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EL ADVIENTO CON MARÍA 4º Domingo de Adviento CICLO B Autor: Fr.
Carlos Lledó López O.P. |
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CUARTO DOMINGO DE ADVIENTOCICLO B
Próxima la noche de Navidad, nos disponemos a adorar el Misterio del nacimiento de Ntro. Señor Jesucristo en Belén, meditando el tercer misterio gozoso del Rosario. Con María, nos acercamos a Belén para adorar al Niño Jesús y dar gracias a Dios.
PRIMERA LECTURA. Segundo libro de Samuel 7, 1-5. 8b-11. 16.Gratitud de David. David,
agradecido al Señor que le ha dado la victoria y la paz, manifiesta al
Profeta Natán su propósito de construir un templo digno para el arca del
Señor. Será Salomón el que lo realice por designio de Dios. Los motivos de gratitud. David recuerda agradecido las promesas del Señor a él y a su pueblo. El Señor lo eligió, siendo pastor, para que fuera jefe del pueblo de Dios. Le promete acompañarlo en todas sus empresas y le da la victoria sobre sus enemigos. Lo hará famoso como a los más famosos de la tierra. El Señor
otorgará un puesto destacado a su pueblo, lo librará del peligro de los
animales y de los hombres, vivirá sin sobresaltos en paz con todos su
enemigos. Le dará una dinastía, una casa y un reino que durarán por
siempre en mi presencia y su trono durará por siempre. Nuestra actitud. El Adviento
nos invita a la acción de gracias al Señor porque sus promesas se han
cumplido plenamente en Jesucristo, nacido de la dinastía de David (Cf. Mt.
1, l; 22, 42). El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el
Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por
los siglos, y su reino no tendrá fin (Cf. Lc. 1, 32-33. Rom. 1, 3). Invocación mariana. Santa María del Adviento: contigo proclamamos el salmo 88: Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciando la fidelidad del Señor y el cumplimiento de las promesas hecha a David. Enséñanos a
postrarnos contigo ante Jesús para adorarlo y dar gracias al Padre que
cumple sus promesas por Jesucristo en el amor del Espíritu Santo. SEGUNDA LECTURA. Romanos 16, 25-27. Un himno de gratitud. Es la doxología de la carta de S. Pablo a los. Romanos. Un himno de alabanza al Padre por medio de Jesucristo: Al que puede forta1ecernos... al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Es la forma de agradecer al Padre la encarnación de Jesucristo. Implica el reconocimiento de la Sabiduría y el Poder del Padre. La Sabiduría de Dios que se manifiesta en la Encarnación del Verbo como única solución posible y definitiva a la enemistad creada por la dimensión infinita del pecado. El Poder de
Dios que nos redime y nos retorna como hijos adoptivos por la gracia y nos
fortalece para ser fieles al Evangelio en la Iglesia. Contenido. Es un canto a la proclamación del misterio de Cristo según el Evangelio. Es el contenido central de la Evangelización: dar a conocer el misterio de Cristo, Hijo de Dios, Dios como el Padre, que se hace hombre por nosotros y por nuestra salvación según el decreto del Padre. Es un
misterio con destino universal, que ha de ser predicado "para traer a
toda las naciones a la obediencia de la fe", esto es, para hacer llegar
a todos los hombres el conocimiento, y el amor de Jesucristo y ponerlos en
el camino de la salvación. Invocación mariana. Santa María del Magnificat: contigo damos gracias al Padre por su decreto de salvación, al Hijo por su obediencia hasta la muerte y muerte de Cruz, y al Espíritu Santo que impulsa amorosamente la obra de nuestra salvación. Madre de Dios y Madre nuestra: enséñanos a profundizar en el conocimiento y amor de Jesucristo, y a vivir según el Evangelio dando testimonio de nuestra fe en medio del mundo.
TERCERA LECTURA. San Lucas, l, 26-38. Dios quiso tener una Madre. Damos gracias
al Padre que quiso asociar a María a la Historia de la Salvación como
Madre. de Jesucristo por obra del Espíritu Santo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso
el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Las prerrogativas de María. María será la
llena de gracia, de toda la gracia que necesita para ser la Madre
de Dios. Concebida sin pecado original porque tenía que ser un templo
purísimo para albergar el misterio de la Encarnación. La siempre Virgen,
un santuario viviente, sin fisuras, al que sólo el Espíritu Santo podía
acercarse. La respuesta de María. La Virgen María, consciente y libremente, se entrega como mujer, de forma total, en alma y cuerpo, al servicio de la Redención. Expresa su
entrega con sentido de responsabilidad en forma de esclavitud en el amor:
Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Comienza a ser la Madre de Dios cooperando de forma singular a la obra de
la Redención. Invocación mariana. María, Madre y Virgen, Tú eres es el prototipo de nuestra preparación para acoger y celebrar el misterio de la Navidad, esto es; para acoger a Jesucristo y hacer de nuestra vida un sí sostenido viviendo el Evangelio con todas sus consecuencias. Enséñanos preparar nuestros corazones con sabor de amor caliente para que Jesús entre en nosotros y Él lo ocupe todo.
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