Domingo 4º del Tiempo Ordinario

- CICLO B -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 




 

CUARTO DOMINGO – CICLO B
 

                       

Seguimos celebrando los Misterios Luminosos del Rosario con María, Reina de los Profetas. Esto es, estamos atentos a la Palabra de Dios que nos habla de las exigencias del Reino de los cielos.

 

PRIMERA LECTURA. Deuteronomio, 18, 15-20.

Sentido literal.

Habló Moisés al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de tus hermanos. A Él lo escucharéis. Y dijo el Señor: Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú.

Dios suscita el profeta, como institución permanente. La Misión del profeta es hablar de lo trascendente y de las relaciones del hombre con Dios. Consecuentemente, instruye y corrige al pueblo en nombre de Dios. Las predicciones y milagros son como las credenciales que autentifican al profeta.

El Señor pondrá sus palabras en la boca del profeta. Éste dirá lo que Dios le mande, caso contrario tendrá que dar cuentas: es reo de muerte. El pueblo tiene obligación de escucharle, caso contrario, también tendrá que dar cuentas.
 

Sentido pleno.

Jesucristo será el Profeta por antonomasia. Es Palabra del Padre que nos enseña lo que ha oído de su Padre. No tiene otra verdad que la del Padre. Su alimento es hacer la voluntad del Padre. Nos redime y nos salva. Los milagros que realiza confirman su origen divino. Tenemos la obligación de acoger a Cristo, de escucharlo, de seguir sus enseñanza.
 

Invocación mariana.

Señora del Rosario: Tú eres Reina de los Profetas porque eres Madre de Cristo, Profeta de los Profetas.

Enséñanos a oír a Cristo, tu Hijo, a acoger sus enseñanzas y a vivir según las exigencias del Evangelio.



SEGUNDA LECTURA. Primera Corintios, 7, 32-35.

El profetismo del bautizado.

El bautizado es profeta anunciando el reino de Dios con el testimonio de su vida y de su palabra como célibe o como casado según el don que ha recibido de Dios.
 

El célibe.

El célibe se dedica inmediata y exclusivamente al Señor en la oración, y a las obras apostólicas y caritativas de la Iglesia, tratando de hacer siempre la voluntad de Dios: El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor. Éste es el profetismo de las personas consagradas.
 

El casado.

El casado se dedica inmediatamente a la mujer, al marido, a la familia, en medio del mundo, cumpliendo los preceptos del Señor. Tiene como misión profética consagrar el mundo desde dentro, viviendo en gracia de Dios y dando testimonio de vida cristiana.
 

Invocación mariana.

Santa María: Tú ere profeta porque proclamas las grandezas del Señor con el testimonio de tu vida y de tu palabra.

Enséñanos a vivir según el estilo del Magníficat. Que el testimonio de nuestra vida sea anuncio de las maravillas del Señor.

 

TERCERA LECTURA. San Marcos, 1, 21-28.

La espiritualidad del Profeta.

La espiritualidad del profeta se fundamenta en la oración: oír la Palabra de Dios, contemplarla para comunicarla a los demás.

Jesús es modelo de oración. Por eso, acude todos los sábados al Templo para orar. La oración de los sábados es un encuentro comunitario de oración sobre los salmos, de lectura e instrucción sobre los profetas. Jesucristo es invitado a intervenir.

 


 

El profetismo de Jesús.

Jesucristo interviene enseñando con autoridad: se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Jesucristo es el Maestro que enseña con poder sobrenatural. Es Dios.

El profetismo divino de Jesús queda confirmado con su poder sobre el endemoniado que queda liberado. Todos se preguntaban estupefactos: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.

Jesucristo nos sigue nos sigue enseñando con autoridad en la Palabra, bajo la guía de la Iglesia; en la Eucaristía bajo las especies del pan y del vino, en la oración litúrgica y personal como diálogo íntimo.
 

Invocación mariana.

Virgen del Rosario. Tú acoges privilegiadamente la palabra del Hijo. Tú eres mujer eucarística portadora del misterio. Tú eres Virgen orante por excelencia.

Ayúdanos a dejarnos enseñar por la Palabra de tu Hijo, a vivir centrados en la Eucaristía, a experimentar el trato íntimo de la oración.

 

        
 


 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.