PASCUA - CICLO A

Cuarto Domingo


 

 



DOMINGO DE PASCUA

JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES.

 

Con la Virgen María, seguimos meditando la Resurrección. Cristo es el Señor y el Mesías. Estamos llamados a seguirlo por el camino que nos marca. Cristo es el Buen Pastor que va delante para que sigamos sus huellas.

 

PRIMERA LECTURA Hechos, 2, 14ª. 36-41
 

Invitación a la conversión.

Jesús es el que nosotros hemos crucificado con nuestros pecados, pero que Dios lo ha constituido Señor y Mesías, esto es, Señor de la creación porque todo ha sido hecho por Él (Cf. Jo.1, 3) y Salvador que abre la puerta de la salvación (Cf. Jo. 10,7).

Son las palabras de Pedro que traspasaron el corazón de los oyentes y mueven a la conversión: ¿Qué tenemos que hacer? Pedro responde: Convertios y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados.
 

Nuestra conversión

Las palabras de Pedro siguen traspasando nuestros corazones. Hemos crucificado a Cristo con nuestros pecados, pero Él ha triunfado con la Resurrección. El Padre lo ha glorificado. Esto nos conmueve y nos impulsa a la conversión.

Nosotros ya estamos bautizados, nos ha sido perdonado el pecado original, hemos recibido el don de la gracia santificante, somos hijos adoptivos de Dios y herederos de la gloria. Y sin embargo seguimos crucificando a Cristo con nuestros pecados personales. Nos convertimos cuando acudimos al Sacramento de la Reconciliación que Cristo resucitado nos ofrece como don pascual.
 

Invocación mariana.

Madre de Cristo crucificado y resucitado. Contemplando estos misterios en el Rosario te pedimos nos obtenga la gracia de la conversión: lavarnos en la sangre de tu Hijo por el sacramento de la Reconciliación para recibir el perdón del pecado y el fortalecimiento de la voluntad. La frecuencia del Sacramento nos permite vivir “en tensión de santidad”

 

SEGUNDA LECTURA 1 Pedro 2, 20b-25
 

Seguir el camino de Cristo.

Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. El ejemplo de Cristo es el anonadamiento, la humillación, el silencio, el perdón, el devolver bien por mal... esto no se entiende humanamente.

Sigue sin entenderse que el cristiano escoja el camino del bien, imitando a Cristo. Ser fiel al Evangelio en la Iglesia, cumplir los deberes del propio estado, practicar el perdón y la caridad, no dejarse condicionar por los bienes de este mundo... vivir en la verdad y el bien... no se entiende. Aun más, el cristiano comprometido con Cristo es perseguido porque sigue las huellas del Maestro.
 

Invocación Mariana.

Madre de Dios y Madre nuestra. Tú sabes bien del seguimiento de Cristo por el camino de la Cruz y participas privilegiadamente de la Resurrección. Enséñanos a seguir a Cristo, fieles al Evangelio, sin rechazar la cruz de la incomprensión y la persecución, camino de la resurrección.

 

TERCERA LECTURA San Juan 10, 1-10.
 

Cristo, el Buen Pastor.

Formamos un rebaño en Cristo. Él es el Buen Pastor. Nosotros las ovejas. Él nos acoge, nos protege y nos guía. Bella imagen de la Iglesia donde Cristo nos congrega. Cristo es la puerta de entrada. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará...
 

El Buen Pastor nos llama.

Cristo nos llama interiormente por nuestro nombre porque nos conoce. Nos atrae, para que seamos de los suyos: ovejas de su rebaño. Él espera nuestra respuesta libre y consciente. Le decimos sí con todas su consecuencias. Hemos escogido ser de Cristo y de su Iglesia.

Y vamos haciendo un camino nada fácil. Pero Él camina delante... y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Caminamos tras de Cristo cuando reconocemos su voz en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia. No caminamos tras de Cristo si nos dejamos seducir por el enemigo que se opone a su Evangelio y al Magisterio de la Iglesia.
 

El Buen Pastor nos alimenta.

Cristo, en el redil de la Iglesia, ofrece pastos abundantes para que nos alimentemos en el camino: la gracia santificante, los sacramentos centrados en la Eucaristía, la oración, la seguridad en la verdad, la perseverancia en el bien... Nos fortalece para que no nos dejemos seducir por el enemigo. Si somos de Cristo y vivimos como tales, no tengamos miedo.
 

Jornada mundial de oración por las vocaciones.

La Iglesia necesita sacerdotes y almas consagradas que prolonguen los sentimientos de Cristo. Por eso, en este Domingo del Buen Pastor, la Iglesia ora intensamente por las vocaciones. La Iglesia y el mundo necesitan de jóvenes valientes que sepan decir sí a Cristo para seguir ofreciendo los medios de salvación a las almas y vayan delante de las ovejas marcando el camino con el testimonio de la santidad.
 

Invocación mariana.

María, Divina Pastora porque eres la Madre del Buen Pastor. Enséñanos a dejarnos seducir por la llamada de tu Hijo, a decirle sí para ser de los suyos, a dejarnos conducir por Él, a alimentarnos de la verdad y el bien que nos ofrece...

Madre del Rosario: fortalece la voluntad de los jóvenes para que se entusiasmen de tu Hijo y cuando sientan la llamada al sacerdocio o a la vida consagrada se entreguen y se identifiquen con los sentimientos de su corazón.


 

 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.