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SEMANA SANTA Jueves Santo - Ciclo C - |
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Guía
didáctica apropiada para
JUEVES SANTO
- Ciclo C
Celebramos el quinto misterio luminoso del Rosario: la institución de la Eucaristía. Nos reunimos rememorando la intimidad del Cenáculo. Cristo instituye la Eucaristía que contiene su amor hasta el extremo. Instituye también el sacerdocio que prolonga hasta nosotros la realidad de la Eucaristía y promulga el mandato del amor fraterno. La Virgen María nos atrae hacia la Eucaristía.
PRIMERA LECTURA. Éxodo 12, 1-8. 11-14. La cena pascual. El Libro del Éxodo narra la cena pascual hebrea que se celebraba periódicamente. Los judíos recordaban la liberación de la cautividad y la marcha hacia la tierra prometida, dando gracias a Yahvéh por su visible protección con salmos de bendición.
Era la fiesta principal que celebraba el pueblo de
Israel. Se reunían las familias para comer el cordero y el pan ácimo. Lo
hacían en actitud de caminantes recordando la Pascua o Paso del Señor.
Rociaban las jambas y el dintel de la casa con la sangre del animal. La
sangre era la señal para quedar libre del castigo de Dios al pueblo de
Egipto. Figura de la nueva Pascua. La cena pascual es figura de la nueva Pascua y de la nueva Alianza. La verdadera víctima pascual es Cristo. Su cuerpo entregado será el alimento del pueblo redimido que peregrina hacia la Patria definitiva. Su sangre derramada será la firma la nueva Alianza y la bebida que calmará la sed del camino. En la tarde del Jueves Santo, Cristo da cumplimiento a lo anunciado en el Antiguo Testamento. Es la Pascua cristiana. Es nuestra fiesta principal. Por eso, los hijos de Dios nos reunimos en familia en torno a la mesa pascual donde se renueva incruentamente el sacrificio de Cristo y se nos ofrece su cuerpo y sangre como alimento y bebida.
SEGUNDA LECTURA. Primera Corintios, 11, 23-26. La enseñanza de San Pablo.
San Pablo nos propone la enseñanza sobre la
institución de la Eucaristía. Es una tradición que procede del Señor.
Cristo tomó entre sus manos el pan y el cáliz con el vino
y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros... Este
cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre... ". Por la virtud
de estas palabras consecratorias, el pan deja de ser pan y el
vino deja de ser vino, para convertirse substancialmente en el cuerpo y
en la sangre del Señor. Es el milagro de la transustanciación.
El cuerpo entregado de Cristo y su sangre
derramada en el Calvario, da comienzo a la Nueva Alianza. Así nos lo
recuerda la palabra el Siervo de Dios Juan Pablo II:
Cuando el cuerpo de Cristo sea ofrecido en la
Cruz, entonces esta Sangre, derramada en la pasión se convertirá en el
comienzo de la Nueva Alianza de Dios con la humanidad... La nueva y
eterna Alianza, con la Sangre de Cristo. Institución del sacerdocio. Cristo quiso que la Eucaristía llegase hasta nosotros. Para ello, instituyó el sacerdocio diciendo: Haced esto en memoria mía. Los sacerdotes, en nombre de Cristo y participando de su poder, celebran la Sta. Misa que renueva incruentamente el Sacrificio del Calvario, que nos ofrece el Banquete Eucarístico, que contiene la Presencia real del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Pidamos al Señor con insistencia que suscite vocaciones sacerdotales y que los sacerdotes sean santos.
TERCERA LECTURA. San Juan 13, 1-15 Amor hasta el extremo. Cristo, Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Nos dice el Siervo de Dios Juan Pablo II (5º
misterio luminoso del Rosario): Esta es
la verdad más profunda de la última Cena. El Cuerpo y la Sangre, la
pasión en la cruz y en la muerte significan esto precisamente: los amó
hasta el extremo... El Cuerpo y la Sangre, la pasión y la muerte, el
sacrificio, son el amor que se remonta hasta los confines de su poder
salvífico. Amor fraterno. Cristo nos manda que seamos portadores de su amor: Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Es la caridad fraterna que se expresa en espíritu de servicio.
La institución de la Eucaristía contiene y expresa
todo el amor de Cristo como acto supremo de servicio por la salvación de
los hombres. Para hacerlo entender, Cristo lava los pies a sus apóstoles
y les dice: ¿Comprendéis lo que he hecho
con vosotros?.Vosotros me llamáis el Maestro y El Señor y decís bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado
ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo
hagáis.
Para cumplir el Mandato del amor fraterno, esto
es, para dar amor, hay que tener amor. Para ello, es necesario poseer la
vida de la gracia alimentada por la Eucaristía. Entonces nos sentiremos
apremiados por el amor de Cristo. Es el amor que nos urge a trabajar por
la salvación de los hombres nuestros hermanos y por sus necesidades
espirituales y materiales. Tratemos de amarnos unos a otros como Él nos
amó. Invocación mariana. Santa María del Cenáculo: acoge nuestros sentimientos de alabanza y acción de gracias al Señor por el don de la Eucaristía y del Sacerdocio. Enséñanos cómo ser discípulos de Cristo, tu Hijo, y hermanos de todos los hombres.
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