|
La crucifixión y muerte del Señor
LECTURA EVANGÉLICA.
Lo crucificaron a él, y, con él, a otros dos, uno a cada lado y Jesús en
medio. Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre. Jesús, al ver a su Madre y
cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a
tu hijo. (Cf. Jo. 19, 18-30)
MEDITACIÓN.
Cristo clavado en la
Cruz es la realización suprema del amor que Cristo nos tiene. Nos postramos
ante el crucifijo para adorar al Hijo de Dios hecho hombre por nosotros y
por nuestra salvación, para dar gracias al Padre porque nos revela todo su
amor en el Hijo para salvarnos, para pedir perdón por nuestros pecados que
son causa de tanto dolor, para reparar en comunión con Cristo clavado en la
Cruz.
María está junto a la
Cruz. Es Testigo excepcional de lo que allí esta pasando. Ella acoge en su
corazón las palabras del Hijo, las va repitiendo y las vive en comunión con
Él.
María también perdona nuestro pecado porque
no sabemos lo que hacemos y comprende nuestra debilidad. María intercede
para que el Hijo acoja nuestra oración y nos abra las puertas del Cielo.
María acepta gozosamente su tutela maternal sobre nosotros: es nuestra Madre
y nosotros somos sus hijos. María penetra el sentido del abandono que
experimenta el Hijo que es, en realidad, cargar con el abandono que el
hombre experimenta con el pecado. María participa de la sed ardiente de
almas que tiene el Hijo y nos invita a la conversión en el rezo del Rosario.
María está satisfecha del Hijo que cumple el mandato del Padre en medio de
tanto dolor. María consuma su entrega en comunión con el Hijo que entrega su
espíritu al Padre.
|
Las Oraciones del Rosario
*
PADRE NUESTRO:
Rogamos a Dios.
Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
* AVE MARÍA:
Repetimos la Salutación del Ángel y Santa Isabel a la Virgen María.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
* GLORIA:
Alabamos a la Santísima Trinidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora, y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
|