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MEDITACIÓN
EL ROSARIO EN HONOR
DE LA VIRGEN MARÍA
EL ROSARIO EN HONOR DE LA VIRGEN MARÍA
El valor del Santo Rosario.
El Santo Rosario viene a reconocer el lugar que María ocupa en el
misterio de Cristo y de la Iglesia, como Madre, Corredentora y
Medianera.
El Rosario que la Virgen María nos entrega, es camino de oración vocal,
mental y contemplativa. Libro abierto donde contemplamos a María
totalmente entregada a la obra redentora de su Hijo. Es también, el
compañero inseparable en nuestra peregrinación terrena.
Decía el Venerable Juan Pablo II: Se puede decir que el Rosario es en
cierto modo un comentario-oración sobre el capítulo final de la
Constitución Lumen Gentium del Vaticano II, capítulo que trata de la
presencia admirable de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la
Iglesia… (E.P.D. 1978, 9-10)
Los Misterios gozosos del Rosario.
La contemplación de los misterios gozosos del Rosario nos introduce en
el interior del corazón de la Virgen María que llamada ser Madre de
Dios, es excepcionalmente redimida y llena de gracia. Llena de gozo,
sale al encuentro de Isabel que la proclama bendita entre todas las
mujeres.
Llegada la plenitud de los tiempos, María da a luz por obra del Espíritu
Santo. Comienza la presencia histórica del Redentor, suprema expresión
del amor del Padre para que todos los hombres se salven (Cf. Jo.3, 16).
Fiel a la Ley, acude al templo de Jerusalén donde recibe el anuncio del
precio de dolor que ha de pagar como Madre y Corredentora. En silencio
reverencial acoge la respuesta del Hijo. María busca ansiosamente a
Jesús que permanece tres días en el templo porque ha de dedicarse a las
cosas del Padre.
Los Misterios luminosos.
Los misterios luminosos nos introducen en la vida pública de Jesús. Con
María, contemplamos espiritualmente el bautismo de Jesús, los cielos
abiertos. Oímos la voz del Padre y vemos al Espíritu Santo sobre
Jesucristo.
Con María participamos en la boda de Caná. La Madre intercede ante el
Hijo y Cristo realiza su primer milagro. María nos interpela: Haced lo
que Él os diga. Es una invitación a abrir el corazón a la predicación de
Cristo. María nos pide que nos dejemos inundar por la luz de la
Transfiguración, gracia de Dios en nuestras almas, y nos atrae
irresistiblemente a la Eucaristía Sacrificio, Comunión y Tabernáculo.
Los Misterios dolorosos.
Con María acompañamos a Cristo en la oración del huerto que nos enseña
la necesidad que tenemos de tiempos suficientemente largos de oración.
Contemplamos la agonía de Getsemaní en comunión con la humillación
extrema de Jesús. Permanecemos junto a la Cruz con María: Ella nos acoge
como hijos y nosotros la acogemos como Madre. Permanecemos adorando a
Cristo muerto por nosotros en silenció, acompañando a su Madre.
Misterios gloriosos.
La contemplación de los misterios gloriosos en el secreto del corazón de
la Virgen nos convierte en testigos de la gran alegría: Cristo ha
resucitado, triunfador sobre el pecado y la muerte, sube a los cielos y
allí nos prepara un lugar (Cf. Jo. 14,2), nos envía su Espíritu para que
santifique a la Iglesia y la conduzca a la plenitud, glorifica a su
Madre que, en cuerpo y alma, nos precede en el cielo y la corona como
Reina.
Conclusión.
Llevemos el Rosario en el corazón como recuerdo amoroso de la vida de
Cristo. En los labios, recitando las avemarías. Y en las manos, como
defensa ante el mal.
Renovamos nuestra consagración a la Virgen del Rosario: somos totalmente
de la Virgen María como la mejor manera de ser totalmente de Cristo y de
su Iglesia.
NOTA.
SE RECOMIENDA IR A LA VENTANA
“EL SANTO ROSARIO”
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