EL ADVIENTO CON MARÍA
3er Domingo de Adviento

CICLO B

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 


MEDITACIONES

 

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

CICLO B

 

 

Meditamos los misterios gozosos del Rosario con la Virgen María. Ella es modelo del Adviento porque nos enseña a preparar la venida de Cristo y a recibirlo en la noche de la Navidad. Ella es causa de nuestra alegría porque nos ofrece el Salvador.
 

PRIMERA LECTURA Isaías 61,, 1-2ª. 10-11.

La cualidades del Mesías.

El Profeta Isaías proclama la alegría al mundo porque anuncia proféticamente las cualidades del Mesías. Lo hace con fuerza. Es tan fuerte el deseo de liberación que lo presenta como un hecho ya realizado.

El Mesías es el consagrado de Dios: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Tiene como misión proclamar el año de gracia del Señor. Esto es: anunciar la buena noticia del perdón universal, de sanar las heridas del pecado, de liberar de la esclavitud del mal, de ofrecer la verdadera vida.
 

Mensaje de alegría.

El anuncio de la venida inminente del Salvador causa alegría desbordante: Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios. Cantamos al amor de Dios que me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo.

El Adviento es el anuncio de la manifestación del amor de Dios que nos cubre y se expresa en imagen nupcial como novio que se pone la corona o novia que se adorna con sus joyas.

Estamos alegres y cantamos al Señor porque su venida producirá frutos de santidad y justicia, de reconciliación y de paz.
 

Invocación mariana.

Santa María del Adviento: Tú eres causa de nuestra alegría porque llevas a nuestro Salvado al calor de tu corazón y nos lo ofreces la Noche de la Navidad. Enséñanos a preparar nuestros corazones para la venida de Cristo, a dejarnos amar por Él y a desbordar el gozo de su presencia.

SEGUNDA LECTURA Tesalonicenses, 5, 16-24.

Vivir alegres.

San Pablo nos insta a vivir alegres: Estad siempre alegres. Estamos alegres y somos felices porque Cristo ha sido concebido y va a nacer de María Virgen por obra del Espíritu Santo. Estamos alegres porque Cristo nace en nuestros corazones por el don de la gracia bautismal, porque la gracia nos introduce en la comunión trinitaria, porque somos hijos adoptivos de Dios y herederos del Reino.
 

Perseverar en la oración.

Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

Son los medios para mantener la alegría verdadera. Necesitamos orar como trato de amistad. Esto es: dejarnos amar por el Señor, decirle que lo amamos para ser testigos de su amor. Oración centrada en la Eucaristía donde se renueva el amor que Cristo nos tiene hasta el extremo y entramos en el círculo de su intimidad.
 

Ser fieles al Espíritu.

No apaguéis el Espíritu. Seamos fieles al Espíritu Santo para saber discernir el bien del mal, para no pecar, para perseverar y crecer en la santidad. Entonces, Dios nos consagrará totalmente, en alma y cuerpo, y nos protegerá hasta la segunda venida del Señor.

Vivimos confiados y alegres, sin miedo porque El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres Madre y causa de nuestra alegría porque eres la llena de gracia y portadora del misterio de Dios hecho hombre al calor de tu corazón. Enséñanos a perseverar en la vida de la gracia para ser testigos de la alegría que causa la presencia de Cristo en el mundo y en nuestras almas.

 

TERCERA LECTURA San Juan 1, 6-8. 19-28.

Juan el Bautista, heraldo de la alegría.

Porque da testimonio de la luz verdadera que ya se ha encendido. Es Cristo que ilumina el mundo disipando las tinieblas del error y del mal, del pecado original y, consecuentemente, del pecado personal...

Cristo es la idea eternamente luminosa de Dios que nos ofrece la solución al pecado, que alumbra en nuestros corazones. Es la verdad y el amor. Es la causa de nuestra alegría.


 

La misión de Juan el Bautista.

Es la voz: Yo soy la voz. Para que exista la voz, tiene que existir la palabra. La Palabra es el Verbo de Dios. Adoramos el misterio de la Palabra, hecho carne al calor del corazón de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Es el misterio de nuestra Redención.

Es la voz que grita: Allanad el camino del Señor. No tengamos miedo, abramos las puertas a Cristo por la conversión, recuperando la gracia en el sacramento de la Reconciliación.
 

Invocación mariana.

Santa María del Adviento. Tú eres el resplandor de Cristo porque eres Madre de la Luz. Tú eres voz auténtica de la Palabra que has engendrado.

Madre del Rosario: enciende en nosotros la Luz verdadera que es Cristo, háblanos de tu Hijo, enséñanos cómo dejarnos penetrar de la Luz y cómo hacer vida sus enseñanzas.



 


          




 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.