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La coronación de espinas
LECTURA EVANGÉLICA.
Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la
pusieron en la cabeza y le vistieron un manto color púrpura. Y acercándose
le decían: Salve, rey de los judíos. Y le daban bofetadas.
(Cf. Jo. 19, 2-3)
MEDITACIÓN.
Los soldados conducen a Jesús al Pretorio, lo despojan
de su túnica y lo cubren con un manto viejo de púrpura. Le ponen una corona
de espinas en su cabeza y un falso cetro de caña en su mano derecha. Se
dedican a burlarse de Él, se ponen de rodillas: Salve, rey de los judíos. Le
escupen, le golpean en la cara... Evidentemente no saben quién es
Jesucristo. Si lo hubieran sabido no habrían procedido así.
Nosotros hemos recibido el don de conocer y
amar a Jesucristo. Por eso, nos postramos ante Él para adorarlo como Rey de
reyes, como Rey de la creación, como Rey de cielos y tierra: “Señor mío y
Dios mío”.
Jesucristo es Rey. Él mismo lo afirma en el
diálogo con Pilato: Sí, soy Rey, pero mi reino no es de este
mundo... no es de aquí. (Cf. Jo.18, 36-38)
El reino de Jesucristo es el reino
sobrenatural de la gracia, de la verdad, del amor. Nosotros nos declaramos
súbditos suyos porque deseamos perseverar en la gracia, ser fieles a su
verdad y perseverar en el verdadero amor.
Madre de Dios y Madre nuestra, Señora del
Rosario: queremos ser totalmente tuyos porque es la mejor manera de ser
totalmente de Jesucristo y de su Iglesia, porque es la mejor manera de ser
fieles súbditos de tu Hijo.
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Las Oraciones del Rosario
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PADRE NUESTRO:
Rogamos a Dios.
Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
* AVE MARÍA:
Repetimos la Salutación del Ángel y Santa Isabel a la Virgen María.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
* GLORIA:
Alabamos a la Santísima Trinidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora, y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
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