MEDITACIONES
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO A
Permanecemos en oración con la Virgen María contemplando los misterios
gozosos del Rosario. Ella nos enseña a esperar a Cristo, revelación del
amor y la misericordia del Padre por obra del Espíritu Santo.
PRIMERA LECTURA. Is. 35, 1-6ª. 10
La
primera lectura de Isaías es un himno jubiloso de la creación y de los
hombres por la proximidad del Mesías. Es un canto al amor y a la
misericordia de Dios que se han de manifestar en Cristo.
El desierto del corazón se convertirá en oasis frondoso de buenas obras.
El yermo en tierra habitada por la gracia de la salvación. El páramo
florecerá con las mejores fragancias. Habrá alegría y gozo porque veremos
“la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios”.
Permanezcamos fuertes frente a la debilidad, robustos frente a la
vacilación, valientes frente a la cobardía del corazón... No tengamos
miedo. Tengamos esperanza. Viene nuestro Dios. Viene en persona para
salvarnos.
Nuestros ojos ciegos por el pecado verán la luz de Dios. Nuestros oídos
sordos escucharán su Palabra. Seremos liberados de la cojera de la
debilidad y saltaremos de gozo ante la presencia del Señor. Nuestra
lengua cantará las maravillas del amor y la misericordia del Señor.
Alcanzaremos la verdadera libertad. Seremos los rescatados del Señor.
Con María, perseveramos en oración, nos reconciliamos en el sacramento del
perdón, nos alimentamos en la Eucaristía, esperando a nuestro Redentor que
nos trae el perdón, la gracia, la salvación... que nos trae la verdadera
libertad.
SEGUNDA LECTURA.
Sant. 5,7-10
San Pablo nos marca
un plan de vida para el Adviento que es exigencia de vida cristiana, de
santidad, ante la venida cercana del Salvador.
Tengamos paciencia. Sepamos esperar la hora de Dios
como “el labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra”.
Triunfará el bien sobre el mal aunque de momento nos sintamos acosados y
perseguidos por el mal y sus consecuencias.
Permanezcamos firmes en el cumplimiento de
los Mandamientos de la Ley de Dios, perseverando en la vida de la gracia,
acudiendo a los sacramentos, practicando las virtudes cristianas según
nuestro estado de vida, dando testimonio gozoso y valiente de nuestra fe.
Vivamos en caridad. Sepamos perdonar y
olvidar. Amémonos unos a otros. Seamos constructores de “la nueva
civilización del amor”
María es modelo de nuestra espera. Nos enseña
a ser pacientes, a perseverar, a amarnos de verdad.
TERCERA LECTURA. Mt.11, 2-11
San Juan Bautista realiza la presentación
inmediata del Mesías. ¿Quién es Jesús?
Juan está encarcelado
por predicar con valentía y denunciar el pecado. Desde allí, nos orienta
hacia Cristo. Envía a dos discípulos suyos para interrogar a Jesús: “¿Eres
tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Jesús responde a la
luz del cumplimiento de la profecía de Isaías: “los ciegos ven y los
inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los
muertos resucitan y a los pobres se le anuncia la Buena Noticia”
Sí, Jesús es el Mesías,
el que tenía que venir. Viene para curarnos del pecado iniciando un camino
de obediencia amorosa que le llevará hasta la Cruz. Abramos las puerta de
nuestro corazón a Cristo. Es el Hijos de Dios que se hace hombre por
nosotros y por nuestra salvación. Es “Dios con nosotros” y para nosotros.
Ésta es la clave de la verdadera alegría de la Navidad.
¿Quién es Juan el
Bautista que nos anuncia al Salvador y nos conduce hasta Él?
Es Jesús el que nos responde. Juan no es una caña
sacudida por el viento. Tampoco es un hombre vestido con lujo que habita
en un palacio. Tampoco es un simple profeta. Es más que profeta porque
es el enviado por Dios para anunciar que el Mesías ya está entre
nosotros. Es el Profeta que dará paso al Nuevo Testamento, cerrando el
Antiguo. Por eso, Juan es el más grande de los nacidos de mujer en este
mundo.
La Virgen María conocía
a Juan desde la Visitación. Tuvo una experiencia muy fuerte de la
presencia de Jesús y del gozo de Juan en las entrañas de su madre. Sabía
muy bien quién era Jesús y quién era Juan.
Santa María del
Adviento, Señora del Rosario: enséñanos a acoger la palabra de Juan que
nos invita a prepararnos para recibir a Jesús. Enséñanos a abrir nuestros
corazones al Hijo que tú nos ofreces. Es Jesucristo. Es Dios “con nosotros”.
Es Dios.
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