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Domingo 15º del Tiempo Ordinario - CICLO B - Autor:
Fr. Carlos Lledó López O.P. |
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Guía didáctica
apropiada para
DÉCIMO
QUINTO
DOMINGO – CICLO
B La meditación de la vida Cristo en el Rosario nos ayuda a profundizar en el ser y el obrar de nuestra vida cristiana. El Padre nos ha elegido en Cristo para ser santos con la fuerza del Espíritu Santo. La Virgen es la Madre y Maestra que nos enseña cómo configurarnos con Cristo para responder al plan del Padre.
PRIMERA LECTURA. Profeta Amós 7, 12-15. La elección del profeta.
El Señor elige a Amós para que sea su profeta: Ve
y profetiza a mi pueblo de Israel. La misión del profeta es instruir
al pueblo sobre los libros sagrados, anunciar la venida del Mesías y
denunciar el pecado. Las cualidades del profeta. El profeta no es un profesional o un técnico humano que vive de su salario. Es un elegido por Dios para una misión trascendente. Esto no lo entiende el pueblo. Por eso, Amasías, sacerdote de Betel, insta al profeta a que se marche de la Casa de Dios, que viva de su salario y los deje tranquilos.
Amós responde que Él no es un profesional, sino un
pastor y hortelano, elegido por Dios para una misión que no es humana:
El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo
Israel. La prefiguración de Cristo.
El profeta Amós prefigura a Cristo. Cristo será el
Profeta por antonomasia, elegido por el Padre, que anunciará el Reino de
los cielos y nos invitará a la conversión. Cristo no será aceptado por los
suyo, será rechazado, crucificado, y morirá en la cruz. Invocación mariana.
María, elegida por Dios para ser Madre del Hijo por
obra del Espíritu Santo. Tú acogiste a Cristo plenamente y te entregaste a
tu misión maternal y corredentora sin condiciones. Enséñanos a decir sí al
plan de Dios sobre nosotros, a entregarnos sin condiciones.
SEGUNDA LECTURA. Efesios, 1, 3-14. Elección universal.
San Pablo da gracias al Padre porque todos hemos
sido bendecidos, elegidos y predestinados en Cristo:
Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Bendecidos en Cristo.
Hemos sido bendecidos en la persona de Cristo con
toda clase de bienes espirituales y celestiales porque hemos recibido
la gracia santificante que nos hace partícipes de la naturaleza divina,
que nos introduce en la comunión trinitaria, que nos hace hijos adoptivos
de Dios y herederos de la gloria. Elegidos en Cristo.
Hemos sido elegido en Cristo para ser santos e
irreprochables ante él por el amor. Ser santos perseverando en la vida
sobrenatural de la gracia por los medios que el mismo Cristo nos ofrece en
la Iglesia, principalmente por los sacramentos y centralmente por la
Eucaristía. Ser irreprochables por el amor teologal que mueve la práctica
de las virtudes sobrenaturales. Predestinados en Cristo.
Hemos sido destinados en Cristo a vivir como hijos
del Padre, cumpliendo su voluntad y dando gloria a Dios. Llamados a ser profetas.
Somos profetas porque tenemos la obligación de
proclamar a Dios con la palabra y, sobre todo, con el testimonio de vida,
aunque seamos incomprendidos, rechazados y amenazados de muerte. Tenemos
la fuerza del Espíritu Santo que nos ha marcado como discípulo de Cristo
en el Bautismo. Invocación mariana. Santa María: tú eres privilegiadamente bendecida, elegida y predestinada para ser la Madre de Dios. Tú eres profeta excepcional porque proclamas las grandezas del Señor y nos atraes a la conversión. Enséñanos a ser fieles al designio de Dios sobre nosotros.
TERCERA LECTURA. San Marcos 6, 7-13. La iniciativa de la elección.
La iniciativa de la elección es del Padre por Cristo
en el Espíritu Santo. Es el Padre el que nos elige en el Hijo desde toda
la eternidad por obra del Espíritu Santo. La elección de los Doce. Jesús llamó a los doce y los fue enviando para anunciar el Reino de los cielos, para llamar a la conversión, con autoridad para sanar a los enfermos de alma y cuerpo.
Los Doce han de hacer el camino, abandonados en la
Providencia, sin pan ni alforjas ni dinero, acogidos a la
hospitalidad...
Nuestra elección.
Cristo también nos ha elegido a nosotros. Por eso
hemos recibido el Bautismo que nos consagra. Nos sigue eligiendo para el
sacerdocio, para la vida religiosa, para el matrimonio... y nos envía al
mundo para que seamos profetas según el don de la vocación específica que
hemos recibido. Invocación mariana. María: Tú has sido elegida para ser Madre-Virgen de Cristo por obra del Espíritu Santo. Consecuentemente, eres nuestra Madre. Tú sales a nuestro encuentro para que digamos sí a Cristo y nos enseñas cómo proclamar su nombre según el don que hemos recibido del Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo.
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