PASCUA - CICLO C

Quinto Domingo


 



 

DOMINGO DE PASCUA
Ciclo C

         

La contemplación de la vida de Cristo en los misterios del Rosario es la oración del peregrino. Nos fortalece en la fe. Nos alienta en las luchas y nos orienta hacia el Cielo.

 

PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 14, 20B-26.

Recomendaciones de San Pablo.

Pablo y Bernabé vuelven a Listra, a Iconio y a Antioquia para fortalecer la fe de los creyente. Los animan a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios. Es una exhortación a ser fieles al Evangelio y fuertes ante la persecución y el riesgo del martirio.

Designan a presbíteros que los instruyan y los cuiden espiritualmente. Oran, ayunan con la comunidad y los encomiendan al Señor en quien habían creído. Dan gracias a Dios de lo que había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
 

Aplicación.

La recomendación de San Pablo llega hasta nosotros. Nuestra fe es débil. Hemos de fortalecerla con los sacramentos, centrados en la Eucaristía, con la oración que causa el gozo de la fe, con la lectura del Catecismo que nos forma…
 

Necesitamos ser fuertes para superar el relativismo que nos envuelve, para ser cristianos con todas sus consecuencias, dispuestos al martirio.
 

Invocación mariana.

María: Tú eres la Mujer fiel y fuerte desde la Encarnación hasta el Calvario. Enséñanos a recorrer el camino con fidelidad y fortaleza hasta alcanzar la salvación.

SEGUNDA LECTURA. Apocalipsis 21, 1-5a.

Venceremos en Cristo.

Esperamos superar el Mal y los males de este mundo por la fuerza de la Resurrección de Cristo. Es el cielo nuevo y la tierra nueva que describe el Apocalipsis. Es la morada de Dios. Estaremos con Dios y Dios con nosotros, para siempre. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Seremos eternamente felices. Estaremos en el Cielo.
 

Llamada a la esperanza.

Recorramos el camino en esperanza, apoyados en la Palabra de Dios que no puede fallar. Caminamos entre dificultades y peligros, apoyados por la gracia de Cristo, seguros de alcanzar el Cielo.
 

Invocación mariana.

Santa María de la Esperanza: Tú has recorrido el camino, firmemente apoyada en la gracia de Cristo hasta alcanzar el Cielo privilegiadamente, en cuerpo y alma. Tú nos tiendes el Rosario para que aferrados a los misterios de tu Hijo, lleguemos al Cielo, de tu mano.

 

TERCERA LECTURA. San Juan 13, 31-33a.

El camino del amor.

Jesús está a punto de cumplir la misión que el Padre le ha confiado. Es la hora de la glorificación del Hijo porque se va a cumplir la voluntad del Padre: la Pasión, Muerte y Resurrección.

Jesús se despide de sus discípulos en la intimidad del Cenáculo: Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Jesús nos marca el camino que sus discípulos tenemos que recorrer: el del amor. Amarnos como Él nos ha amado.
 


 

Jesús nos ama con el amor del Padre en el Espíritu Santo. Nosotros hemos de amarnos en Dios como hermanos porque somos hijos del mismo Padre.

Jesús nos ama con el amor más grande por eso da su vida por nosotros y por nuestra salvación. Los mártires, los misioneros, los santos, son los que aman como Cristo nos amó, dando su vida por los hermanos. Nosotros hemos de tratar de amarnos unos a otros como Cristo nos amó.

El amor es el carnet de identidad del cristiano: La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.
 

Invocación mariana.

Santa María del amor porque te entregaste por nosotros como Cristo se entregó. Enséñanos a entregarnos con Cristo al Padre en el Espíritu Santo y a los hermanos como Cristo, tu Hijo, se entregó.

 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.