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Domingo 6º del Tiempo Ordinario - CICLO A - Autor:
Fr. Carlos Lledó López O.P. |
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Guía didáctica
apropiada para
SEXTO
DOMINGO – CICLO A.
La Virgen nos enseña, en la meditación del Rosario, a cultivar el
cumplimiento de la voluntad del Padre, clave de la verdadera libertad,
aceptando a Cristo, Sabiduría del Padre. Los redimidos, congregados en
la Iglesia, recibiremos la fuerza del Espíritu Santo para vivir en
fidelidad y ser testigos de Cristo.
PRIMERA LECTURA
(Ecl.15, 16-21)
Guardar los mandatos del Señor.
"Si quieres,
guardarás (los) mandatos (del Señor)" "Si quieres". Dios te ofrece su
gracia, pero respeta tu libertad. ¿Dónde radica la libertad perfecta?
En optar libremente por Dios, por la vida de la gracia, que es el bien
supremo. Consecutivamente, en guardar libremente los Mandamientos de
Dios, camino de verdadera libertad.
Orientar la vida hacia Dios comporta vivir y obrar en su
presencia. Reconocer "la inmensa sabiduría del Señor" es incompatible
con la estructura del pecado y la cultura de la muerte. Reconocer la
Omnipresencia de Dios es incompatible con el pretender legislar como si
Dios no existiera. Reconocer el poder de Dios es incompatible con el
libertinaje de las bajas pasiones y del consumismo condicionante.
Lo podemos realizar en Cristo. Cristo por medio de la Iglesia
nos ofrece la vida del Padre y el amor del Espíritu Santo. Nos ofrece la
verdadera libertad. Salgamos al encuentro de Cristo en la Iglesia.
"Abrid las puertas a Cristo".
Invocación mariana. ¡Santa María, Madre de Dios! Tú, que acepaste libremente el cumplimiento de la voluntad del Padre como esclava del Señor, enséñanos a buscar siempre la voluntad de Dios con entrega total.
SEGUNDA LECTURA (1ª Cor. 2, 6-10)
Aceptar a Cristo. Aceptar a Cristo es participar de la Sabiduría divina, es vivir según el Evangelio y hablar un lenguaje que no es de este mundo. Como nos dice S. Pablo, "Hablamos entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo... sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos".
Requiere valentía.
Esto
requiere una especial valentía frente a los "príncipes de este mundo"
que ni entienden, ni aceptan la Sabiduría divina y las exigencias del
Evangelio. Por eso, crucificaron a Cristo, y lo siguen crucificando en
su Cuerpo místico. Hermanos: sed valientes, sed santos, vivid en gracia.
Proclamad ante el mundo que sois hijos de Dios, redimidos por Cristo,
miembros vivos de la Iglesia, animados por el Espíritu Santo.
Invocación mariana. ¡Virgen valiente! Valiente desde el Sí de la Encarnación hasta el Calvario. Enséñanos a ser valientes, ayudados de la gracia, para recorrer el camino de la fidelidad a Cristo, en la Iglesia, conducidos por el Espíritu Santo, para gloria del Padre.
TERCERA LECTURA (Mt. 5, 17-37)
Dar cumplimiento a los deseos de Cristo.
Si nos
dejamos conducir por el Espíritu Santo, tratando de conformar el ser y
el obrar a las exigencias del Evangelio, bajo la guía del Magisterio de
la Iglesia, para ser gratos al Padre, damos cumplimiento a los deseos de
Cristo.
Cristo nos pide fidelidad a la Ley nueva contenida en el
Evangelio. Ley marcada por el amor y que abrazamos por amor. Ley de
libertad porque nos libera de la esclavitud del pecado y nos marca el
camino de la salvación. Ley que no es reconocida por el mundo. Ley que
nos hará grandes en el Reino de los Cielos.
Vivir en fidelidad.
Seamos
fieles a Cristo, a la Iglesia, a las exigencias del don de la fe
sobrenatural hasta derramar la sangre, si es preciso.
Cristo nos pide coherencia de vida: vivir según la verdad y el amor.
Seamos portadores de gracia sobrenatural frente a tanto pecado; de vida
frente a tanta muerte de víctimas inocentes; de perdón y reconciliación
frente a tanta guerra, terrorismo, odio, divisiones. De esta manera, podemos ser apóstoles de la "Nueva Evangelización" y constructores de la "Nueva civilización en la verdad y el amor".
Virgen-Madre del Rosario alcánzanos las gracias que necesitamos para responder libre y amorosamente al plan salvífico de Dios y vivir según su voluntad, testigos de fidelidad y coherencia cristiana.
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