El Amor de Dios y el Corazón de Jesús

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.
 



 

MEDITACIÓN
 

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


 

 

EL AMOR DE DIOS SE REVELA EN EL CORAZÓN DE JESÚS

         La liturgia de la Palabra nos invita a reflexionar sobre las cualidades del amor de Dios, reveladas en el Corazón de Jesús. Nos ayudarán a vivir nuestra vocación cristiana, que es vocación de amor porque brota del Corazón traspasado de Jesús.
 

El Profeta Oseas.

 El profeta Oseas (11, 1b. 3-4. 8c-9) es conocido como  profeta del amor. Dios ama a su pueblo desde siempre y lo conduce amorosamente por el desierto. Le enseñó a caminar, lo libró del enemigo, lo alimentó milagrosamente y lo redujo de sus desvíos. Cuando su pueblo se rebela, corrige, pero no destruye, porque su amor es  eterno. Es el amor de Dios en medio de su pueblo.

         El amor de Dios se  manifestará en los sentimientos del Corazón de Jesús. Él mismo se autopresenta diciendo: "Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna; pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él" (Jo.3, 16-18). Estos son los sentimientos del Corazón de Jesús: amor, perdón y salvación.

         El Corazón de Jesús realiza y culmina el amor salvífico de Dios Padre a los hombres. Ama  con un amor más fuerte que el pecado y la muerte,  perdona para siempre,  marca el camino de la salvación,  guarda y protege del mal, ofrece su cuerpo y su sangre como alimento y bebida, sale al encuentro de los más pobres de alma y de cuerpo...      
 

San Pablo

         Como nos enseña San Pablo (Ef.3, 8-12), se trata de anunciar a todos "la riqueza insondable que es Cristo; e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo". Es necesario vivir en profundidad el misterio de Cristo para ser apóstoles de la "Nueva Evangelización".

         Seamos creativos a la hora de transmitir el conocimiento, el amor y la imitación de Cristo. Proclamemos el Evangelio enseñando las verdades fundamentales de la fe y el comportamiento cristiano tal como lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica.        

         Con San Pablo, pedimos al Padre  "os conceda por medio de su Espíritu: robusteceros en lo profundo de vuestro ser; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento y así, con todo el pueblo de Dios, lograremos abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que transciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaremos a la plenitud, según la plenitud total de Dios".

San Juan.

         San Juan (19,31-37) nos conduce a la contemplación de Cristo muerto en la Cruz: "uno de los soldados con la lanza le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua". La Iglesia como Cuerpo místico nace del Corazón traspasado de Cristo. Tratemos de ser y actuar como miembros activos y responsables del Cuerpo místico de Cristo. Este es el fundamento de de la vida cristiana y de la santificación.

         Desde esta perspectiva, vivamos en íntima unión con Jesucristo y con los sentimientos de su Corazón. La intimidad con Jesucristo nos permite vivir abiertos a su amor, entregados a sus exigencias y ser sus testigos ante el mundo. Sabremos amar desde el Corazón de Cristo e imitarlo en su entrega sin reservas.


Por medio de María.

         Nos consagramos al corazón maternal de la Virgen-Madre.  Ella es modelo de entrega a Cristo y de apostolado. Ella nos enseña cómo fundamentar nuestra vida en Cristo y responder a su amor. Ella nos introduce en los secretos del Corazón de su Hijo.

 



    


 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.