Domingo 3º del Tiempo Ordinario

- CICLO C -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 



 

TERCER DOMINGO – CICLO C


 

Con María, contemplamos la vida de Cristo que nos marca el camino para cumplir la voluntad del Padre, fieles al Espíritu Santo.

 

PRIMERA LECTURA. Libro de Nehemías, 8, 2-4ª. 5-6. 8-20.

La ley del Antiguo Testamento.

La voluntad de Dios está contenida en el Libro de la Ley (el Pentateuco) para el pueblo hebreo. Nehemías narra que el pueblo se congregó entorno a Esdras para escuchar atentamente la lectura del libro sagrado, desde el amanecer hasta el mediodía.
 

La aceptación del pueblo.

El pueblo reconoció al Señor como Dios, aceptó su ley y se comprometió a cumplirla: Esdras pronunció la bendición del Señor Dios grande, y el pueblo entero, alzando las manos respondió Amén, Amén; se inclinó y se postró rostro a tierra ante el Señor.

Fue un día grande, de inmensa alegría y fiestas populares: un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes. El gozo en el Señor es vuestra fortaleza.
 

Imagen del Nuevo Testamento.

La Ley del Señor alcanzará su plenitud en Cristo, el Hijo de Dios. El nos dará la perfección de la Ley que se sintetizará en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos (Cf. Mt. 22, 36-40).
 


 

Invocación mariana.

María: Tú eres la Virgen fiel por la plena aceptación de la voluntad del Padre y tu entrega sin límites. Enséñanos a cumplir amorosamente el querer de Dios y a entregarnos incondicionalmente a su voluntad.

 

SEGUNDA LECTURA. Primera carta a los Corintios, 12, 12-30.

La ley de los bautizados.

El amor-comunión es la ley que anima a los bautizados. El Espíritu Santo –Persona Amor- nos une en comunión con Cristo para formar el Cuerpo místico. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
 

El comportamiento de los bautizados.

El comportamiento de los bautizados se deriva de las exigencias de nuestro amor comunión con Cristo: Él en nosotros y nosotros en Él. Hemos de vivir como miembros del Cuerpo de Cristo con sentido de responsabilidad. Si vivimos en comunión con Cristo, aceptamos gozosamente el cumplimiento de la Ley del Señor. Hemos de ser miembros sanos y fuertes perseverando en la vida de la gracia para cumplir la Ley del Señor en toda circunstancia, con valentía, sin complejos.

Si somos fieles al Espíritu Santo, estaremos ocupando el lugar que nos ha sido asignado en el Cuerpo de Cristo y cumpliendo la misión que nos corresponde, aunque humanamente seamos débiles, pobres, despreciables. Todos somos el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro. Ésta es nuestra dignidad.
 

Invocación mariana.

María, miembro preeminente del cuerpo de Cristo porque has sido excepcional y privilegiadamente redimida: enséñanos a vivir en comunión con tu Hijo y a cumplir responsablemente la misión que nos ha sido asignada en el Cuerpo místico que es la Iglesia.

 

TERCERA LECTURA. San Lucas 1, 1-4; 4, 14-21.

Comienzo del Evangelio.

San Lucas comienza su Evangelio con una dedicatoria: Ilustre Teófilo, que quiere decir Amado de Dios. Se trata de un convertido, especialmente apreciado por el evangelista, persona destacada y conocida.

Extensivamente, el Evangelio va dedicado a los primeros cristianos para ilustrarlos en el conocimiento de la vida, la doctrina y los milagros de Cristo. También a nosotros, amados de Dios porque respondemos a un proyecto del Amor de Dios.
 


 

Relatado con fidelidad.

San Lucas escribe su Evangelio con fidelidad siguiendo a los testigos oculares y a los primeros predicadores de la Palabra.

Yo también, después de comprobarlos todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. La comprobación personal de San Lucas se fundamenta en su convivencia con el Maestro, en la escucha directa de sus enseñanzas, y en ser testigo de los milagros.
 

Autopresentación de Jesús.

San Lucas narra la autopresentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí…

Cristo es el Ungido del Padre, sobre Él reposa la plenitud del Espíritu Santo. Es el Hijo del Padre, segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios como el Padre. Es Dios que se ha hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación. Es la plenitud de la ley del amor.

Cristo es el enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia, el Evangelio de la salvación, a los pobres de alma y cuerpo, a los cautivos por el pecado, a los ciegos que no conocen la Verdad, a los oprimidos por las pasiones... Cristo pregona el año de gracia del Señor.
 

El cumplimiento de las Escrituras.

Cristo anuncia: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Se cumple la Escritura porque Cristo es nuestro Redentor que ha iniciado el camino hacia la Pasión, Muerte y Resurrección para reconciliarnos con el Padre en el amor del Espíritu Santo.
 

Invocación mariana.

María: Tú acogiste singularmente la vida y las enseñanzas de Cristo. Enséñanos a acoger a Cristo, a centrar nuestra vida en Él, a vivir dignamente como miembros de su Cuerpo que es la Iglesia.

        
 


 

 

 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.