MEDITACIONES
NAVIDAD
MISA DEL DIA - CICLO B
¡ Feliz Navidad !
Nos
felicitamos porque Cristo ha nacido de María Virgen por obra del Espíritu
Santo. Celebramos el tercer misterio gozoso del Rosario. El nacimiento de
Cristo marca el encuentro del amor misericordioso de Dios con cada uno de
nosotros. Abramos nuestros corazones, para dejarnos invadir por la gracia
de Cristo.
PRIMERA
LECTURA. Isaías, 52, 7-10.
Un canto de
acción de gracias.
¡Qué hermosos
son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, la buena
nueva, la victoria, que dice a Sión: Tu Dios es Rey.
Se han
cumplido las profecías.
Se han
cumplido las promesas de salvación y de paz. Dios ha mostrado su esplendor
y nos ha dado un nombre para siempre. Dios nos congrega a la voz
del Espíritu. Nos guía a la luz de su gloria con amor y
misericordia.
El Señor tu
Dios está en medio de ti, es un guerrero que salva. El se goza y se
complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta. .
Gozosos,
contemplamos al Salvador. Su origen es eterno. Se ha hecho hombre, nacido
de la Virgen-Madre por obra del Espíritu Santo. Nos gobierna con la
fuerza del Señor. Él es nuestra paz.
No estamos
abandonados. Dios nos ama con amor preferencial. Nos inunda de alegría y
nos gozamos en su presencia: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se
nos ha dado: lleva al hombro el principado y es su nombre: maravilla de
Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz.
Damos gracias
a Dios y estamos alegres porque ha llegado nuestro Salvador. Somos su
Pueblo santo, redimidos del Señor .Qué hermosos son sobre los montes los
pies de los mensajeros que nos anunciaron la paz.
Venid
adoremos a nuestro Redentor, a Dios con nosotros, por nosotros y para
nosotros.

Invocación
mariana.
Santa María
de la Navidad: Tú eres mensajera de la Redención y de la paz porque eres
la portadora de Cristo y nos lo ofreces en Belén.
Enséñanos
cómo acoger a Cristo fruto bendito de tu vientre, cómo hacerlo
nuestro por la gracia y cómo ser expresión luminosa del misterio de Cristo
en medio del mundo según el don de la vocación y misión que hemos
recibido.
SEGUNDA
LECTURA. Hebreos 1, 1-6.
En distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres
por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo,
al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido
realizando las edades del mundo.
Cristo,
Palabra del Padre.
Cristo es la
Palabra hecha carne. Es Dios como el Padre. Necesitamos oír la Palabra de
Dios, esto es conocer y amar a Cristo en la lectura meditada de las
Sagradas Escrituras y hacerla vida en nosotros por medio de los
sacramentos.
Hemos de
retomar la importancia del Bautismo y de la Confirmación, perseverar en la
gracia por la Reconciliación frecuente y alimentarla en la Eucaristía,
Sacrificio, Comunión, Tabernáculo.
Invocación
mariana.
Madre de
Dios: Tú eres palabra de la Palabra que se ha pronunciado virginalmente al
calor de tu corazón y que se manifiesta en Belén.
Enséñanos
cómo oír a Cristo, cómo guardarlo en nuestro corazón y cómo proclamarlo
ante las gentes.
TERCERA
LECTURA. San Juan 1, 1-18.
El prólogo
del Evangelio de S. Juan nos ayuda a profundizar en el misterio de la
Palabra, del Verbo de Dios que se hace hombre por nosotros.
Adoramos al
Verbo de Dios.
El Verbo de
Dios es la Palabra eterna que está junto a Dios, que es Dios como el
Padre. Está en el origen de todas las cosas en el orden de la creación y
de la redención. Es la vida verdadera, luz que brilla en medio de las
tinieblas del pecado. Viene al mundo pero muchos no quieren reconocerlo.
Viene a nuestras casas, pero muchas puertas no se abren.
Pero a los
que deseamos recibirlo, nos da poder para ser hijos de Dios porque
hemos creído en su nombre. ¡Somos los nacidos de Dios!
Adoramos al
Verbo de Dios hecho carne.
El Verbo de
Dios hecho carne es Jesucristo. Vive entre nosotros y para nosotros.
Estamos contemplando su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad. Vive en nosotros porque participamos de
la plenitud de su gracia. Todo lo hemos recibido por medio de Jesucristo.
A Dios nadie
le ha visto jamás: e1 Hijo único que está en el seno del Padre, es quien
le ha dado a conocer.
Invocación
mariana.
Madre de
Dios: Tú sostienes a Jesús entre tus brazos, nos lo ofreces y lo guardas
todo en su corazón.
Te pedimos
que sostengas continuamente entre tus brazos a la Iglesia y a cada uno de
nosotros. Guárdanos. Protégenos. Defiéndenos. Somos totalmente tuyos como
la mejor manera de ser totalmente de Cristo y de su Iglesia.

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