monjas contemplativos. Oremos para que sean fieles a su vocación y misión: vivir totalmente dedicados al misterio de Dios. Los necesitamos. Son los brazos extendidos en continua adoración que interceden por la salvación del mundo.
 


 

Invocación mariana.

Invocamos a María como Hija predilecta del Padre, como Madre del Hijo, y como Esposa del Espíritu Santo. María es la singularmente llena de gracia, Morada privilegiada de la Stma. Trinidad.

Los misterios del Rosario nos recuerdan el plan de Dios Padre que nos envía a su Hijo por obra del Espíritu Santo para nuestra salvación. Renovamos el propósito del rezo diario del Rosario para obtener la gracia de ser fieles a la obra del Espíritu Santo que nos impulsa al conocimiento y amor del Hijo, para gloria del Padre.



 


 


 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.