Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. (Cf. Apocalipsis, 12, 1).
MEDITACIÓN.
María es Reina: Dios te salve Reina y Madre... Es Madre de Cristo, Rey universal por la plenitud de todo poder. María participa de la Realeza del Hijo al llevarlo virginalmente en sus entrañas.
Cristo reconoce la realeza de su Madre: es el mejor de los hijos de los hombres. Por eso, María, asunta al Cielo en cuerpo y alma, es coronada como Reina por su Hijo. Cristo es Rey por derecho propio y absoluto. María es Reina por gracia del Hijo.
Veneramos a la Virgen Madre como Reina de los coros angélicos: los Ángeles, los Arcángeles, las Potestades, las Dominaciones, los Tronos y Serafines. María es Reina de los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes. Es Reina de las almas del Purgatorio, de la Iglesia peregrina, de la familia, de la paz... Reina del Rosario.
Reconocemos la Realeza de la Virgen María consagrándonos a Ella en esclavitud. Somos totalmente de la Virgen María y todas nuestras cosas son suyas, como la mejor manera de ser totalmente de Cristo y de su Iglesia. Expresamos nuestra dependencia de María Reina con el Rosario como cadena que nos ciñe a su corazón y nos empapa de sus sentimientos de Madre-Reina para mejor conocer, amar e imitar a Cristo.