PASCUA - CICLO B

Quinto Domingo


 

 


 

DOMINGO DE PASCUA
Ciclo B

 

          Seguimos contemplando a Cristo resucitado con María porque necesitamos crecer vitalmente en fe, esperanza y caridad. Fe para aumentar nuestra adhesión a Cristo. Esperanza para recorrer gozosos el camino apoyado en la palabra de Jesús. Y amor para vivir entregados a Él y a nuestros hermanos.

 

PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 9, 26-31.

La aceptación de Pablo.

         San Pablo viaja a Jerusalén para ser presentado y aceptado por los discípulo de Jesús. Estos desconfiaban de Pablo porque había sido perseguidor destacado. San Bernabé hace de intermediario y presenta a Pablo.

         Saulo contó a los discípulos cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado libremente el nombre de Jesús.

Es Cristo resucitado y glorioso el que se apareció a Pablo, el que le marcó el camino de la conversión y el que le infundió su espíritu para que comenzara a predicar públicamente el nombre de Jesús.
 


 

San Pablo comienza la predicación.  

San Pablo ama a Cristo apasionante y apasionadamente. Comienza predicando públicamente el nombre del Señor. Lo hace con valentía, arriesgando su propia vida. Es amenazado de muerte. Por eso, los hermanos lo bajaron a Cesarea y lo hicieron embarcarse para Tarso, desde donde prosigue predicando a Cristo muerto y resucitado.
 

La comunidad de los creyentes.

         La comunidad de los creyentes goza de un tiempo de paz. Se construye y progresa en la fidelidad al Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo.
 

Invocación mariana.

         Madre de Cristo resucitado: Tú has amado a Cristo, tu Hijo, sin límites, has gozado privilegiadamente de su presencia y le has sido enteramente fiel. Concédenos amar a Cristo apasionante y apasionadamente, gozar de su presencia sacramental en la Eucaristía y serle plenamente fiel.

 

SEGUNDA LECTURA. Primera carta de San Juan, 3, 18-24.

La identidad de los discípulos de Cristo.

         La identidad del cristiano es amar en la verdad y de verdad. Dios es la Verdad. Por eso, es necesario vivir en Dios para vivir en la Verdad. Vivimos en Dios cuando perseveramos en la gracia santificante. Entonces, vivimos en la verdad.

         Vivimos de verdad cuando amamos con obras y según la verdad. Hemos de ser coherentes en nuestra conducta. Vivimos de verdad cuando guardamos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Por lo tanto, cuando nos adherimos totalmente a Cristo, consecuentemente, nos amaremos unos a otros.
 

Invocación mariana.

         Santa María, Madre de Dios, Tú amas en la verdad porque vives totalmente dedicada a Dios por la plenitud de gracia. Tú amas de verdad porque vives totalmente identificada con la voluntad de Cristo, tu Hijo.

         Enséñanos a vivir en Dios para vivir en la Verdad. Enséñanos a vivir de Dios para tratar de agradarlo en todo y amar a nuestros hermanos.

 

TERCERA LECTURA. San Juan, 15, 1-8.

Permanecer unidos a Cristo.

         Cristo no propone la alegoría de la vid y los sarmientos. Como los sarmientos están unidos a la vid, así nosotros tenemos que permanecer unidos a Cristo: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Permanecer unidos a Cristo es la manera de vivir de y en la verdad.
 


 

Necesitamos permanecer unidos a Cristo.

         Necesitamos permanecer unidos a Cristo para tener vida sobrenatural. Cristo es la vid que causa la vida sobrenatural en nosotros. Es necesario que nosotros, los sarmientos, estemos unidos vitalmente a Cristo. Estamos vitalmente unidos a Cristo cuando usamos los medios que el mismos Cristo nos ofrece en la Iglesia, principalmente los sacramentos.

         Necesitamos permanecer unidos a Cristo para dar frutos de gracia y santidad. Como el sarmiento no puede dar fruto si no esta unido a la vid, así nosotros no podemos realizar obras sobrenaturales si no estamos unidos a Cristo.

         Necesitamos estar unidos a Cristo para pedir y que se realice lo que pedimos porque lo hacemos en el nombre de Cristo, identificados con su voluntad.
 

Invocación mariana.

         Madre de Dios y Madre nuestra. Tú eres sarmiento privilegiado  al estar singular y excepcionalmente unida a Cristo por eso, produces frutos extraordinarios de santidad y amor. Enséñanos a ser vid fielmente unida a Cristo, con todas sus consecuencias para producir frutos de santidad y de amor.

 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.