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MEDITACIÓN
MARÍA Y LOS
SACERDOTES
MARÍA Y LOS SACERDOTES
María, Madre de los sacerdotes.
María es Madre especial de los sacerdotes porque es Madre de Cristo,
Sumo, Eterno y Único Sacerdote.
María es Madre de los sacerdotes porque participan del sacerdocio de su
Hijo por el Sacramento del Orden, quedando configurados con Él y
participando de su poder para santificar, enseñar y gobernar. Los
sacerdotes también participan de la Mediación de Cristo entre Dios y los
hombres, ofreciendo a los hombres las cosas de Dios y presentando a Dios
las necesidades de los hombres; y los sacerdotes participan de la
Victimación de Cristo, centralmente, al renovar incruentamente el
Sacrificio del Calvario.
María recibe a los sacerdotes como hijos predilectos al pie de la Cruz,
por encargo de su Hijo. Jesús “Viendo a su Madre y al discípulo a quien
amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo” (Jo.
19, 26). Jesús, que se refiere directamente a Juan, discípulo amado,
recién ordenado sacerdote en el Cenáculo, está proclamando
extensivamente la Maternidad universal y, particularmente, la Maternidad
de María sobre los que han sido y serán ordenados sacerdotes. María está
aceptando a los sacerdotes como hijos al aceptar a Juan como hijo.
María prototipo del sacerdote.
María no es sacerdote. Su dignidad es superior al sacerdocio porque es
la Madre de Dios y de la Iglesia. Por eso, es Prototipo de la
espiritualidad sacerdotal que Ella vive eminentemente.
Ella es Prototipo de Mediación porque es la Medianera universal que nos
ha dado a Cristo, a la Iglesia, a la Gracia y a los Sacramentos. El
sacerdote ofrece a los hombres lo que recibe por medio de María.
Ella es Prototipo de Victimación porque es Corredentora con Cristo,
Víctima con Él desde el Sí de la Encarnación hasta la Cruz. El sacerdote
ha de captar la victimación sacerdotal de su vida, contemplando a María.
El sacerdote recibe el sacramento del Orden y queda configurado con
Cristo Sacerdote, gracias a la corredención y mediación de María.
María acompaña al sacerdote.
María acompaña a Cristo Sacerdote, desde la Encarnación hasta la Cruz
como una madre acompaña a su hijo. María sigue acompañando al sacerdote,
“otro Cristo” con solicitud maternal. El sacerdote ha de saberse
especialmente acompañado por su Madre, la Virgen María.
María acompaña a sus hijos sacerdotes en la función de santificar por
los sacramentos, centralmente por la Eucaristía. En la función de
enseñar, predicando el Evangelio bajo la guía de la Iglesia. En la
función de gobernar, sirviendo al Pueblo de Dios con los sentimientos
del Buen Pastor.
María protege y educa al sacerdote.
María Madre protege al Niño Jesús. María Madre sigue protegiendo al
sacerdote como la madre protege al niño y trata de librarlo de todo mal.
María Madre ayuda al sacerdote, hombre de barro, a buscar el perdón en
las caídas, a ser fuerte en la debilidad, a soportar la incomprensión y
el rechazo, a perseverar en el camino de la santidad y en los medios
para alcanzarla.
María es la educadora del sacerdote enseñándole a vivir al estilo de
Cristo Sacerdote y según los sentimientos de su Corazón.
El sacerdote se entrega a María.
El sacerdote acoge a María-Madre en su casa como le pide Cristo desde la
Cruz: “He ahí a tu Madre” (Cf. Jo.19, 27). El sacerdote se entrega, se
consagra y ama a su Madre. Por eso, dialoga filialmente con Ella, le
repite su amor en el Rosario, la obsequia con el Ángelus, celebra los
sábados y sus fiestas…
El Concilio Vaticano II recuerda a lo sacerdotes que María es siempre
“un maravilloso ejemplo que, guiada por el Espíritu Santo, se consagró
toda al ministerio de la redención de los hombres; los presbíteros
reverenciarán y amarán, con filial devoción y culto, a esta Madre del
sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y Auxilio de los
cristianos” (PO. 18b).
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