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EL ADVIENTO CON MARÍA 1er Domingo de Adviento CICLO C Autor: Fr.
Carlos Lledó López O.P. |
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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTOCICLO C
Celebramos los misterios gozosos del Rosario con la Virgen María. Con Ella, nos disponemos a recordar agradecidos la primera venida del Señor, su nacimiento en Belén. Con Ella, nos preparamos para la segunda venida del Señor que volverá triunfante para juzgar a vivos y muertos.
PRIMERA LECTURA. Jeremías 33, 14-16 El Adviento del pueblo escogido. El profeta Jeremías orienta el adviento del pueblo escogido hacia la venida del Mesías. Es un pueblo derrotado y humillado por la destrucción de Jerusalén. El oráculo del Profeta levanta los corazones y los abre a la esperanza de la salvación.
Se trata del cumplimiento de la promesa del
Señor: la nueva y definitiva alianza que se realizará en la sangre de
Cristo. Cristo será el vástago legítimo (de David), que hará
justicia y derecho en la tierra en el sentido salvífico de la
expresión bíblica. Nuestro Adviento.
La primera invitación del Adviento es
prepararnos para recordar agradecidos el acontecimiento más grande de la
historia. El oráculo del Profeta se ha cumplido. ¡Cristo ha nacido en
Belén!. Nuestra adoración ha de ser más intensa, si cabe, para adorar y
dar gracias a Dios por el nacimiento virginal del Hijo en la noche de
Navidad. Cristo nace en la noche, y nosotros adoramos el misterio de su
presencia en la noche, centrados en la Eucaristía. Cristo se abre paso
como luz en medio de las tinieblas de la noche. Por eso, nos sentimos
llamados a interceder por el mundo envuelto en las tinieblas de la noche
del pecado para que se abra a la luz de Cristo.
El Adviento nos recuerda, también, que
hemos de vivir preparados para la segunda venida del Señor. La Iglesia
denomina el adviento como tiempo fuerte porque es tiempo de llamada
a la conversión, a recuperar la gracia, a poner los medios para perseverar
en ella como son los sacramentos y, especialmente, la Reconciliación y la
Eucaristía, a practicar las virtudes cristianas... Invocación mariana. Santa María del Adviento, Modelo de la espera de Cristo, abandonada en la Palabra de Dios. Enséñanos a vivir en tensión de Adviento preparando la venida del Señor con una vida más intensa de sacramentos, de oración y de virtudes.
SEGUNDA LECTURA. 1ª Tesalonicenses 3, 12-4, 2 Las virtudes del Adviento. El Apóstol San Pablo nos recuerda lo que podemos llamar virtudes del Adviento.
El Siervo de Dios, Juan Pablo II dice
comentando el texto de San Pablo: Cobrad ánimo y levantad la cabeza
porque se acerca vuestra liberación: la confianza y la vigilancia son las
virtudes que se requieren en el Adviento. Vigilancia sobre todo en la
oración, que nos hace dignos de presentarnos ante el Salvador y Juez de
todos, que quiere que se consoliden vuestros corazones con santidad...
Pablo pide al Señor no sólo que crezcamos en el amor, sino que nos haga
rebosar de él. Pide que este amor sea mutuo dentro de la comunidad y hacia
todos, es decir, dirigido hacia los creyentes y no creyentes (Hom.
Dom. 1º Adv. B.1991). Nuestro compromiso.
Nos comprometemos a perseverar en la
oración y a intensificarla como trato de amistad. En la oración,
descubrimos el fundamento de la caridad fraterna porque el Adviento
preanuncia el amor de Cristo hasta el extremo (Cf. Jo.13, 1) y la
resonancia de su mandato: Un precepto nuevo os doy: que os améis los
unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente
(Cf. ibid. 34). Invocación mariana. Santa María del Adviento: Tú eres modelo de amor a Dios y de amor a todos los hombres. Enséñanos cómo amar a Dios con todo nuestro ser y a todos los hombres como hermanos.
TERCERA LECTURA. San Lucas 21, 25-28. La segunda venida del Señor. La palabra del Evangelio confirma la segunda venida del Señor, las señales que le precederán y la necesidad de estar preparados.
Comenta el Siervo de Dios, Juan Pablo II:
"El evangelista, de acuerdo con el estilo y las antiguas fórmulas de
descripciones proféticas y apocalípticas, resume en la imagen de la
catástrofe el mensaje de la purificación necesaria y del juicio del
mundo. Al mismo tiempo anuncia el triunfo de Dios sobre toda fuerza del
mal, con la aparición de los cielos y tierras nuevos. Incluso se evoca el
desconcierto del cosmos y la turbación de los corazones como preludio de
la venida del Hijo del hombre" (ut s.). Necesidad de purificación. Los signos de purificación han de preceder a la segunda venida del Señor. Hemos de purificarnos activamente de la cultura del pecado y de la muerte para abrirnos a la cultura de la gracia, de la santidad y de la vida. Hemos de ayudar al mundo necesitado de purificación porque está envuelto en la confusión, en la angustia, en la injusticia, en el odio, en la muerte...
La vida sacramental, la oración intensa, la
práctica de la virtud, especialmente de la caridad... son signos positivos
de purificación personal y colectiva o social.
Invocación mariana. Santa María del Adviento que supiste esperar en medio de tanta contradicción. Enséñanos a saber esperar la celebración gozosa de la Navidad y a vivir preparados para la segunda venida de Cristo. Te lo pedimos renovando nuestro compromiso del rezo y meditación de los misterios de tu Hijo en el Rosario. |
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