Invocación mariana.
Madre de Cristo
resucitado: Tú has amado a Cristo, tu Hijo, sin límites, has gozado
privilegiadamente de su presencia y le has sido enteramente fiel. Concédenos
amar a Cristo apasionante y apasionadamente, gozar de su presencia
sacramental en la Eucaristía y serle plenamente fiel.
SEGUNDA LECTURA. Primera
carta de San Juan, 3, 18-24.
La identidad de los discípulos
de Cristo.
La identidad del
cristiano es amar en la verdad y de verdad. Dios es la Verdad. Por eso, es
necesario vivir en Dios para vivir en la Verdad. Vivimos en Dios cuando
perseveramos en la gracia santificante. Entonces, vivimos en la verdad.
Vivimos de verdad
cuando amamos con obras y según la verdad. Hemos de ser coherentes
en nuestra conducta. Vivimos de verdad cuando guardamos los
mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada. Y este es su
mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos
amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Por lo tanto, cuando nos
adherimos totalmente a Cristo, consecuentemente, nos amaremos unos a otros.
Invocación mariana.
Santa María, Madre de
Dios, Tú amas en la verdad porque vives totalmente dedicada a Dios por la
plenitud de gracia. Tú amas de verdad porque vives totalmente identificada
con la voluntad de Cristo, tu Hijo.
Enséñanos a vivir en
Dios para vivir en la Verdad. Enséñanos a vivir de Dios para tratar de
agradarlo en todo y amar a nuestros hermanos.
TERCERA LECTURA. San
Juan, 15, 1-8.
Permanecer unidos a Cristo.
Cristo no propone la
alegoría de la vid y los sarmientos. Como los sarmientos están unidos a la
vid, así nosotros tenemos que permanecer unidos a Cristo: Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos. Permanecer unidos a Cristo es la manera de
vivir de y en la verdad.

Necesitamos permanecer unidos a
Cristo.