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Domingo 17º del Tiempo Ordinario - CICLO A - Autor:
Fr. Carlos Lledó López O.P. |
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Guía didáctica
apropiada para
DÉCIMO
SÉPTIMO
DOMINGO – CICLO A. El Rosario nos permite contemplar a Cristo con la mirada de María. La meditación asidua de los misterios del Hijo no va marcando el camino para alcanzar la verdadera sabiduría que es Dios, Verdad y Amor. Rezamos el Rosario para pedir la Sabiduría.
PRIMERA LECTURA. Primer Libro de los Reyes, 3, 5. 7-12. La oración de Salomón. El Señor dice a Salomón en sueños: Pídeme lo que quieras. Salomón reflexiona. Se reconoce joven –un muchacho- , sin experiencia para gobernar un pueblo inmenso e incontable, heredado de su padre David.
El joven Salomón pide un corazón dócil a la voluntad
del Señor para gobernar, para discernir el mal del bien, para aplicar
rectamente la justicia, para hacer el bien... para respetar la ley de
Dios. La respuesta de Dios. Dios se complace en la oración de su siervo porque no ha pedido bienes materiales: vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigo. Por eso, Dios le concede un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.
Un corazón sabio, capaz de conocer la existencia de
Dios, de adorarlo, de respetar sus leyes. Un corazón inteligente que
gobierne desde la sabiduría buscando el bien común, la paz, la justicia,
la equidad... el recto orden. Nuestra oración de petición.
Nosotros pedimos la verdadera sabiduría: el don de
la fe viva. Conocer y adorar a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo.
Consecuentemente, respetar a Dios y cumplir amorosamente sus leyes,
subordinando el orden natural al sobrenatural. Invocación mariana. Madre de la Sabiduría porque eres la Madre de Dios. Al ofrecernos a Cristo, nos está ofreciendo la Verdad y el Amor. Te pedimos nos alcance el verdadero conocimiento de Dios y la salvación.
SEGUNDA LECTURA. Romanos, 8, 28-30. La verdadera sabiduría.
La verdadera sabiduría es alcanzar a Dios y vivir en
su verdad y amor, abrirnos a él, hacer su voluntad en todo, entregarnos a
sus designios de santidad, de salvación... El camino es Jesucristo. Cristo es nuestro Hermano mayor. En Él está la plenitud de gracia y santidad que deriva hacia nosotros y nos permite vivir en comunión con Él. Es el modelo a imitar. En Cristo hemos sido predestinados y llamados a y ser santos en nuestro estado de vida. Por eso, es camino para alcanzar la verdadera sabiduría
En Cristo hemos sido justificados por su Sangre y
seremos glorificados en el Cielo. Por eso, en Él, gozaremos de la
sabiduría de Dios. Invocación mariana. Madre de Dios: Tú eres la llena de gracia, excepcionalmente predestinada y santificada. Enséñanos a vivir en el amor de Dios, a permanecer unidos a Cristo, a perseverar en la gracia, a fundamentarnos en la verdadera sabiduría.
TERCERA LECTURA. San Mateo, 13, 44-52. Nuestro propósito.
Nuestro propósito es adquirir la sabiduría, esto es,
la verdad y el amor de Dios. Para ello, hemos de vivir, ante todo y sobre
todo, en estado de gracia santificante y perseverar en ella por medio,
principalmente, de la frecuencia del sacramento de la Confesión y de la
centralidad de la Eucaristía. Supone. Dejar criterios naturalistas condicionantes, evitar el pecado y sus esclavitudes, no contagiarnos del mal que convive con nosotros (la red barredera)... para librarnos del riesgo de condenación eterna. Entonces, estamos en condiciones de adquirir el tesoro escondido y la perla preciosa, esto es, la verdadera sabiduría: la gracia santificante y el amor de Dios que nos consagra , que nos hace hijos adoptivos de Dios y herederos del Reino.
Consecuentemente, nuestra vida se convertirá en un
acto de donación y entrega de amor a Dios y al prójimo. Entonces, ya en
este mundo, estaremos dando gloria a Dios reconociendo su sabiduría y
participando de ella. Invocación mariana. Dios te salve María, Hija, Madre y Esposa de la Sabiduría. Enséñanos a vivir como hijos de la sabiduría cumpliendo amorosamente la voluntad del Padre, a ser hermanos en comunión con Jesucristo que nos comunica la sabiduría, y a ser fieles al Espíritu Santo que nos prende en el fuego de la sabiduría.
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