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MEDITACIÓN
MARÍA, MADRE
DOLOROSA
MARÍA, MADRE DOLOROSA
Maria parece que no debía sufrir
María parece que no debía sufrir porque es Madre de Cristo, el "mejor de
los hijos de los hombres”, autor del cuarto Mandamiento. ¿Cómo iba a
permitir el sufrimiento de su Madre.
María parece que no debía sufrir porque es Madre del Verbo de Dios hecho
hombre, eternamente bienaventurado. Su Madre, está llamada a participar
de la bienaventuranza del Hijo.
Y, sin embrago, María es Madre Dolorosa.
Porque es la voluntad del Padre. Al ser Madre del Redentor participa de
la finalidad de la redención que ha de realizarse a base de dolor. Por
lo tanto, así como la redención sería por medio del dolor, así María
Corredentora, está íntimamente vinculada al dolor como causa secundaria
de la redención.
Así lo acepta María.
María acepta el plan de Dios: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí
según tu palabra" (Lc.1,38). Cuando María pronuncia estas palabras, lo
hace con un conocimiento completo de causas y de la situación de la
naturaleza humana. Como el que contempla un cuerpo enfermo y puede
ofrecer la medicina que sana (Cf. L.G.61).
Eva colaboró con la serpiente en el pecado. María “nueva Eva” colabora
con Cristo en la redención y la gracia participando místicamente en el
dolor de la de la Pasión.
El dolor corredentor de María abarca toda su vida. Desde la pobreza
extrema de Belén, la huida a Egipto, el anuncio de Simeón… hasta la
cumbre del dolor y el sufrimiento junto a la Cruz del Hijo. María Madre
es testigo de la horrorosa muerte de su Hijo. Cual sería su dolor.
El dolor de Abrahán duró unas horas y un ángel
puso fin a la dolorosa prueba. El dolor de María dura treinta años,
desde Belén hasta la muerte del Hijo en la Cruz.
El dolor de María es especialmente intensivo porque el amor al Hijo es
en función: del amor natural y sobrenatural que le profesa. Lo ama más
que a si misma porque es su hijo y porque es Dios.
Nuestra postura.
Consolamos a María en su dolor, amando con Ella a Cristo en la entrega
al Padre haciendo su voluntad, en la entrega a la Iglesia para que sea
santa, y en la los hombres para que se salven.
Consolamos a María en su dolor, ofreciendo con Ella a Cristo, nuestros
dolores, enfermedades, dificultades de la vida, cumplimiento del deber,
penitencia voluntaria...
SUPLICA
Ea, Madre, fuente del amor
Haz que sienta yo la fuerza de tu dolor
Para que llore contigo.
Haz que arda mi corazón
En el amor de Cristo mi Dios
Para que de este modo le agrade.
Haz que lleve la muerte de Cristo
Hazme socio de su Pasión y que venere sus llagas.
Haz que herido con sus heridas
quede embriagado con la Cruz
y con la sangre de tu Hijo.
Haz que yo llore piadosamente contigo
Y que conduela del Crucificado mientras viva.
Haz que esté contigo junto a la Cruz
Pues quiero asociarme contigo En tus santos dolores.
Madre mía, llévame al Cielo.
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