Domingo 5º del Tiempo Ordinario

- CICLO B -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 




 

QUINTO DOMINGO – CICLO B
                 
 

Con María, contemplamos la fidelidad absoluta de Cristo que se hace obediente al Padre hasta la muerte y muerte de cruz (Cf. Fil. 2, 8).

Necesitamos ser fieles a Dios siempre: en los momentos prósperos y en los difíciles; en la niñez, en la juventud y en la madurez, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte...

 

PRIMERA LECTURA. Job 7, 1-4. 6-7.

La figura de la fidelidad.

Job es presentado como modelo de permanente fidelidad a Dios. Era bueno y gozaba de la estima de todos. Gozaba del calor de una familia numerosa. Tenía trabajo y riquezas. Disfrutaba de salud. Se le reconoce como hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal ( Cf. Job. l., 1b. 8b.). Pero, Dios permite la prueba que le pide Satán y se queda sin nada.

Job se mantiene fiel a Dios en la dura prueba. Acepta el poder y la providencia de Dios. El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio: el que Dios le asigna. Sus días son los de un jornalero que siempre recibirá de Dios el justo salario, aunque la vida parezca baldía y llena de fatigas.
 

Nuestra fidelidad.

La figura de Job nos interpela sobre la fidelidad. Es fácil ser cristianos fieles cuando las circunstancias que nos rodean son favorables. Pero, hoy las circunstancias no parecen fáciles. Vivimos inmersos en la prueba. Los principios cristianos padecen violencia.

Hemos de permanecer fíeles a Dios, reconociendo el valor inmutable de su voluntad en el cumplimiento de sus mandamientos. Nada ni nadie nos podrá arrebatar el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús si perseveramos en la gracia santificante usando los medios sobrenaturales que Cristo nos ofrece en la Iglesia.
 

Invocación mariana.

Santa María, eres Madre de la fidelidad por tu SÍ sostenido al plan de Dios desde la Encarnación hasta la cruz y la Resurrección. Enséñanos ser fieles a Cristo siempre y en toda circunstancia.

 


 

SEGUNDA LECTURA. Primera Corintios 9, 16-19. 22-23.

Fidelidad en la confesión de la fe.

Los cristianos, desde la fidelidad a Dios, hemos de ser valientes para confesar nuestra fe en Cristo. Nos sentimos interpelados por la palabra de San Pablo: ¡Ay de mí sí no anuncio el Evangelio! Igualmente, por el ejemplo de su entrega a pesar de las dificultades y del rechazo: Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
 

Anunciadores del Evangelio.

Todos nos sentimos llamados por la urgencia de la Nueva Evangelización según el don de la vocación recibida. Decía el Siervo de Dios Juan Pablo II: Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo... En verdad, el imperativo de Jesús: Id y predicad el Evangelio mantiene siempre vivo su valor, y está cargado de una urgencia que no puede decaer. Cada discípulo es llamado en primera persona; ningún discípulo puede escamotear su propia respuesta: Ay de mí si no anuncio el Evangelio

Los bautizados sentimos la urgencia de ser testigos de Cristo y de su Iglesia en medio del mundo para dar respuesta a los deseos más profundos del hombre. El hombre busca ansiosamente la verdad y el bien, el amor, la paz, la justicia. El hombre, aunque no lo quiera reconocer, está buscando a Cristo que tiene la respuesta a todos sus interrogantes y la clave de la solución a sus problemas. Nosotros podemos ayudar al hombre, nuestro hermano, mostrando el verdadero rostros de Cristo con la fidelidad a su doctrina y con la fuerza atractiva del testimonio.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres Madre y Reina de la Evangelización porque eres la Madre de Cristo y porque lo pregonas con tu vida y tu palabra.

Enséñanos cómo ser pregoneros de la fe que profesamos en Cristo con nuestro estilo de vida y nuestra palabra.

 

TERCERA LECTURA. San Marcos, 1, 29-39..

Buscando conocer a Jesús.

Buscamos a Jesús. como los apóstoles diciendo: Todo el mundo te busca... La población entera se agolpaba a la puerta. Buscan a Jesús los enfermos y los pobres de alma y de cuerpo. Con ellos, nosotros también buscamos a Jesús para que nos sane la debilidad y la inconstancia, para que nos dé firmeza en el bien y valentía en el obrar. Todo el mundo busca a Jesús porque la humanidad está gravemente enferma. La increencia, la debilidad en la fe, la corrupción moral ... son signos de grave enfermedad. La humanidad necesita de Cristo y lo busca ...
 

Fidelidad y búsqueda de Jesús.

Nosotros hemos de ayudar a la humanidad con la oración, con la fidelidad, con el testimonio... para que salga al encuentro de Cristo, para que abra sus puertas a Cristo. Nosotros, fíeles al don de la vocación y misión que cada uno ha recibido, podemos –y debemos- ser instrumentos de salvación para el mundo.
 

Invocación mariana.

Madre de las puertas siempre abiertas a Cristo: enséñanos a buscar crecientemente a Jesús, a acogerlo con las puertas abiertas, a conocerlo, amarlo e imitarlo y serle fieles hasta la muerte. ¡Madre de la fidelidad, ruega por nosotros!

 

        
 


 

 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.