|
MEDITACIÓN
EL AMAR Y REPARAR AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CORAZÓN DE JESÚS.
AMAR Y REPARAR AL CORAZÓN DE JESÚS
Amar a Dios es el primer Mandamiento.
El Corazón de Jesús nos enseńa que amar a Dios es el más grande y primer
Mandamiento (Mt.22, 35; Mc.12,28; Lc.10,25). Amar al Corazón de Jesús,
es amar a Dios. Por eso, amamos al Corazón de Jesús sobre todas las
cosas.
Nuestro amor es estimativo, o apreciativo, y ordenativo. Amor estimativo
quiere decir que lo estimamos, apreciamos o valoramos, como lo primero y
lo más importante. Amor ordenativo quiere decir que nuestra vida y
nuestros actos los ordenamos desde el Corazón de Jesús y hacia Él, que
es la mejor manera de hacerlo todo a la mayor Gloria de Dios.
Amar al Corazón de Jesús con toda la voluntad es vivir y perseverar en
estado de gracia santificante, por medio, principalmente de los
sacramentos. Es la mejor manera de agradarle.
Amar al Corazón de Jesús con toda la mente es amarlo con una fe viva y
coherente, es andar en verdad con el testimonio consiguiente en todos
nuestros actos. O sea, amarlo en nuestras obras y con todas las fuerzas.
Necesitamos amar al Corazón de Jesús.
El Corazón de Jesús no necesita ser amado porque personalmente es Dios.
Sin embargo, nos pide que le amemos porque somos nosotros los que
necesitamos amarlo. Amando al Corazón de Jesús alcanzamos la plena
perfección, la santificación, la salvación.
Necesitamos amar al Corazón de Jesús como respuesta al amor que nos
tiene: “Amor con amor se paga”. El Corazón de Jesús es el Hijo de Dios
que se ha hecho hombre por amor a nosotros, que ha nacido en Belén por
amor, que ha vivido pobremente por amor, que se ha conmovido en su
corazón ante la desgracia ajena y la ha solucionado por amor, que ha
sufrido la pasión y muerte de cruz por amor, que nos muestra su Corazón
traspasado, ardiente de amor… que sale al encuentro de cada uno de
nosotros por amor.
El Corazón de Jesús es nuestro Redentor por amor, como nos enseńa San
Pablo: “Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores,
murió Cristo por nosotros. Con mayor razón, pues, justificados por su
sangre, seremos por Él salvos de la ira… Y no sólo reconciliados, sino
que nos gloriamos en Dios por nuestro Seńor Jesucristo, por quien
recibimos ahora la reconciliación” (Rom. 5, 8-12).
El Corazón de Jesús nos pide amor y reparación.
El Corazón de Jesús pide amor y reparación, especialmente, a las almas
que les son más cercanas.
Respondamos caminando por la vía del amor: “caminad en el amor, como
Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio de
fragante y suave olor” (Ef. 5, 1-2).
Respondamos igualmente reparando por nuestra frialdad en el amor y por
los que viven en pecado: “Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia
de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, grata a
Dios” no viviendo según los criterios de este mundo, sino según la
voluntad de Dios (Cf. Rom. 12, 1-3).
Amamos y reparamos al Corazón de Jesús cuando cultivamos la vida de la
gracia por los sacramentos, por la práctica de la virtud sobrenatural,
por el oxigeno de la oración litúrgica y personal, por la mortificación
cristiana en el cumplimiento del deber y en la generosidad, por la
filial devoción a la Virgen, también con el Rosario.
Conclusión.
Nos confiamos a la intercesión de la Virgen María. Ella conoce, como
nadie, los secretos del Corazón de su Hijo y lo ama plenamente. Que Ella
nos enseńe a hacer de nuestra vida un camino de amor y reparación al
Corazón de su Hijo.
|
|