Domingo 8º del Tiempo Ordinario

- CICLO A -

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

 

 

     MEDITACIONES PARA EL AÑO LITÚRGICO

Guía didáctica apropiada para
Sacerdotes, Religiosos y Catequistas.

 




 

OCTAVO DOMINGO – CICLO A

  
 

         La meditación de los misterios de la vida de Cristo en el Rosario, nos muestra el amor que el Padre nos ha revelado en el Hijo por obra del Espíritu. Dios nos ama con un amor más fuerte que el pecado, que la muerte y que la debilidad (cf. Cant. 8, 6b).

 

PRIMERA LECTURA. (Is. 49, 14-15)
 

El amor de Dios a su pueblo.

         El pueblo vive la experiencia dura del destierro en Babilonia. Se siente como abandonado de Dios, y se queja: “Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado”.

         Dios responde y reafirma su amor con un leguaje cercano y entrañable: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,  no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré”.

La fidelidad del amor de Dios.

         Dios es fiel en el amor que nos tiene, no puede fallar. Nos dice San Pablo: “Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (2ª Tim. 2, 13) Aún más, si el pecador se convierte y se vuelve a Dios, Él lo acoge y abraza con amor. No lo olvidemos: Dios nos ama con amor eterno y nos persigue con su amor.

Invocación mariana.

         Virgen del Rosario: Tú eres la singular y privilegiadamente amada por Dios. Enséñanos cómo abrirnos a su amor, amarlo con todo nuestro ser, y ser testigos de su amor.

 

SEGUNDA LECTURA (1ª Cor. 4, 1-5)

El apóstol, administrador del amor de Dios

         El apóstol es un administrador del amor de Dios que nos ha sido revelado en Cristo (cf. Jo. 3, 16). Por eso, ha de estar al servicio total y exclusivo de Cristo para dar a conocer a los hombres el amor de Dios. El apóstol es un administrador de los misterios de Dios.

Cualidades del apóstol.

         El apóstol ha de ser fiel al amor de Dios y a las verdades que enseña. No es dueño sino administrador y ha de ser juzgado por Dios. No puede alterar la verdad revelada propuesta por la Iglesia. Ha de enseñar las certezas de la fe.

         El apóstol se guía por criterios de fe. Por eso, San Pablo afea a los corintios que quieran vincular la misión del apóstol con criterios humanos y materialistas.

Invocación mariana.

         Virgen del Rosario, entregada, sin reservas, al plan del Padre que es el plan de nuestra redención, fiel desde la encarnación del Hijo por obra del Espíritu Santo hasta la Cruz, enséñanos a entregarnos a Dios, sin reservas y en fidelidad.

 

TERCERA LECTURA. Mt. 6, 14-34.

El servicio de Dios.

         Servir a Dios requiere una entrega total. No es compatible con otros servicios. No se puede servir a Dios y ser esclavo de los bienes materiales. No se puede servir a Dios y al dinero. No se puede servir a Dios y al egoísmo. No se puede servir a dos amos.

Abandonado en la Providencia.

         El verdadero servidor de Dios se abandona a su Providencia para ser libre y centrar todas sus energías al servicio del Reino. Dios, que alimenta a los pájaros y viste de belleza las flores, no abandona a su servidor.

         Nos dice Jesús: “No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?” Por eso, el apóstol vive despreocupado, libre, sin agobios. Sólo busca predicar el Evangelio con el testimonio de su vida y de su palabra. Sólo busca a Dios.

Invocación mariana.

         Virgen del Rosario: Tú que te entregas al plan de Dios como esclava de amor, ciegamente, sin condiciones, abandonada a su Providencia, recorriendo un camino de fe, enséñanos cómo hacer de nuestra vida un sí sostenido a Cristo sin condicionamientos humanos.


 


 

 

 
 


      Elaborado por Fr. Carlos Lledó López, O.P.