El Amor del Corazón de Jesús

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.
 



 

MEDITACIÓN
 

EL AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS


JESÚS NOS AMA CON SU CORAZÓN.

Jesús tiene un corazón vivo y palpitante que nos ama, al ser parte de su naturaleza humana, instrumento unido de la Redención. El amor que el Corazón de Jesús nos tiene se confirma con su doctrina, sus sentimientos y su vida.

La doctrina del Corazón de Jesús.

El Corazón de Jesús se presenta como el Buen Pastor que apela a los sentimientos del corazón para buscar a la oveja perdida hasta encontrarla, que hace partícipe de su alegría a los amigos y que lo aplica a la alegría del cielo por la conversión del pecador (Lc.15 1-8; Cf. Jo. 10, 1-17).

El Corazón de Jesús busca la dracma perdida con solicitud maternal, comparte su alegría y lo aplica a la alegría de los ángeles por el pecador que hace penitencia (Lc.15, 8-11).

El Corazón de Jesús tiene corazón de padre que perdona, acoge y abraza a su hijo pequeńo que se había perdido y organiza un banquete en su honor para compartir su alegría. Igualmente, cura los celos del hermano mayor (Lc 15, 11-32).

Los sentimientos del Corazón de Jesús.

Los sentimientos del Corazón de Jesús son de misericordia y compasión que remedia los males.

Siente compasión de la gente que le sigue y multiplica los panes y los peces para darles de comer (Mt.14, 13-22). Se conmueve en su corazón y resucita al hijo único de la viuda de Naín (Lc. 7, 11-18). Llora ante la muerte de su amigo Lázaro y lo resucita (Jo.11, 33-45). Derrama lágrimas sobre Jerusalén que no se ha dejado cobijar bajo el calor maternal de su corazón (Lc. 19, 45). Nos contempla desde la Cruz a nosotros que le hemos crucificado con nuestro pecado. (Lc. 23, 34). Abre su Corazón al ladrón arrepentido, lo perdona y lo recibe en su Reino (Lc. 23, 42-43). El Corazón de Jesús nos ama hasta el extremo (Jo. 13, 1)
La vida del Corazón de Jesús.

El Corazón de Jesús se autopresenta como portador del amor del Padre para la salvación de todos los hombres (Cf. Jo. 3, 16-18). Este amor inunda su Corazón y lo hace especialmente sensible para amarnos con un afecto inigualable.

Parece que tiene prisa por ir a la Cruz y morir por nosotros para demostrarnos su amor con la firma de su Cuerpo entregado y de su Sangre derramada.

La Eucaristía es como una locura de su amor por nosotros. Es el memorial vivo, real e incruento del Sacrificio del Calvario. Nos ofrece su Cuerpo y su Sangre como alimento y bebida. Está realmente presente en el Tabernáculo, bajo las especies del pan y del vino, para permanecer sacramentalmente con nosotros y para que nosotros podamos estar con Él en diálogo íntimo.


CUALIDADES DEL AMOR DEL CORAZÓN DE JESÚS.

Es humilde.

El Corazón de Jesús nos dice expresamente: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11,29). No ha venido a ser servido, “sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Por eso, El que quiera ser grande, sea vuestro servidor (Mc.10,43).

San Pablo nos invita a tener “los mismos sentimientos” del Corazón de Jesús que se anonadó, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Cf. Fil.2, 5-8).

Es desinteresado.

El Corazón de Jesús no busca su propio interés. Sólo desea hacer la voluntad del Padre (Jo.6, 3¬8). Por eso, nos amó hasta el extremo (Jo.1¬3, -1): “Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos”(Jo.15,13).

Es redentor.

El amor del Corazón de Jesús es redentor porque nos redime de la esclavitud del pecado: “Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros” (Ro.5, 8). Nos libera de la servidumbre de la corrupción “para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom.8, 21).


NUESTRA RESPUESTA.

Si el Corazón de Jesús nos ama hasta el extremo y se entrega por nosotros, nosotros hemos de amarlo, consagrarnos y entregarnos a los intereses de su Corazón: amar y reparar.

Que nada ni nadie nos separe del amor del Corazón de Jesús: Quién nos separará del amor de Cristo… (Cf. Rom.8, 31-39).

María nos enseńa a crecer en el amor al Corazón de su Hijo, meditando el amor que nos tiene en los misterios del Rosario.

 




 

 
 


             Autor: Fr. Carlos Lledó López, O.P.