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Domingo 31º del Tiempo Ordinario - CICLO C - Autor:
Fr. Carlos Lledó López O.P. |
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Guía didáctica
apropiada para
DOMINGO TRIGÉSIMO
PRIMERO
– CICLO
C El Rosario es el libro del amor que Dios nos tiene. Dios se hace hombre por amor, predica el Evangelio del amor, nos ama hasta el extremo dando su vida por nosotros y su resurrección es el triunfo del amor.
PRIMERA LECTURA. Libro de la Sabiduría, 11, 23-12, 2. Dios es amor.
Dios es Amor. Su trayectoria es amor. Por eso sale
al encuentro del hombre en el orden natural por la creación y en el
orden sobrenatural por la redención. La creación es obra de amor. El Libro de la Sabiduría nos invita a meditar sobre el don de la creación y la vida.
Todo es obra del amor de Dios: las criaturas, la
tierra, el mar, el firmamento… Todo va marcado por el soplo infinito del
amor de Dios. Todo responde a un mandato de amor. Vivimos por pura
gratuidad. Dios nos da la vida, nos la conserva y nos marca el término
natural por amor.
Nuestra respuesta. Reconozcamos la grandeza infinita del amor de Dios y nuestra pequeñez. Señor, el mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza, como una gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Dios nos ama, nos comprende, nos perdona porque hemos sido hechos por Él.
Respondamos al amor con amor: cumpliendo
amorosamente sus leyes, respetando el orden de la creación, el don de la
vida. La muerte violenta, el terrorismo, el odio...es la negación del
amor, esto es, la negación de Dios. Demos gracias a Dios por el don de
la vida y por su providencia. Invocación mariana. Virgen orante, ciegamente abandonada al plan de Dios. Enséñanos a ser adoradores de Dios dando gracias por el amor que nos tiene, por el don de la vida y respetando la obra de la creación.
SEGUNDA LECTURA. Segunda Tesalonicenses 1,11-2, 2. La oración de San Pablo.
San Pablo ora continuamente a Dios para que los
Tesalonicenses, y todos nosotros, vivamos dignamente nuestra vocación
como hijos de Dios, redimidos por Cristo, llamados a ser santos. Que
vivamos según las exigencias de la fe que ha de iluminar los caminos de
nuestra vida. Ser gloria de Cristo.
Consecuentemente, Cristo será nuestra gloria y
nosotros daremos gloria a Cristo con nuestras palabras y nuestras obras,
según la gracia que de Él hemos recibido. Mirando al Cielo.
Siempre con la mirada puesta en la segunda venida.
Cristo vendrá para juzgarnos en el amor. Que nuestra vida sea amor a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Invocación mariana.
Santa María, Medianera de todas las gracias. Tú no
cesas de interceder por los hermanos de tu hijo. Alcánzanos la gracia de
vivir dignamente nuestra vocación cristiana como respuesta al amor que
Dios nos tiene y lograr la salvación. TERCERA LECTURA. San Lucas 19, 1-10. La Redención.
La Redención es obra de amor hasta el extremo.
Dios sale al encuentro de cada hombre y de cada mujer por amor, para
salvarlo. Tanto ama Dios al mundo que le da su Hijo Unigénito para
salvarlo (Cf. Jo. 4, 16). La conversión de Zaqueo.
Jesucristo sale al encuentro de Zaqueo para
salvarlo. Jesús fija su mirada en él y le pide entrar en su casa. Ha
entrado la salvación. Zaqueo proclama su conversión y el arrepentimiento
de sus pecados: doy la mitad de mis bienes a los pobres, y restituiré el
cuádruple a los que he robado. Y Cristo exclama: Hoy ha sido la
salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo
del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Nuestra conversión.
Jesús también nos mira a nosotros y desea entrar
en nuestra casa. Nos dejamos mirar por Cristo. Le abrimos las puertas
para que entre. Confesamos nuestro pecado y pedimos perdón. Nos
convertimos, recuperamos la gracia y nos ponemos en camino de salvación. Invocación mariana. Santa María, llena de la mirada de Cristo por tu plenitud de gracia. Enséñanos a responder a la llamada de tu Hijo, a dejar el pecado y a darle entrada en nuestros corazones.
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