MEDITACIONES
EPIFANÍA DEL SEÑOR
Ciclo
C
La
Epifanía manifiesta el carácter universal de la Redención. Significa para
nosotros que hemos sido llamados a la fe en Cristo y que hemos recibido el
don de la gracia para decir sí a Cristo en la Iglesia.
María nos
ofrece la luz, que es Jesucristo, en el tercer misterio gozoso del
Rosario. Acojamos a Cristo con el compromiso de vivir el don de la fe
sobrenatural con espíritu misionero.
PRIMERA
LECTURA. Isaías 60, 1-6.
La luz del
Señor.
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor
amanece sobre ti!
La luz es la
gloria del Señor. Es el amanecer que anuncia la presencia del Redentor.
Como los Magos, acogemos la luz de lo alto y nos dejamos guiar por ella
con humildad y diligencia.
La luz del
Señor se abre paso entre las tinieblas, la oscuridad y la ceguera del
pecado.
Acoger al
Señor.
Acoger la luz
del Señor causará la unidad de todos los pueblos y reyes. Formaremos una
sola familia como hijos de la luz. Viviremos la alegría de vernos libres
de la esclavitud del pecado. Descubriremos la paz verdadera como fruto de
la unidad. Viviremos como hermanos. Seremos portadores de la luz interior
que ilumina las mentes y los corazones...
Se cumplirá
la profecía: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Nosotros nos postramos ante el Señor y le rendimos el tributo de nuestra
adoración.
Invocación
mariana.
María, Madre
de la luz porque eres la Madre de Dios. Oriéntanos siempre hacia Cristo,
tu Hijo. Abre nuestros corazones a la Luz verdadera para que ilumine
nuestro camino hacia la luz definitiva.
SEGUNDA LECTURA.
Efesios 3, 2-3a. 5-6.
La gracia de
conocer a Cristo.
Habéis
oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en
favor vuestro.
Es la gracia
de conocer el misterio manifestado desde antiguo y que ahora ha sido
revelado por el Espíritu Santo. El centro del misterio es el cumplimiento
de la Promesa en Jesucristo. Jesucristo es la promesa de salvación
destinada a los judíos, a los gentiles... a todos los hombres.
El
conocimiento de Cristo.
Cristo es la
luz porque es la gloria del Señor que brilla sobre nosotros y nos
invade; porque es la Verdad del Padre que ilumina el camino de nuestra
vida. Acoger a Cristo es dejarse penetrar de la luz de lo alto.
Nuestra
vocación.
Somos
llamados a ser portadores de la luz, esto es de la gracia de Cristo. Es la
dimensión misionera de la Epifanía.
Todos los
pueblos, razas, ideologías, sistemas... están llamados a la luz verdadera,
esto es, al conocimiento de Jesucristo.
Nosotros
somos responsables de la acción misionera con el testimonio de vida, con
la ayuda espiritual y material y con la presencia activa.
Invocación
mariana.
Santa María:
Tú conoces privilegiadamente el misterio de Cristo y su luz marca tus
caminos. Alcánzanos la gracia de conocer el misterio de Cristo y que su
luz nos guíe hacia la salvación.
TERCERA
LECTURA. San Mateo 2, 1-12.
El camino de
los Magos.
El camino de
los Reyes Magos es camino de esperanza. Apoyados en la moción interior de
la luz, salen al encuentro del Niño, de Jesucristo, de Dios.
Es un camino
lleno de dificultades. Herodes trata de impedir el encuentro. Planea
eliminar al Niño. La estrella, sale de nuevo al encuentro de los Magos y
los conduce hasta el Portal de Belén para adorar al Niño y presentarle sus
ofrendas...
Nuestro
camino.
Nosotros
hemos recibido la luz interior de la gracia y del conocimiento de Cristo.
Hemos de ponernos en camino hasta el encuentro definitivo con el Señor.
Nos
encontramos con dificultades: la inconstancia de la voluntad, la debilidad
ante las ocasiones de pecado, el asedio de las ideologías adversas...
La Luz de
Dios sale de nuevo a nuestro encuentro y nos marca el camino. Cristo, en
la Iglesia, nos ofrece los medios para reencontrar el camino verdadero.
Cristo nos
ofrece el sacramento de la Reconciliación que nos libera de la oscuridad
del pecado personal; la Eucaristía que nos alimenta y fortalece para el
camino; el Catecismo para la recta formación de la conciencia; los
Mandamientos que nos marcan el recto comportamiento; la oración
perseverante para impetrar los auxilios que necesitamos...
Adoremos al
Señor.
Los "magos
entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de
rodilla lo adoraron".
Acudamos a
Belén con los Magos para adorar a Cristo y hacerle nuestra ofrenda.
Ofrecemos el oro de nuestra vida renovada por la gracia; la mirra del
sacrificio y de la valentía que exige la vida cristiana; y el incienso, el
buen olor del testimonio de nuestra fe.
Invocación
mariana.
María: llenos de inmensa
alegría: hemos encontrado a Cristo entre tus brazos. Enséñanos cómo
acogerlo en el corazón y cómo mostrarlo al mundo con el testimonio de
nuestra vida cristiana.
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