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MEDITACIÓN
EL AMOR DEL CORAZÓN
DE JESÚS
JESÚS NOS AMA CON SU CORAZÓN.
Jesús tiene un corazón vivo y palpitante que nos ama, al ser parte de su
naturaleza humana, instrumento unido de la Redención. El amor que el
Corazón de Jesús nos tiene se confirma con su doctrina, sus sentimientos
y su vida.
La doctrina del Corazón de Jesús.
El Corazón de Jesús se presenta como el Buen Pastor que apela a los
sentimientos del corazón para buscar a la oveja perdida hasta
encontrarla, que hace partícipe de su alegría a los amigos y que lo
aplica a la alegría del cielo por la conversión del pecador (Lc.15 1-8;
Cf. Jo. 10, 1-17).
El Corazón de Jesús busca la dracma perdida con solicitud maternal,
comparte su alegría y lo aplica a la alegría de los ángeles por el
pecador que hace penitencia (Lc.15, 8-11).
El Corazón de Jesús tiene corazón de padre que perdona, acoge y abraza a
su hijo pequeńo que se había perdido y organiza un banquete en su honor
para compartir su alegría. Igualmente, cura los celos del hermano mayor
(Lc 15, 11-32).
Los sentimientos del Corazón de Jesús.
Los sentimientos del Corazón de Jesús son de misericordia y compasión
que remedia los males.
Siente compasión de la gente que le sigue y multiplica los panes y los
peces para darles de comer (Mt.14, 13-22). Se conmueve en su corazón y
resucita al hijo único de la viuda de Naín (Lc. 7, 11-18). Llora ante la
muerte de su amigo Lázaro y lo resucita (Jo.11, 33-45). Derrama lágrimas
sobre Jerusalén que no se ha dejado cobijar bajo el calor maternal de su
corazón (Lc. 19, 45). Nos contempla desde la Cruz a nosotros que le
hemos crucificado con nuestro pecado. (Lc. 23, 34). Abre su Corazón al
ladrón arrepentido, lo perdona y lo recibe en su Reino (Lc. 23, 42-43).
El Corazón de Jesús nos ama hasta el extremo (Jo. 13, 1)
La vida del Corazón de Jesús.
El Corazón de Jesús se autopresenta como portador del amor del Padre
para la salvación de todos los hombres (Cf. Jo. 3, 16-18). Este amor
inunda su Corazón y lo hace especialmente sensible para amarnos con un
afecto inigualable.
Parece que tiene prisa por ir a la Cruz y morir por nosotros para
demostrarnos su amor con la firma de su Cuerpo entregado y de su Sangre
derramada.
La Eucaristía es como una locura de su amor por nosotros. Es el memorial
vivo, real e incruento del Sacrificio del Calvario. Nos ofrece su Cuerpo
y su Sangre como alimento y bebida. Está realmente presente en el
Tabernáculo, bajo las especies del pan y del vino, para permanecer
sacramentalmente con nosotros y para que nosotros podamos estar con Él
en diálogo íntimo.
CUALIDADES DEL AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS.
Es humilde.
El Corazón de Jesús nos dice expresamente: “Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón” (Mt. 11,29). No ha venido a ser servido,
“sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Por
eso, El que quiera ser grande, sea vuestro servidor (Mc.10,43).
San Pablo nos invita a tener “los mismos sentimientos” del Corazón de
Jesús que se anonadó, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz (Cf. Fil.2, 5-8).
Es desinteresado.
El Corazón de Jesús no busca su propio interés. Sólo desea hacer la
voluntad del Padre (Jo.6, 3¬8). Por eso, nos amó hasta el extremo (Jo.1¬3,
-1): “Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus
amigos”(Jo.15,13).
Es redentor.
El amor del Corazón de Jesús es redentor porque nos redime de la
esclavitud del pecado: “Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo
pecadores, murió Cristo por nosotros” (Ro.5, 8). Nos libera de la
servidumbre de la corrupción “para participar en la libertad de la
gloria de los hijos de Dios” (Rom.8, 21).
NUESTRA RESPUESTA.
Si el Corazón de Jesús nos ama hasta el extremo y se entrega por
nosotros, nosotros hemos de amarlo, consagrarnos y entregarnos a los
intereses de su Corazón: amar y reparar.
Que nada ni nadie nos separe del amor del Corazón de Jesús: Quién nos
separará del amor de Cristo… (Cf. Rom.8, 31-39).
María nos enseńa a crecer en el amor al Corazón de su Hijo, meditando el
amor que nos tiene en los misterios del Rosario.
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