MEDITACIÓN
EL CORAZÓN
MISERICORDIOSO DE JESÚS
CORAZÓN MISERICORDIOSO DE
JESÚS.
Quiere
decir.
Que el Corazón de Jesús contempla la situación de la humanidad
muerta por el pecado original y herida por sus consecuencias
individuales y sociales y nos ofrece la única solución posible: la
reparación infinita del pecado por medio de su Pasión y Muerte.
Que la Misericordia del Corazón de Jesús es más fuerte que el
pecado, que la muerte y que la debilidad.
El
Corazón de Jesús.
Es la Revelación progresiva del Amor misericordioso: Tanto nos
ama Dios que nos hace donación de su Hijo, y en Él no nos condena, sino
que nos perdona y nos salva (Cf. Jo.3, 16). El Corazón de Jesús nos
declara su amor hasta el extremo: "Habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jo.13,1, hasta dar la vida
por cada uno de nosotros. Por eso, nadie nos puede amar como Él nos ha
amado: “Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus
amigo” (Jo.15, 13), nosotros somos sus amigos.
El
Corazón de Jesús es la misericordia efectiva.
Por amor misericordioso, se anonadó, tomó la forma de siervo,
adoptando la condición de hombre, se humilló, se hizo obediente al Padre
en la pasión, muerte y resurrección, para perdonar nuestro pecado(Cf.
Fil.2,6-12).
Por amor misericordioso evangeliza a los pobres, predica a los
cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para
poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un ańo de gracia del
Seńor, dando cumplimiento a las Escrituras (Cf. Lc.4, 18-20. 21).
Por amor misericordioso dice a los discípulos de Juan: “Id y
comunicad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan, los pobres son evangelizados” (Lc.7,22).
Por amor misericordioso es el buen Samaritano por excelencia
que recoge al malherido por el pecado, lo carga sobre sus hombros y se
ocupa de él hasta sanarlo (Cf. Lc.10, 30-37)
El
Corazón de Jesús se conmueve.
El Corazón de Jesús se conmueve ante la desgracia ajena y
ofrece remedio. Cura las enfermedades del alma y del cuerpo, perdona los
pecados, da de comer a los hambrientos, resucita a los muertos, calma
las tempestades…
Nuestra
actitud.
Estamos necesitados de misericordia. La pedimos para nosotros y
para el mundo.
Nos presentamos al Corazón de Jesús para que nos perdone. Él
nos ofrece el Sacramento de la Misericordia (La Confesión), nos bańa en
su Sangre redentora, nos perdona el pecado, fortalece nuestra voluntad y
nos mantiene en “tensión de santidad”. Él nos invita a comer su Cuerpo y
beber su Sangre, alimento y fortaleza del camino.
Abrimos nuestro pobre corazón para que se derrame sobre
nosotros y sobre el mundo, la Misericordia del Corazón de Jesús.
El Corazón de María, Madre de la Misericordia, nos conduce al
Corazón Misericordioso de su Hijo, la medicina que necesitamos. Con
Ella, queremos cantar eternamente las misericordias del Corazón de
Jesús.
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