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MEDITACIÓN
MARÍA, INMACULADA
CONCEPCIÓN
CRISTO ES EL REDENTOR
Cristo es el único Redentor porque es el Mediador único y principal
entre Dios y los hombres, y la Víctima única, capaz de reparar la
dimensión infinita del pecado.
MARÍA ES CORREDENTORA
María es la Corredentora porque su vida está totalmente entregada al
servicio del Redentor en esclavitud de amor.
María es la Corredentora porque colabora de forma excepcional y
privilegiada en el plan de salvación por ser la Madre de Dios.
María es Corredentora acogiendo al Verbo de Dios hecho hombre al calor
de su corazón por obra del Espíritu Santo, mostrándolo al mundo en el
nacimiento virginal, cuidando del Niño como una madre cuida de su hijo,
intercediendo en las bodas de Caná y marcando el camino hacia Cristo.
María es eminentemente Corredentora junto a la Cruz de su Hijo, en
comunión con Él por la salvación del mundo. Es plenamente Corredentora
en la resurrección del Hijo, desbordando alegría en la plenitud del
Magnificat.
María es Corredentora el día de Pentecostés cuando el Espíritu Santo
viene sobre Ella y los Apóstoles. Lo sigue siendo en el Cielo, asunta en
cuerpo y alma, intercediendo por todos nosotros.
Existe además la colaboración sacramental, como
una forma de presencia corredentora. En el Bautismo, María es la Madre
portadora da la Vida. En la Confirmación, es la Madre que nos hace
partícipes de su fortaleza al pie de la Cruz. En la Penitencia, es la
Madre que acoge y abraza al hijo arrepentido. En la Eucaristía, es la
Madre que nos ofrece el alimento y la bebida, el Cuerpo y la Sangre de
Cristo. En el Matrimonio, es la Madre virgen y esposa modelo que ofrece
el calor de Cristo al nuevo hogar. En el Sacerdocio, es la Madre
especial de los sacerdotes y la Maestra que les enseña cómo configurarse
con su Hijo, Sumo y Eterno Sacerdote. En la Unción de los enfermos, es
portadora del perdón, del consuelo, de la salud espiritual y corporal y
nos sostiene entre sus brazos.
LA CORREDENCIÓN ES EL PRECIO DE LA
MATERNIDAD DIVINA
María al concebir a Cristo por obra del Espíritu Santo, queda dentro del
orden hipostático, vinculada a su finalidad que es la redención. Como el
sistema planetario gira en torno al sol, así la vida de la Virgen gira
en torno a Cristo.
Así como la Redención se ha de realizar principalmente por medio del
dolor, la Virgen queda vinculada místicamente al dolor del Hijo como
causa secundaria y subordinada de la Redención. María sufre lo
inconcebible en su corazón con esperanza teologal, segura del triunfo y
glorificación del Hijo.
La Virgen acepta su misión corredentora conscientemente al aceptar la
Maternidad divina. Ha pronunciado el “Fiat” con un conocimiento completo
de causas y de la situación de la naturaleza humana herida por el
pecado, objeto de redención. Como el que contempla un cuerpo enfermo y
puede facilitar el médico y la medicina.
María cumple su misión entregándose al dolor desde el anuncio de Simeón
en el Templo, la huida a Egipto, la calle de la Amargura, la crucifixión
y muerte, el descendimiento, la sepultura y la soledad.
El dolor corredentor de María es en función de su amor a Cristo: lo ama
más que a sí misma porque es Dios. Es también, en función del
conocimiento que tiene del pecado, ofensa de dimensión infinita a Dios,
y de la situación de la humanidad.
María es la Madre que no se cansa de buscarnos, que sale a nuestro
encuentro para que nos convirtamos, que nos conduce a su Hijo y que nos
abraza.
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