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Domingo 22º del Tiempo Ordinario - CICLO C - Autor:
Fr. Carlos Lledó López O.P. |
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Guía didáctica
apropiada para
DOMINGO
VIGÉSIMO
SEGUNDO
– CICLO
C La meditación de los misterios del Rosario nos van mostrando las virtudes de Cristo que hemos de ir asimilando. La vida de Cristo nos inculca amor, misericordia, humildad, perdón… Aprendamos a imitar a Cristo en la Escuela de María.
PRIMERA LECTURA. Libro del Eclesiástico (Sirácida) 3, 19-21. 30-31. Las virtudes del creyente. El hombre creyente es, ante todo, humilde porque adora a Dios, vive sometido a Él y reconoce su grandeza. Todo lo refiere a Dios. Consecuentemente, también es humilde ante los hombres y querido por todos. El hombre que se hace pequeño ante las grandezas humanas será especialmente querido por Dios que revela sus secretos a los humildes y sencillos. El hombre soberbio (el cínico) que vive centrado en sí mismo sin referencia a Dios, no tiene remedio y será rechazado.
Consecuentemente, hemos de aprender a valorar las
cosas pequeñas de la vida diaria que, movidas por el amor teologal, se
convierten en cosas grandes ante Dios. Invocación mariana. Virgen humilde y sencilla con la pequeñez de la esclava, enséñanos a ser humildes y sencillos reconociendo la grandeza de Dios y a vivir entregados al servicio de los hermanos.
SEGUNDA LECTURA. Hebreos 12, 18-19. 22-24ª. El falso comportamiento cristiano.
El comportamiento cristiano no es un
comportamiento humano que se realiza en los bienes tangibles de este
mundo. El falso comportamiento cristiano está condicionado por el
humanismo condicionante e intranscendente, por el relativismo que niega
el valor de los principios, por el subjetivismo que pasa de toda norma o
por el irenismo falaz que lo acepta todo sin distinguir entre el bien y
el mal. El verdadero comportamiento cristiano. El verdadero comportamiento cristiano es trascendente con la mirada puesta en el cielo. Está centrado en Jesús. Por Él, nos hemos acercado a la ciudad de Dios vivo, Jerusalén del cielo, a los ángeles y a los santo.
Por lo tanto, hemos de vivir y obrar en comunión
vital con Jesucristo perseverando y creciendo en la gracia sobrenatural,
fieles al Evangelio en la Iglesia, cumpliendo los Mandamientos de la Ley
de Dios, actuando con criterios de fe, apoyados en la esperanza con la
mirada puesta en el cielo, movidos por la caridad que es entrega en el
amor a Dios y al prójimo. Invocación mariana. Santa María: Tú eres la llena de gracia y, por eso, prototipo de comportamiento cristiano por tu comunión con Jesucristo y por la práctica heroica de las virtudes. Ayúdanos a perseverar en la gracia sobrenatural en comunión con tu Hijo y a practicar las virtudes cristianas con la mirada puesta en el cielo donde esperamos alcanzar la plenitud del amor.
TERCERA LECTURA. San Lucas 14. 1. 7-14. ¿Cómo presentarnos ante Dios?
¿Cómo presentarnos delante de Dios cuando Él nos
llame? Nos presentaremos sin nada de este mundo. No contarán las
riquezas, ni los títulos nobiliarios, ni la condición social, ni los
derechos y privilegios... Nos presentaremos en pobreza total. Nacemos
sin nada y sin nada moriremos.
Delante de Dios, sólo contará la riqueza
sobrenatural de la gracia santificante recibida en el Bautismo en la que
esperamos crecer por la misericordia de Dios. Por lo tanto. Nos acogemos a la misericordia de Dios y pedimos crecer y perseverar en la gracia sobrenatural por medio de los sacramentos, de la práctica de las virtudes cristianas, de la oración perseverante, del sacrificio en el cumplimiento del deber y de la filial devoción a la Virgen María. Busquemos siempre a Dios, no a nosotros mismos como hacían los convidados a la boda que ocupaban los primeros puestos poniendo su corazón en los bienes de este mundo. Busquemos a Dios en la humildad y pobreza de espíritu, ocupando los últimos puestos del banquete y el Señor nos dirá: Amigo, sube más arriba...porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Ordenemos la vida según Dios, buscando la salvación, no los bienes y la gloria de este mundo que son perecederos. Busquemos los bienes eternos.
Santa María, Madre de los pobres, los sencillos y
los humildes porque eres la llena de gracia. Enséñanos a cultivar la
vida de la gracia y a perseverar en ella para ser dignos de sentarnos en
el banquete del Reino para siempre. |
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