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MEDITACIÓN
MARÍA EN FUNCIÓN DE
CRISTO
Y DE LA IGLESIA
(Cf. Cong. Ed. Cat.03. 03.1988 O.R.,1027(88)17)
RELACIÓN DE MARÍA CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD
María y Dios Padre.
María está en el plan de salvación. El Padre, al predestinar la
naturaleza humana que va a ser asumida por la naturaleza divina en la
Persona de Cristo, está predestinando a la Virgen como Madre de Dios.
Por eso, “al llegar la plenitud de los tiempos , envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo
la Ley, para que recibiésemos la adopción” (Gal.4,4-5) María escuchará
en fe el plan del Padre sobre Ella por medio del Ángel. Lo acoge en
obediencia y se entrega en amor como esclava. Se convierte en Madre de
Dios (Lc.1,38)
Por eso el Padre la llena de gracia y será la Inmaculada Concepción, la
siempre Virgen antes, en y después del parto. Será la Virgen-Madre.
María y Dios Hijo.
María es la Madre de Dios Hijo. Dogma de Fe que gozosamente creemos (Éfeso,
431) Es el fruto más espléndido de la Redención, singular y
excepcionalmente redimida por el Hijo. Hija del Hijo en el orden de la
gracia. Es la Inmaculada Concepción: libre del pecado original y sus
secuelas.
María es la mejor discípula de Cristo, su Hijo: la primera evangelizada
que acoge las palabras del Hijo y las guarda en su corazón. María es, al
mismo tiempo, la mejor confidente del Hijo. ¿Cómo serían las
conversaciones íntimas del Hijo con su Madre?
María y Dios Espíritu Santo.
La Iglesia llama Esposa del Espíritu Santo a María (L. G. 53. 56) por su
entrega y fidelidad a la acción del mismo Espíritu.
En efecto, es el Espíritu Santo el que la llena de toda la gracia que
necesita para ser la Madre de Dios, haciendo de Ella una nueva criatura
del todo privilegiada y excepcional, con el sello de la virginidad
perpetua (Lc.1,35).
RELACIÓN DE MARÍA CON LA IGLESIA
María es miembro supereminente y singular de la Iglesia al ser
excepcionalmente redimida y llena de toda la gracia que necesita para
ser la Madre de Dios. Ocupa un lugar inmediato y subordinado a Cristo (L.G.53).
María es Madre de la Iglesia porque al ser Madre de Cristo, Cabeza del
Cuerpo místico, es Madre de su Cuerpo que es la Iglesia.
María es figura y modelo de la Iglesia por ser Virgen, Esposa, Madre;
por la integridad de su fe; por la serenidad de su esperanza; por su
unión amorosa con Cristo; por su testimonio de vida y por su apostolado
(L. G. 53. 63.65) Podemos afirmar que la Iglesia se inspira en Ella.
María es intercesora para la Iglesia, pidiendo los dones de salvación.
Con caridad materna cuida de los hermanos de su Hijo. La Iglesia la
experimenta como Abogada de los necesitados, Auxiliadora de los
cristianos, Socorro de los pecadores, Medianera de todas las gracias (L.
G.62).
María es imagen escatológica porque está asunta al Cielo en cuerpo y
alma. Es primicia de la Iglesia peregrina que en Ella contempla con
alegría lo que espera ser, y en Ella encuentra un signo de segura
esperanza y consolación (S. C.103; L. G.68).
RELACIÓN DE MARÍA CON EL HOMBRE
El hombre está llamado a ser Hijo de María porque al recibir el
sacramento del Bautismo forma parte del Cuerpo místico de Cristo, cuya
Madre es María.
María es la suprema expresión de la libertad humana en la cooperación
del hombre con Dios y de la libertad activa de la mujer por el SÍ
plenamente consciente y libre a la Encarnación del Verbo (R. M. 46).
María expresa la más alta realización histórica del Evangelio y la más
completa realización en el plano humano, en la convergencia entre los
datos de la fe y los de las ciencias antropológicas, por su equilibrio y
dominio de sí, por su sentido de responsabilidad, por su apertura a los
otros, por su espíritu de servicio, por su fortaleza y amor sin límites.
Es necesario acercar la figura de María al hombre, así como su imagen
histórica de humilde mujer hebrea. Es necesario mostrar sus valores
humanos iluminando el estudio sobre el hombre y, especialmente, la
dignidad de la mujer.
CONCLUSIÓN
Cultivemos el verdadero culto y devoción a María mediante el
conocimiento más completo y exacto de la mariología. Así cultivaremos un
amor auténtico a María, tratando de imitar sus virtudes y vivir en la
voluntad de Dios, guardando sus Mandamientos.
Introduzcamos a María en la propia vida interior con relaciones
filiales-maternas. Ello será fuente de gracia para nosotros y para todo
el pueblo cristiano.
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