2º Domingo de Pascua

LA DIVINA MISERICORDIA

 

 



 

PASCUA - CICLO A

LA DIVINA MISERICORDIA.

 

Con la mirada de María contemplamos el primer misterio glorioso. Cristo ha resucitado verdaderamente en su cuerpo, físicamente palpable. Es el triunfo de la misericordia del Señor que marca el estilo de vida en los cristianos. Por eso, celebramos el Domingo de la Divina Misericordia.

 

PRIMERA LECTURA Hechos 2, 42-47.
 

Los efectos de la Resurrección de Cristo.

La Resurrección de Cristo produce un nuevo estilo de vida en los primeros cristianos . Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.

Surge la vida comunitaria que es fruto de la comunión en Cristo. Donde hay comunión en la vida de la gracia, surge la vida comunitaria que se expresa en la comunicación de bienes espirituales y materiales.

Los primeros cristianos, en comunión vital con Cristo resucitado, se realizan comunitariamente. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común.

La vida comunitaria de los primeros cristianos está centrada en la Eucaristía: la fracción del pan que se celebraba en las casa y la comida que hacían juntos. Se fundamenta en la enseñanza sobre la fe que reciben de los apóstoles. Se caldea en la oración diaria acudiendo al templo, alabando a Dios con alegría y de todo corazón. Se expresa en la comunicación de bienes: viven unidos, lo tienen todo en común, venden posesiones y bienes, lo reparten todo según las necesidades de cada uno. Tiene fuerza atractiva por los prodigios y signos que realizan los apóstoles y por el testimonio de vida de los creyentes.
 

Nuestra actitud.

Necesitamos seguir el ejemplo de los primeros cristianos para dejarnos empapar por los frutos de la Resurrección. Que la Virgen del Rosario nos ayude a vivir centrados en la Eucaristía Sacrificio-Comunión-Tabernáculo; a ser constantes en la formación cristianas según la Palabra de Dios bajo la guía de la Iglesia; a caldear el alma en el trato íntimo con el Señor en la oración alabando a Dios con alegría; a compartir nuestros bienes con las más necesitados; a dar testimonio atractivo de nuestra fe ...

 

SEGUNDA LECTURA 1 Pedro, 1, 3-9.
 

Llamados a una vida nueva.

Alabamos al Padre que manifiesta su gran misericordia en Cristo resucitado por obra del Espíritu Santo.

Hemos nacido de nuevo a la vida del Espíritu como fruto de la Resurrección de Cristo. Esto es fuente de esperanza y de alegría. Estamos llamados a una herencia incorruptible, pura, imperecedera que nos está reservada en el cielo. Hemos de caminar con la mirada puesta en el cielo donde la misericordia de Cristo resucitado ha de triunfar definitivamente sobre nosotros. La fuerza del Espíritu nos custodia y fortalece.

Caminamos alegres en la esperanza aunque tengamos que sufrir pruebas diversas que verifican la riqueza de la fe que profesamos. Nuestra vida llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo nuestro Señor.
 

Apoyados en la misericordia de Cristo.

Nos apoyamos en la misericordia de Cristo que no puede fallar. Vemos a Cristo con la mirada de la fe. Creemos en Él, lo amamos y vivimos alegres con un gozo inefable y transfigurado. Esperamos alcanzar la meta, la salvación, el Cielo.
 

Con la intercesión de la Virgen.

Virgen del Rosario, Madre de la Misericordia, enséñanos a vivir la vida del Espíritu como el mejor fruto de la Resurrección, a caminar esperanzados y alegres bendiciendo y alabando al Señor. Que nuestra vida, nuestra muerte y nuestra eternidad sean cantar las misericordias del Señor.

 

TERCERA LECTURA San Juan 20, 19-31.
 

La revelación de la Misericordia.

La Misericordia del Señor se revela a los Apóstoles en la aparición del día de la Pascua y se repite a los ocho días. A su vez, los apóstoles han de ser portadores de la Misericordia del Señor que se prolonga en la Iglesia. Nosotros, también recibimos la misericordia del Señor y hemos de comunicarla.

Los apóstoles tienen miedo a los judíos y asimismo se sienten avergonzados por haber dejado sólo al Maestro. Por eso, Cristo misericordioso sale a su encuentro para transmitir paz, Paz a vosotros, y confirmarlos en la certeza de la resurrección mostrando las llagas. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús saldrá también al encuentro de Tomás ocho días después para confirmarlo en la certeza y en el gozo de la Resurrección: Señor mío y Dios mío.
 

El sacramento de la Misericordia.

Cristo resucitado sigue saliendo al encuentro de cada uno de nosotros para ofrecernos los frutos de la Resurrección. Nos hace el regalo del sacramento de la Reconciliación. Dice a los Apóstoles: Recibid al Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Por la virtud de la Resurrección, el sacramento de la Penitencia nos resucita a la vida sobrenatural frente a la muerte del pecado mortal y a la debilidad del pecado venial, y fortalece la voluntad para perseverar en el bien. Es el Sacramento de la Misericordia. Hemos de acercarnos a él con frecuencia.

Cristo resucitado sale a nuestro encuentro en el Sacramento para arrancarnos de la muerte y ofrecernos la paz. Si los acogemos, no tendremos miedo. Rebosaremos de alegría. Seremos testigos de Cristo resucitado en medio del mundo. ¡Qué grande es la Misericordia del Señor!
 

María Madre de la Misericordia.

Señora del Rosario, Madre de la Misericordia, enséñanos vivir unidos en la fe, en el amor, en el gozo y en la paz de Cristo resucitado.

 

 

 




"Los rayos del cuadro representan la Sangre y el Agua que brotaron del fondo de mi Misericordia, cuando mi Corazón, agonizante, fue abierto por la lanza en la Cruz. Los rayos pálidos simbolizan el Agua, que purifica el alma, y los rayos rojos representan la Sangre. que es la vida del alma. Estos rayos protegen al alma de la ira de mi Padre. Feliz el que viva bajo su sombra, porque la mano de la justicia de Dios nunca le alcanzará".

Palabras de Nuestro Señor a Santa Faustina Kowalska



 

 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.