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MEDITACIÓN
MARÍA, REINA DE LA
PAZ
MARÍA, REINA DE LA PAZ
Maria nos muestra a Cristo, Rey de la Paz.
Cristo es el Rey de la Paz, porque es el Rey de la creación. Todo ha
sido hecho por Él y nada existe sin Él (Cf. Jo. 1, 3). Cristo es el Rey
de la "tranquilidad en el orden". Por eso, hemos de respetar el origen,
el uso y el fin de las cosas creadas según el Creador: la vida, la
muerte, el camino a recorrer desde el comienzo de la vida hasta su fin
natural, el uso de los bienes...
Cristo es el Rey de la Paz porque es el Rey de la gracia sobrenatural
que restaura el desorden causado por el pecado, clave para alcanzar la
Paz verdadera. Por eso, nos abrimos al perdón y a la gracia.
Cristo es Rey de la Paz porque nos ha conquistado como súbditos suyos
con su Pasión, Muerte y Resurrección.
María es Reina de la Paz porque es Madre de Cristo y, como tal, nos
ofrece la Paz verdadera.
María nos invita a acoger la Paz que es Cristo.
María acoge el saludo de Cristo a sus Apóstoles: "La paz sea con
vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron viendo al Seño. Les dijo otra vez: la paz sea
con vosotros…" (Jo. 20, 19b. 21a). María Corredentora y Medianera nos
pide que recibamos la Paz que Cristo resucitado nos da.
Acoger el mensaje de María es recibir a Cristo que es la clave de la Paz
individual, de la paz familiar, de la sociedad y de los pueblos.
María nos ofrece maternalmente la paz que es Cristo.
Necesitamos algo más que conferencias, tratados, condenas... Necesitamos
de Cristo. Si Cristo no ocupa el lugar que le corresponde, no puede
haber paz.
María nos pide que pongamos a Cristo en el centro, dejando el pecado que
es la guerra interior, para poder ser constructores de la Paz a todos
los niveles.
María nos recuerda que si no vivimos en paz con Dios, no podemos vivir
en paz con nosotros mismos ni con el prójimo. No podemos construir la
paz.
Necesitamos de la oración para pedir a Cristo, por mediación de María,
el don de la paz. La Virgen María sale a nuestro encuentro (Lourdes,
Fátima) y nos pide el rezo asiduo del Rosario para obtener la conversión
y la paz. Recemos el Rosario con María que presenta nuestra oración por
la paz a su Hijo, Rey de la Paz.
Nuestro compromiso.
Renovamos el empeño de poseer la paz interior, que es Cristo, para ser
constructores de paz en nuestros ambientes. Poseemos la paz interior
cuando nos convertimos del pecado y perseveramos en la gracia.
Seamos capaces de perdonar y reconciliarnos con los que nos han hecho
algún mal.
Perseveremos unánimes en oración con María para que nos dé un Espíritu
nuevo. Lo hacemos con el rezo, meditación y contemplación de los
misterios de la vida de Cristo, Rey de la Paz, en el Rosario.
Profundicemos en la verdadera devoción a María, Madre y Reina de la Paz.
Acudamos a Ella, como hijos necesitados a su Madre.
¡Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra! Danos a Cristo que no
podemos vivir sin Él. Danos la Paz que necesitamos.
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